Podríamos considerar el camp como un estilo de arte visual que surge de la ironía. Es artificio y exageración. Hoy lo encontramos en lugares tan dispares como la Gala Met de 2019, la casa de Eduardo Casanova o en la última colaboración musical entre Miley Cyrus y Dua Lipa.
Susan Sontag, cineasta, filósofa y ensayista, fue la que mejor lo definió en sus Notas sobre lo camp. Lo describía en líneas generales como un fenómeno estético y artificial. Una victoria del estilo sobre el contenido, de la estética sobre la moralidad, de la ironía sobre la tragedia. Y la explicación que más me gusta: “un buen gusto dentro del mal gusto”.
Según Sontag, las raíces del camp comienzan en el siglo XVIII y uno de sus primeros ideólogos conscientes fue Oscar Wilde, al que definía como alguien «exageradamente intencionado». Greta Garbo o el cine de ciencia ficción japonés también eran considerados camp según la escritora.
Muchas veces confundimos el término kitsch con el camp, yo misma desconocía la verdadera diferencia entre ambos, y es que cuando calificamos algo como kitsch hay cierto componente de desprecio y vulgaridad, mientras que lo camp en la actualidad recupera elementos pasados para someterlos a la ironía. El camp puede utilizar elementos vulgares del kitsch y ponerles ironía.
Una de las disciplinas artísticas que mejor ha explotado lo que es el camp es el cine y tiene un claro exponente: John Waters.
En su obra cumbre, Pink Flamingos apreciamos el camp en cada plano y sobretodo en su personaje principal, Divine. Y es que el camp tiene mucho de transformismo, ya lo mencionaba Sontag cuando hablaba de ejemplos como la Garbo o el propio Wilde.
Los primeros trabajos de John Waters son excéntricos, exagerados y escandalosos, superando los límites de lo convencional y por supuesto, de la censura cinematográfica de la época. Camp en su máxima expresión audiovisual. Sus obras clave, además de Pink Flamingos, son Female Trouble y Desperate living, la llamada Trilogía Basura.
Más tarde, a partir de los ochenta, Waters se acerca al cine comercial con trabajos como Hairspray (la antigua, no la de Travolta), Cry-Baby o Los asesinatos de mamá. Para los fans de Los Simpsons, tenemos un ejemplo muy gráfico de quién es John Waters en el capítulo de la temporada 8 donde Homer pilla a su hijo Bart y a Milhouse bailando disfrazados con pelucas de mujer estilo 50s. Bien, pues el señor que regenta esa tienda de objetos absurdos que aparece en el episodio y que se hace amigo de la familia, es el propio Waters.
Para los que quieran profundizar aún más, recomendaros el documental que aguanta en cartelera, The Mystery of the Pink Flamingo. Javier Polo dirige este viaje creativo con la intención de revelar qué hay detrás del flamenco rosa, un icono kitsch utilizado mucho en la estética camp. Participa el propio John Waters, la compositora Allee Willis, Eduardo Casanova y el dj Meneo.
Para catalogar una una película dentro del camp se suele observar que tenga ciertos elementos. Uno de ellos es el contenido absurdo en la película, también que tenga rasgos del cine de explotación, ambiente excéntrico, dignificar lo socialmente inaceptable, como era en esa época el travestismo, por ejemplo. El punto de erotismo también juega a favor del camp.
Además de John Waters, otros directores que explotaron el camp fueron Ed Wood, Andy Warhol, Russ Meyer, Armando Bò o Juan Orol. Otro gran clásico considerado como un gran exponente del cine de culto con tintes camp es The Rocky Horror Picture Show, y también Victor Victoria, Priscila, Reina del desierto y hasta Mary Poppins podría considerarse Camp.
En cuanto al papel de la mujer, existe una tipología dentro del propio camp en la que una actriz reconocida interpreta ciertos estereotipos sociales encamarados en el llamado chick flick exagerándolos para reírse de ellos y denunciarlos (las películas chick flick eran aquellas películas que se llamaban vulgarmente “películas para mujeres”). El camp cogió estas películas y las exageró hasta tal punto que creó una conciencia feminista basada en la ironía. Algunos iconos de esta corriente fueron Mae West, Judy Garland, Marlene Dietrich, la Garbo, Bette Davis, Joan Crawford, Elizabeth Taylor o la propia Marilyn.
De la exageración de ciertos estereotipos asociados a la feminidad como la fragilidad, la dependencia masculina, la vanidad, el amor romántico o la superficialidad, se desarrolló una corriente en la que, a través de la ironía, se reafirmaba la autodeterminación de la mujer. Ejemplos de chick flick de estilo camp son Con faldas y a lo loco, Gigi, Siete novias para siete hermanos o Los caballeros las prefieren rubias.
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