Miguel Eek dirige el documental La primera mujer, que llega hoy a salas de cine. En él cuenta la historia de Eva, quien recibe el alta tras seis años ingresada en el Hospital Psiquiátrico de la Palma. Para ella, este es el primer paso para convertirse una «persona normal» y reencontrarse con su hijo. Eek sigue de cerca el proceso de superación de Eva y retrata de forma intimista el viaje que inicia la protagonista a si salida del psiquiátrico.

La primera mujer se estrena en salas tras su paso por el Festival de Cine de Málaga y L’Alternativa y acerca a los espectadores una mirada cercana de la salud mental y las segundas oportunidades.

¿Cómo descubres a Eva y cuándo decides hacer un documental sobre ella?

Conocí a Eva hace cuatro años cuando impartí un taller de cine documental en el Hospital Psiquiátrico de Palma. Ella era una de las participantes y fue la única que nunca falló a ninguna sesión. Rápidamente surgió una complicidad especial entre nosotros que cristalizó en amistad. Su historia de superación, su poderoso objetivo de salir del psiquiátrico para volver a empezar, y cómo expresaba tanto desde el silencio como de la palabra me llevó a proponerle protagonizar esta película.

La salud mental sigue siendo un tabú. Estos últimos meses se empieza a colar en la agenda, pero es un tema muy delicado que ni medios ni políticos saben bien como abordar. Tú te lanzas a la piscina y haces un documental sobre ello. ¿Te daba miedo caer en paternalismos con la protagonista?

Cuando empezamos a rodar, hace más de tres años, la enfermedad mental no tenía efectivamente la resonancia que despierta hoy. Mi objetivo no fue abordar la enfermedad mental como tema, sino retratar un ser humano excepcional y contar su historia de superación atravesada por la enfermedad mental. La institución psiquiátrica, la comunidad sanitaria y el resto de usuarios funcionan en la película como espejo para Eva. Como cineasta, definir la justa distancia con que filmo es para mí un aspecto esencial, y en este cine especialmente. No me planteo dar lecciones sino compartir una mirada desde las emociones de los personajes a los que acompaño. La lentitud y la paciencia en el proceso es fundamental para no caer en los paternalismos que mencionas.

En La Primera Mujer se puede intuir que la relación con Eva durante el rodaje, por su personalidad y por la intimidad de las escenas, ha sido muy intensa. ¿Cómo habéis trabajado juntos?

En conjunto el trabajo fue muy estrecho. El film es el resultado de nuestra relación, que comenzó mucho antes de empezar a filmar y que sigue cuatro años más tarde. Eva intuyó rápidamente el valor que tenía para ella y para la sociedad su historia y el mismo hecho de protagonizar esta película. De todas formas no siempre fue fácil y tuve que reconquistar muchos acuerdos sobre el por qué de la película, qué filmar o sobre la propia deriva del documental y su final. Yo no quería escribir ni buscar nada sino filmar y encontrar una lógica narrativa en montaje. Por qué filmar un día respondía a una intuición y eso costó que calase en Eva pero también entre el equipo de la película.

¿Quién marcaba los límites de lo que se grababa y lo que no?

Los límites los marcaba, claro está, Eva. Salvo en una ocasión en la que Eva temía coartar un posible encuentro fortuito con su hijo si éste la viese rodeada de cámaras, no hubo ninguna censura por su parte. Eva me contaba sus planes para el día y a lo sumo a la semana. A partir de aquí yo decidía qué de eso podían ser escenas y filmábamos sin muchos preámbulos.

https://www.youtube.com/watch?v=jB2jB0fLOrY

Después del documental, ¿ha cambiado tu percepción de la salud mental

Indudablemente conocer a los usuarios del Hospital Psiquiátrico de cerca disipó muchos prejuicios que el propio cine y los medios de comunicación han instalado en nuestro inconsciente y por ende, en mí. Descubrí a un colectivo extremadamente diverso, con un gran deseo de amar y ser amado, de ser visto, reconocido y con vidas generalmente desdichadas y trucadas por unas enfermedades y diagnósticos muy diversos que durante años se han abordado con muchas pastillas y poca psicología.

Sin duda la intimidad con Eva me ha adentrado en una mirada más rica y compleja sobre las diferencias y riqueza de la percepción humana. También me ha permitido cuestionar el excesivo valor que le daba a la normalidad, a encajar en un canon. Ahora abrazo fuertemente lo que me hace diferente, porque es bonito y rompe una tendencia social uniformadora a la que debemos plantar cara.

¿Cómo fue la reacción de Eva al ver el documental?

Fue impactante. Cualquier tentativa de sintetizar una vida en relato es extraño para quien ha sido retratado. Eva tiene una mirada amable y crítica consigo misma y supo ver lo cómico, dramático y valiente de sí misma. La admiro.

¿Sabes si su hijo lo ha visto?

Que yo sepa no la ha visto por el momento porque sólo hubo un pase en Mallorca durante el Atlàntida Film Festival. Intuyo que es cuestión de tiempo ahora que la película llega a salas y más tarde a plataformas y televisión.

¿Referentes del documental que hayan sido una inspiración para ti?

Cuando estudiaba cine miraba muchas películas. Desde que soy yo el que las hago me cuesta reservarme tiempo para ver cine y prefiero la lectura o la música. Mi cultura cinematográfica es limitada, si a eso le sumas que soy un desmemoriado te diré que no identifico ninguna referencia clara. Hubo eso sí, una influencia motora en hacer esta película que se la debo a la escena final de Monos como Becky de Joaquim Jordà.

Nuestra revista se llama Más de Cultura y nos gusta acabar las entrevistas con la misma pregunta, ¿más de cultura y menos de qué?

Menos ruido, menos distracciones, menos superficialidad, menos prisa.