Hollywood fue y sigue siendo una fachada de glamour y buenas maneras que esconde unas humedades bien podridas en sus cimientos. Es algo que todos sabemos pero que muchas veces obviamos por perpetuar ese endiosamiento que sigue enquistado en la industria norteamericana. Ha tenido que llegar Ryan Murphy con Netflix para sacarnos los colores y recordarnos que todas esas leyendas cinematográficas también eran seres humanos, con sus virtudes y sus problemas.
Racista, homófobo y tremendamente machista, así era el Hollywood clásico y un poco también el actual. Se ha criticado que la serie Hollywood parece un desfile de cuerpazos y rostros bonitos. Yo creo que si algo tenemos que examinar es el tratamiento de la homofobia que vivieron (y viven) las mujeres lesbianas y bisexuales. Algo que directamente no aparece en la serie.
No sé si porque estos últimos años se ha hablado más del tema del racismo, con los #OscarsSoWhite, y estamos un poco “saturados”, pero a mi personalmente lo que más me fascina de Hollywood es el personaje de Rock Hudson. Se ha hablado de las aspirantes a actriz que se acostaban con productores por conseguir un papel, pero muy poco de las relaciones entre hombres.
Rock Hudson fue una víctima más de todo ese escaparte hollywoodense en el que ser homosexual está muy bien para complacer a representantes y productores perturbados pero no para mostrarlo públicamente.
Lo que en la serie se da a entender como una historia de superación, está muy lejos de lo que ocurrió en realidad. Hudson tuvo una infancia terrible, con un padrastro alcohólico que abusó de él, según Rock Hudson. All That Heaven Allows, la que parece ser su biografía definitiva.
Después, cuando intentó abrirse camino en Hollywood, tuvo que aceptar chantajes sexuales de su propio agente, Henry Wilson. Como bien representan en la serie, Wilson sería el que se encargaría también de sobornar a los amantes de Hudson para que no soltaran prenda en los medios. Incluso obligó al actor a casarse con su secretaria, Phylis Gates, para acallar rumores. Este engañoso matrimonio terminó a los cuatro años, en 1959. Su imagen pública continuó siendo la de galán heterosexual hasta que en 1985 dio dos grandes exclusivas a los medios, por fin dejó al descubierto su homosexualidad y confirmó que había contraído el VIH. Se convirtió en una de las cabezas visibles de esta enfermedad, a la que no logró derrotar y que acabó con su vida a los 59 años.
De otras estrellas “tapadas” como Tab Hunter, James Dean, Cary Grant, Randolph Scott o las orgías de George Cukor nos habló Iván Reguera. Os invito a que repaséis su artículo y después volváis para hablar de lo que eché en falta en Hollywood. Mi pregunta y mi propuesta para una segunda temporada es:
¿Dónde de están las lesbianas?
En una serie como Hollywood, donde se pretenden abordar todas las injusticias raciales, homófobas y de género, nos damos cuenta de que las historias de personajes lésbicos pasan desapercibidas.
Hattie McDaniel, es la única actriz lesbiana reconocida que llega a aparecer en la serie y se menciona de pasada. Se habla de de xenofobia, de cuando ganó el Oscar sin poder acceder a la gala por su color de piel, pero su vida afectiva, por la que también tuvo que luchar, queda en un segundo plano y con un hombre de por medio. Como si ninguna mujer hubiera viajado al «Dreamland» sáfico en aquella época.
Hattie perteneció, o eso dicen les leyendas de Hollywood, al famoso “Círculo de costura”. Fue amante de Tallulah Bankhead (que hace un pequeño cameo en la serie), otra actriz estadounidense asidua al club y que tuvo fama de pasarse por la piedra a unas cuantas actrices de Hollywood.
Este Círculo de costura congregó durante décadas a unas cuantas diosas de la época dorada de Hollywood que debían esconder sus inclinaciones sexuales. Este selecto grupo giraba en torno a su máxima exponente, Marlene Dietrich. Tuvo un breve romance con la cantante Edith Piaf (como podréis apreciar en la foto de portada) y una de sus conquistas más sonadas fue la Garbo, que retrata a la perfección Diana McLellan en su libro Greta & Marlene. Safo va a Hollywood. Ambas jugaban a la ambigüedad, no admitían públicamente su homosexualidad, pero les gustaba vestirse de forma masculina, fumar y flirtear con alguna mujer en plató.
Lo del Club de costura era algo que se sabía, pero se tomaba un poco como a broma. Como a esas “cosas de mujeres” que al parecer no interesaban. Joan Crawford, bisexual reconocida, pertenecía también al club y su historia no difiere mucho de la del protagonista de la serie. Llegó a Hollywood en 1920, con el sueño de ser actriz. Al no encontrar trabajo, comenzó rodando películas porno y dedicándose a la prostitución. Sus clientes eran en su mayoría mujeres. De ella se decía que se había acostado con todo Hollywood a excepción de Lassie (la perrita, sí). En distintas biografías se habla también de su romance con Marilyn Monroe (más bien de las calabazas que le dio la tentación rubia).
Barbara Stanwyck, Ava Gardner, Claudette Colbert o Dolores del Río fueron otras de las muchas mujeres que utilizaron el Círculo de Costura como tapadera.
El Código Hays también afectó a este club, provocando que muchas de ellas celebraran las “bodas lilas”. Matrimonios que eran una farsa para esconder sus comportamientos “indecentes” y crear una imagen de “normalidad moral” de cara al público.
Este espacio de libertad femenino es el que me falta en Hollywood, una historia que da para unas cuantas temporadas.
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