César Brandon supo que quería ser escritor a los nueve años. Desde Guinea Ecuatorial veía España como el lugar donde, quizá, su sueño podría cumplirse. Ganó una beca de Cooperación, estudió Educación Social en la Universidad de Granada y, mientras terminaba un máster, se enamoraba, publicaba su poesía en redes sociales y veía Netflix.
La historia de César Brandon no es terrible, pero sí difícil, aunque con final feliz. Dicen que su éxito lo ha fabricado un programa de televisión o varios… pero eso sería simplificar demasiado.
César Brandon tiene una familia que le ha inoculado el sentido del esfuerzo, la necesidad de encontrar la felicidad y la seguridad de que él vale y mucho.
En las pocas declaraciones que he podido leer suyas, parece que es parco en palabras a la hora de charlar, y parece que todo lo reserva para recitar y escribir…en esas pocas declaraciones, digo, César Brandon agradece a su hermano el empuje que le ha dado: «Es sentarse con él, escucharle hablar durante dos minutos y creerte que el mundo está hecho solo para ti».
Es cierto que César Brandon ganó un concurso de talentos en la tele y esto, algunos, lo han utilizado para denostarle. Pero también es cierto que lo hizo recitando, eran pocas sus armas, pero hay que reconocer que poderosas. Talento que llegó como un dardo al corazón de miles de personas. No en vano, en Sant Jordi estuvo firmando su libro desde las 11.00 de la mañana hasta las 11.00 de la noche.
César Brandon, cuando llegó al famoso programa de televisión donde el resto de participantes se contorsionaban, brincaban y llenaban el escenario de brillo y luces, él se presentó diciendo: «Vengo a cumplir un sueño que llevaba mucho tiempo retrasando».
Hoy, 20 de junio es el Día del Refugiado. Hoy que tenemos en nuestro país a cientos de refugiados que han escapado del horror, pensemos en los sueños que quieren cumplir y permitámosles, al menos, que lo intenten aquí. Porque miren lo que ocurre cuando sucede.
Poesía urbana
Editorial Espasa
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