¿Está desfasada la serie que más molaba y ha entrado en una irreparable barrena creativa? ¿La mundialmente famosa Black Mirror, centrada en la tecnología y su lado oscuro, puede estar más obsoleta que uno de esos pesados móviles con antena incorporada de finales de los noventa?
Quizás en MDC estamos adelantado acontecimientos, pero los últimos episodios de esta serie son una evidente muestra de decadencia para una ficción que dejó el listón creativo muy alto. Hace años el mundo del cine miraba anonadado y lleno de envidia la incuestionable valentía, imaginación y creatividad demostradas en la televisión por su creador.
Y ese creador es Charlie Brooker, que pensó en una revisión o reformulación de la famosa serie La dimensión oculta para concebir su Black Mirror, ese espejo negro que encuentras en el salón de tu casa, en tu oficina, en las manos de los que te acompaña en el metro, el autobús o en la sala de espera del dentista. Esa negra, fría y brillante pantalla que ha dominado definitivamente el planeta.
Todo el mundo quedó conmocionado, en 2011, ante el capítulo The National Anthem. Todo dios lo buscaba, lo comentaba y recomendaba entusiasmado en redes sociales. La gente no estaba acostumbrada a tanta osadía y mucho menos en la televisión, normalmente muy conservadora. En The National Anthem un primer ministro se enfrenta al secuestro de la princesa Susannah. A cambio de la vida de la princesa el secuestrador pide que el político folle con un cerdo en televisión. En directo. Casi nada.
Otros episodios memorables, y Black Mirror tiene unos cuantos, son The Entire History of You (tenemos acceso a un implante de memoria que grabe todo lo que hagamos, veamos y oigamos y las parejas sufrirán ese supuesto avance) o USS Callister, un negrísimo homenaje a Star Trek y con una producción absolutamente apabullante.
Quizás con la magnífica San Junipero, Emmy incluido, llegó la definitiva obra maestra de Black Mirror. Su idea, su guión, sus protagonistas, su banda sonora y su recreación de la Costa de California de 1987 (figurantes, decorados, vestuario, maquillaje, peluquería…) son memorables, pura historia de la televisión, de la mejor televisión jamás rodada y producida.
Black Mirror tiene su primer gatillazo serio con Bandersnatch, vendida como “la nueva película interactiva de Netflix”. Fue una venta trilera de un episodio muy flojo que te obligaba a apretar botoncitos de tu mando a distancia como si estuvieses leyendo esos absurdos libros infantiles de Elige tu propia aventura. No está bien tratara los espectadores como si fuesen niños y es lo que acaba de volver a suceder.
Y ha sucedido concretamente con Rachel, Jack y Ashley Too. En este episodio de la quinta temporada una introvertida adolescente se obsesiona con Ashley O (Miley Cyrus), estrella del pop. En concreto se obsesiona con su muñeca robótica. Al mismo tiempo, la cantante sufre una brutal crisis de identidad. Vamos, que Ashley O es Hannah Montana y la tía manipuladora y codiciosa es la compañía Disney pero el resultado es tan obvio como demencial.
No empieza mal el episodio, no cuenta con una mala idea de partida, pero el tramo final, sacado a Miley de un coma de forma grotesca y gratuita, es tan pueril que no te puedes creer que esté escrito por el mismo guionista de San Junipero. Y es una verdadera pena porque Cyrus tiene una voz estupenda y es una buena actriz, con una presencia perfecta para el personaje, que es ella. Y no es nada nuevo: ya ha demostrado su talento en el Saturday Night Live o en Crisis en seis escenas, de Woody Allen.
Completan la peor temporada de Black Mirror el soso e interminable episodio Smithereens (un conductor secuestra a un trabajador de una multinacional tipo Facebook) y Striking Vipers, el mejor de los tres (dentro de la decepción general) y en el que dos colegas se reencuentran en la versión para realidad virtual de su videojuego favorito. En vez de pegarse, los amigos se enrollan.
La recepción del capítulo de Cyrus ha sido demoledora y las redes sociales han sido despiadadas con la quinta temporada en su totalidad. Y en cuanto a Rachel, Jack y Ashley Too estamos hablando de un patético 39% en la popular web Rotten Tomatoes, con la puntuación más baja que ha recibido un episodio de la serie. Un señor batacazo, señor Brooker.
Y esto a lo que se refiere a los espectadores, pero la crítica también ha sido demoledora. Kathryn VanArendonk, crítica de Vulture, ha escrito: “Es una historia mediocre, de estrellas del pop desilusionadas, fusionada con una historia mediocre de adolescentes incómodos. Gesticula en la dirección de algunos puntos interesantes sobre la explotación de la imagen de una celebridad, pero la mayoría de sus ideas son, en última instancia, trilladas, y el acto final da algunos giros realmente ridículos que parecen muy poco de Black Mirror”. Además, The Hollywood Reporter ha hablado de un “ridículo argumento”.
En fin, queridos y admirados amigos de Black Mirror: creemos que necesitan reiniciarse. Y con urgencia.
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