El regreso de Los cazafantasmas tiene póster y hasta fecha de estreno: el 10 de julio del año que viene. Sony parece haber olvidado ya el pésimo reboot dirigido por Paul Feig, un fracaso de taquilla. En aquel horror participaron, gracias a un generoso cheque, Bill Murray, Dan Aykroyd, Ernie Hudson y Sigourney Weaver, protas del film original. Rick Moranis se negó.
Hace tres veranos Sony hizo Las cazafantasmas para usar comercialmente la legítima lucha feminista, pero se olvidaron de la lucha de clases: las tres cazafantasmas blancas eran científicas y la negra una empleada en el transporte público. Como el empleado negro de la película original (Winston), Patty solo era mano de obra y sus frases del tipo “Ustedes saben mucho de ciencias, pero yo conozco Nueva York”.
Jason Reitman (hijo del director original, Ivan Reitman, y realizador de películas como Juno o Up in the air) ha firmado por una continuación pero en la actualidad. Lo gracioso es que cuando hace años a Reitman le preguntaron sobre si había pensado dirigir la 3, respondió, de coña, que su versión habría sido con gente hablando mucho sobre fantasmas.
En los noventa Aykroyd intentó levantar Los Cazafantasmas 3 y su tema era los Cazafantasmas en el infierno, pero nunca hubo luz verde en Columbia. La pregunta ahora es: ¿vuelve el reparto original? Parece que vuelven, pero no como protagonistas. Sony se guardas las espaldas para asegurarse el público adolescente y sus protagonistas serán chicos de 12 y 13 años. Sí, han adivinado. A lo Stranger Things. De hecho, Finn Wolfhard, actor de la famosa serie, forma parte del reparto junto a Mckenna Grace, Carrie Coon, Annie Potts (la protestona secretaria del original), Paul Rudd (que hará de profesor), Sigourney Weaver y (presumiblemente) Dan Aykroyd Bill y Bill Murray.
Para conocer el origen de la idea de Los cazafantasmas hay que conocer a la peculiar familia de Aykroyd, que fue quien firmó el primer guión junto al desaparecido Harold Ramis, director de Atrapado en el tiempo y Una terapia peligrosa. El bisabuelo de Aykroyd organizaba sesiones de espiritismo en la granja familiar y su abuelo, ingeniero, usó los conocimientos de su padre para crear una radio ¡que lograra sintonizar con los muertos! Y no queda ahí la cosa: su padre tenía una biblioteca especializada en esoterismo y parapsicología que el pequeño Aykroyd devoró.
El primer título barajado por Aykroyd y Ramis fue Ghost Smashers, Destruyefantasmas, pero finalmente optaron por un título que le salió caro al estudio, ya que para no meterse en líos legales le pagó una pasta a la productora Filmation para usar el nombre Ghostbusters, que ellos tenían registrado por una serie de 1975 titulada The Ghost Busters.
El primer guión era un jaleo improducible con muchos grupos de Cazafantasmas que luchaban contra cientos de fantasmas. Y encima a lo largo y ancho del espacio-tiempo. Tras nuevos borradores, Columbia dio luz verde al guión final, que se presupuestó en unos generosos 25 millones de dólares de la época y con una condición: tenían que tener lista la película en 12 meses, para el verano. Solo en la creación del gigantesco y ya mítico muñeco Stay Puft Marshmallow Man se gastaron 20.000 dólares.
No menos mítico es el logo de Los Cazafantasmas, un indiscutible icono pop y uno de los logos de los ochenta más célebres de todos los tiempos. Fue diseñado por el productor asociado Michael C. Gross, que se inspiró en una idea de Dan Aykroyd y plasmada en su guión.
También es legendario el homenaje que se hace a la ciudad de Nueva York en el film, aunque lo curioso es que la película se rodó en su mayor parte en estudio (los Burbank de Warner Brothers) en Los Ángeles. La famosa sede de los Cazafantasmas (cuya fachada, fotografiada cada año por miles de turistas, es la del cuartel de bomberos Hook & Ladder Company 8) era una estación de bomberos abandonada en Los Ángeles.
El reparto original de la película iba a estar formado por Dan Aykroyd, John Belushi y Eddie Murphy. Con la muerte de Belushi por sobredosis entró Bill Murray (que ya había trabajado con Reitman en Los incorregibles albóndigas y en El pelotón chiflado) a sustituirlo, pero su amigo y casi hermano Aykroyd creó un personaje en su homenaje: el orondo y tragón fantasma verde Slimer. Por su parte, Eddie Murphy se cayó del proyecto porque había firmado para Superdetective en Hollywood.
Lo de Sigourney Weaver no estaba ta claro. Venia de pasarlas canutas en Alien, el octavo pasajero y El año que vivimos peligrosamente y buscaba trabajar en una comedia, así que se presentó al casting para la chica de la peli y representó ante Reitman una escena muda en la que interpretaba, a cuatro patas, a un perro (recordemos a Murray diciendo, al verla poseída, aquello de “Sí, es una perra”). Qué decir tiene que Sigourney logró inmediatamente el papel de Dana Barrett.
De todo el reparto, el que peor lo paso es el pobre William Atherton, el actor que da vida a Walter Peck, el malo de la peli. Al igual que re ocurrió a Louise Fletcher, la maligna enfermera de Alguien voló sobre el nido del cuco, a Atherton la gente le insultaba por la calle y hasta en el trasporte público. Encima al pobre lo encasillaron y cuatro años después fue el periodista trepa y asqueroso Richard Thornburg en otro clasicazo y taquillazo de los ochenta: La jungla de cristal.
Ivan Reitman no tiene un cameo físico como director a lo Hitchcock en Los Cazafantasmas, pero sí puso su voz (distorsionada) al bicho tragón Slimer antes de su encuentro con Venkman (Murray) y a Weaver cuando es poseída por Zuul.
Los Cazafantasmas es hoy un clásico de los ochenta, un ejemplo de cine comercial de los estudios hecho con aptitud para la comedia y el espectáculo. Un ejemplo de buen cine mainstream. Obviamente, no tuvo un gran reconocimiento de crítica (el Chicago Reader dijo que era “una versión de Abbott y Costello contra la momia pero de 30 millones de dólares”) o académico, aunque fue nominada al Oscar a los Mejores efectos especiales y Mejor canción, el famoso tema de Ray Parker Jr que también fue nominado a los Globos de Oro junto a la película (Mejor comedia) y Murray (Mejor actor).
Aquel 1984 fue un año especial para el mainstream con títulos como La historia interminable, Footlose, Terminator, Karate Kid, Pesadilla en Elm Street, Gremlins, Indiana Jones y el templo maldito, Tras el corazón verde, Starman, La mujer de rojo… fue un año genial para los chavales que íbamos a una sala de cine dos veces por semana.
¿Y tras esta nueva tercera parte habrá otra? Quién sabe. Aykroyd tiene escrita una precuela en la que cuenta cómo se conocieron Venkman, Egon y Ray. Esta franquicia tarda más en irse que un espectro.
Deja tu comentario