El próximo 10 de noviembre llega a los cines Gleich, la ópera prima de Jeniffer Castañeda. Gleich retrata una historia de amistad entre personas opuestas. La película está basada en un libro de la propia autora, El sendero bimbache. Hablamos con Jeniffer Castañeda para conocer algunos detalles de la película.
La película Gleich adapta tu propia novela El sendero bimbache, ¿cómo fue el salto de la literatura al cine?
Fue, precisamente, por medio de un rodaje: la grabación del booktrailer de mi primera novela, “Por una cabeza”, en 2013. Hacía poco que se había publicado, mi editorial propuso grabar un booktrailer para facilitar su presencia en RRSS y yo, por aquel momento, sabía muy poco de adaptaciones cinematográficas, o de escritura y producción de cine, en general. Pero en todo caso acepté grabar ese breve vídeo adaptado… y aquel pequeño rodaje resultó muy revelador para mí. Me fascinaba, me parecía que ese tipo de lenguaje – el audiovisual – tenía un potencial para comunicar muy diferente al literario, pero también muy rico. Ver cómo una misma historia se podía contar con dos “idiomas” distintos, y que cada uno de ellos aportara una visión, me presentó un camino a explorar, a recorrer.
Así, me decidí – ya casi con 30 años – a empezar a estudiar guion cinematográfico, realización audiovisual y producción cinematográfica. Diez año más tarde, sigo creyendo en la fuerza de las letras… pero también y muy férreamente, en la de las imágenes.
¿Te costó mucho trasladar el proceso creativo a la pantalla?
Sí. Unos cinco años, más o menos. No tanto por el tiempo que me llevó adaptar la novela a guion, sino por llevar ese guion a un rodaje. Digamos que en la fase de escritura lo que más me costó fue alterar partes de la novela original: eliminar a algunos personajes, crear subtramas que en el libro no existen… pero el trabajo fue orgánico, fluido.
Pero otra diferencia que descubres del lenguaje audiovisual en contraposición con el literario es el “trabajo de equipo”. En la literatura, es el escritor quien crea. En el cine, en absoluto es solo el guionista, o su director, si es otra persona. Muchas personas hacen la película, la crean. Buscar un equipo es el primer paso y, por supuesto, la financiación es el siguiente… Escribir es bastante más económico que levantar el presupuesto de una película, por pequeña que sea, y cuando además es la ópera prima, en la que no hay avales ni reconocimientos previos, el coste – y el esfuerzo – se vuelve muy elevado.
Gleich retrata una historia de amistad entre dos personas de mundos opuestos. ¿Crees que es posible entablar lazos así de fuertes entre personas tan diferentes?
Creo que de las personas que más aprendemos, muchas veces, es de las que menos nos lo esperábamos… Y creo que conocer gente diferente a nosotros mismos nos enriquece, siempre. Pero de lo que estoy segura es que hay personas que tienen la capacidad de dejarnos huella, tanto para bien como para mal, aun cuando su presencia en nuestras vidas sea solo por un lapsus breve de tiempo.
¿Te inspiraste en algo o alguien conocido?
En mi padre. Isora, el pueblo de la ficción, es su pueblo natal. Y aunque él y Manuel no son iguales, y mi padre no tiene las limitaciones y discapacidades que padece el personaje de Manuel, sí me ha contado muchas historias a lo largo de su vida de lo difícil y duro que era vivir en una isla tan recóndita y pequeña, tan rural y limitada, en la época de su infancia. De hecho, fue él quien me explicó a mí en su día como se hace el queso… Él era cabrero de pequeño.
¿Nos puedes contar alguna anécdota del rodaje?
Cuando grabamos la escena en la que Kellen y Manuel ordeñan las cabras, ¡fue muy divertido! Es maravilloso trabajar con Jose Luis de Madariaga (Manuel) pero… ¡nunca ha ordenado una cabra! ¡Y no es fácil! Y mientras lo intentaba, nos regaló momentos y frases con las que todos nos reímos mucho en el set. Fue un momento muy gracioso.
¿Cómo fue el proceso de casting de la película?
Para algunos personajes ya tenía en mente propuestas de actores que conocía y con los que quería trabajar. Fue el caso de Jose Luis de Madariaga (Manuel), Nieves Bravo (Olga) y Aida Ballmann (Ebba). Para el resto hicimos sesiones de casting: un pre-casting online y casting presencial, para cada personaje. Evidentemente, el que más me preocupaba encontrar era a Kellen… no solo porque se trataba de un niño que, seguramente, tendría muy poca o incluso nula experiencia, y que debía afrontar un rodaje en el que estaría en gran cantidad de escenas, sino porque teníamos que conseguir otro actor adulto con quien guardara un parecido físico, para el personaje 20 años después. Y si bien el Kellen “niño” no era imprescindible que fuera alemán porque no habla tras la muerte de su madre, el Kellen adulto sí necesitaba tener acento germano.
Primero hicimos el casting de Sergio, que nos trasmitió mucho. Y justo después, hicimos el casting de Alex. Cuando los vimos a ambos, no nos quedó duda…
¿Has tenido algún referente a la hora de hacer la película?
Salvando las distancias, y consciente de que hablo de dos grandes maestros del cine español, Jose Luis Cuerda con “La lengua de las mariposas” y Mario Camus con “Los santos inocentes” son iconos a los que miré como referencias de películas en las que debe contarse una historia pero, sobre todo, dar a conocer personajes que las viven de una manera más emocional.
En la revista nos gusta que nos recomienden talento. ¿Última obra/película/libro… que te haya emocionado y que nos quieras recomendar?
“Upon entry”: maravillosa actuación de Alberto Ammann y de Bruna Cusí con un guion en el que el texto es abundante sin que le sobre una palabra.
La revista se llama Más de cultura y nos gusta acabar las entrevistas preguntando, ¿más de cultura y menos de qué?
De ego. ¡Y de ego en la cultura! Que la cultura y el arte sirvan para hacernos sentir, pensar, aprender, cuestionar… y no solo para llamar la atención en un contexto social en el que, en casi todo, importa más el continente que el contenido.
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