Nos llevaba a la hermética Corea del Norte en The Propaganda Game para tratar de dar una explicación a un sistema tan standarizado y reunía a muchas de las partes para poner sobre la mesa el conflicto catalán en Dos Cataluñas. Ahora, Álvaro Longoria estrena Santuario, en plataformas digitales, para reflexionar sobre la destrucción de los océanos.
De una producción a tres entre Javier Bardem, Carlos Bardem y Álvaro Longoria, surge el documental Santuario (Sanctuary). Es la historia del último intento ecologista para lograr crear el mayor santuario marino de la tierra en el Océano Antártico, a través de una campaña mediática, científica y política destinada a proteger la última área virgen del planeta.
Tras su paso por el Festival de Cine de Toronto, el Festival Internacional de Cine de San Sebastián y otros múltiples festivales a lo largo de todo el mundo, la película supone un ejercicio para espectador. El propio director nos cuenta que a él no le gustan los documentales que le dicen a uno cómo debe pensar. Su deseo en estos días de confinamiento, que esto nos sirva para darnos cuenta de que el equilibrio con el medio ambiente debe ser una prioridad para sobrevivir.
Todos tus proyectos le dan un tirón de orejas a la política, ¿También era el objetivo en Santuario?
Sí, como director lo que intento cuando hago un documental es que el espectador tome sus propias decisiones enseñándole toda la información de lo que está pasando. De cómo son las cosas de verdad. Para hacerle reflexionar. Yo odio cuando me dicen en un documental cómo tengo que pensar.
Esos documentales didácticos a mi nunca me han gustado. Creo que en la inteligencia del espectador y en que lo que necesita es tener información para tomar sus propias decisiones.
¿Cómo llegas a los hermanos Bardem para comenzar esta aventura?
Nosotros habíamos trabajado con Alberto Ammann y Carlos Bardem en un cortometraje que estuvo nominado a un Goya hace años sobre otro de los barcos de Greenpeace donde nos invitaron para hacer una campaña sobre el Ártico. La campaña Salvemos el Ártico.
Ese corto tuvo su recorrido, fue una experiencia muy interesante y se me quedó un poco la idea de contar cómo se hace una campaña medioambiental. Cuáles son los elementos. A mi siempre me llamó mucho la atención la labor de toda esta gente que dedica su vida a ayudar o a intentar ser de ayuda para los demás.
En el mundo de los activistas medioambientales se da eso de forma extrema. Es gente que se embarca durante tres meses en un rompehielos para ayudar a que entendamos la fragilidad del ecosistema en el que vivimos. Y así fue como surgió.
Hay muchos que dicen que este confinamiento le va a venir muy bien al planeta.
Yo creo que este confinamiento lo que nos hace es ser todavía más conscientes o, simplemente, conscientes de la fragilidad de nuestra especie. Somos una especie animal que vivimos en un medio ambiente. Un pequeño cambio nos hace desaparecer y adiós.
Cuando dicen: «hay que cuidar el planeta». No, hay que cuidar a la especie humana y para cuidar a la especie humana tenemos que ser muy respetuosos con el medio ambiente porque si no los que estamos poniéndonos en peligro somos nosotros mismos. El planeta va a seguir aquí, los que a lo mejor no seguimos somos nosotros.
Esta pandemia nos ha hecho más conscientes de esa fragilidad y creo que ahora el espectador está más sensible a reflexionar sobre esa relación que tenemos con el planeta. Al final es esencial que esa relación funcione. Y creo que hasta ahora no estaba funcionando.
Ante las circunstancias, habéis cambiado la fórmula de estreno por el online ¿Esto como creador da más vértigo?
Esta es una situación diferente a las situaciones que hemos vivido antes. Esta película estaba planeada para estrenarse en salas comerciales. Pero creo que el hecho de que se estrene online ahora mismo quizá es el medio perfecto.
Hay más gente en casa que nunca, hay más consumo audiovisual, la gente necesita desconectar y ver cosas diferentes. Yo creo que Santuario es una película muy optimista, preciosa a nivel estético, donde se habla de unos paisajes increíbles y que te obliga a reflexionar sobre la relación que tenemos con el medio ambiente.
Y sobretodo también hace una cosa que creo que ahora es más relevante que nunca: reflexiona sobre la idea de que si queremos cambiar las cosas tenemos que ser parte del cambio. Lo que no puedes es esperar a que unos gobiernos o unas empresas hagan las cosas por nosotros.
Al final somos todos responsables de que las cosas cambien para mejor y creo que esta pandemia lo ha puesto todavía más en relevancia. Creo que somos responsables, y tenemos que serlo todavía más, de protegernos a nosotros mismos a través de proteger nuestra relación con el ecosistema.
Estos días en los que se habla de la cultura como algo necesario, ¿Necesitamos también ese movimiento para que la gente recuerde que hay que seguir consumiendo cultura?
Creo que la cultura es la esencia del ser humano. El poder expresar el mundo en el que vivimos a través de una visión diferente que nos obliga a reflexionar, a pensar de otra manera, a ser creativos… es fundamental y parte de nuestra naturaleza.
¿El hombre existiría sin cultura? Es que el hombre por definición es cultura. Entonces, creo que eso nunca va a a dejar de estar ahí. Como se consuma o como se exprese irá variando como ha ido variando a lo largo de los siglos.
Creo que es fundamental que eso todos lo veamos y seamos conscientes de que es muy importante darle los medios necesarios a la cultura para que pueda expresarse por los caminos naturales.
Ahora es el momento de que la gente pueda ver cosas online en su casa. Pero que siga habiendo cosas para que la gente reflexione, piense y se divierta. Para que desconecte. Todo eso es parte de nuestra sociedad y de nuestra forma de ser.
¿Qué ha sido para ti lo más satisfactorio de hacer este proyecto?
Lo más bonito de todo ha sido ver que a raíz de esta iniciativa de la que parte, se reúne el apoyo de tres millones de personas, gran parte de los gobiernos del mundo y ser parte de ese movimiento.
Parece una anécdota, lo de crear un santuario marino en La Antártida. Parece muy lejos pero al final no tenemos que olvidar que el ecosistema es uno y que si tu cambias algo por un sitio, eso luego tiene efectos en todo lo demás. Si rompes la cadena alimenticia de los océanos, que es lo que desgraciadamente esta pasando antes de la pandemia, ese consumo desaforado, acaba afectándonos a nosotros, en lo que comemos.
Es esencial recuperar esa idea de que hay que encontrar un equilibrio y si lo rompemos nos estamos poniendo en peligro a nosotros mismos.
¿Crees que hay opción de que veamos este documental dentro de unos años y veamos mejoras en el planeta?
Yo estoy convencido de que el ser humano, por su pura necesidad de supervivencia, también es consciente de cuando comete errores. Yo creo que esa forma de consumo, ese viajar por todo el mundo para hacerse una foto y luego volver al país para volver a trabajar como locos en algo que no sabe muy bien lo que es… Ese modelo de super-consumo va a cambiar.
Lo que no puedes es tener una sociedad basada en un crecimiento ilimitado con un consumo ilimitado, basado en un planeta que tiene unos recursos limitados. Nosotros tenemos que encontrar un equilibrio con el medio ambiente si queremos sobrevivir como especie y eso tiene que ser la prioridad absoluta. Ahora mismo esta pandemia no es más que un reflejo de lo que podría venir dentro de unos años si seguimos con esta destrucción brutal del medio ambiente en el que vivimos.
Nos va a hacer reflexionar y este documental hace eso: «Un momento. Para un segundo durante 70-80 min» vas a poder pensar un poco en qué papel quieres jugar tú para cambiar las cosas.
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