Con unos escenarios impresionantes y una lengua mágica, estaba claro que el cine vascuence iba a continuar imparable en este 2021. Akelarre y Ane, dos piezas rodadas en euskera, se posicionaron como favoritas en esta última edición de los Premios Goya.
Pero este éxito viene con una trayectoria detrás. Durante estos últimos años hemos podido ver como Loreak, Handía y hasta Ocho apellidos vascos, copaban las categorías destacadas de premios nacionales. Incluso trabajos más controvertidos como Desafío ETA, Patria o Traidores, han conseguido llegar a carteleras y plataformas suscitando más admiración que controversia.
Porque qué os voy a decir, como madrileña que se encuentra escribiendo sumergida en una chapela de contaminación, la verdad es prefiero mil veces una de vestir. Bueno, puede que ambos escenarios me lleven a pensar en cine vasco. Esa atmósfera industrial y desgarradora de Bilbao retratada por el cine quinqui de los ochenta. Una ciudad triste y gris, donde Eloy de la Iglesia ponía de manifiesto un tema tan controvertido como la heroína. Y es que, aunque hoy en día consideremos que Bilbao es una ciudad cosmopolita y de vanguardia, siempre quedará en el imaginario el sello de trabajos como El Pico.
También dicen que las calles bilbaínas esconden rimas de Def Con Dos y su banda sonora para Acción mutante, el debut cinematográfico de Álex de la Iglesia. Una producción entre ciberpunk y friki, producida por el mismísimo Almodóvar. De historia vasca contada con el estilo que le caracteriza, también habla De la Iglesia en Las brujas de Zugarramurdi.
Más allá de la comedia, si hay un tema que ha determinado como prioritario la cinematografía vasca, ese es ETA. Borja Cobeaga dirigió El negociador en 2014. Una película pequeña pero muy bien realizada sobre las negociaciones del socialista Eguiguren con la cúpula de la banda terrorista. El lobo, de Miguel Courtois, también recoge este estigma de nuestra historia reciente con un trabajo muy rompedor para la época en la que se estrenó.
ETA es un asunto de familia en el exilio, como relatan Cuando dejes de quererme o Yoyes. Y de familia en España, como nos cuenta Traidores. La ópera prima de Jon Viar sobre aquellos nacionalistas vascos que pertenecieron a ETA y decidieron abandonar cuando la organización se decantó por la violencia terrorista.
Los rostros femeninos en la industria vasca también están de enhorabuena. Las historias protagonizadas por mujeres como Patria, Ane o Akelarre, nos han demostrado que el público y la crítica abogan por un cine inclusivo, por relatos diferentes. Algo que ya anticipó la química de 80 egunean.
Un cine que va más allá de Juego de Tronos y San Juan de Gaztelugatxe.
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