El polifacético artista Fran Perea estrena propuesta musical: «Canciones para salvarme«, su propio elixir para sobrevivir con cultura a este año tan atípico. En un homenaje a las personas que le han acompañado como músico, actor, director de teatro y empresario cultural, el malagueño ha querido crear un trabajo con el que muchos se podrán sentir identificados, la música para salvarnos.
El sexto álbum musical de estudio de Fran Perea está compuesto por Canciones para salvarme, 37 grados, Cantando bajo la luna y El Norte. En estos nuevos temas, Perea ha contado con la colaboración Alfonso Samos (su productor musical), la cantautora Georgina y la escritora Elvira Sastre.
El por todos conocido por su papel en la mítica Los Serrano, ha continuado su carrera tanto en el cine, como en el teatro y la televisión. Actualmente, pendiente de estrenar la segunda temporada de
la serie El vecino en Netflix y la co-producción internacional Kosta (The Paradise) que se puede ver actualmente en Orange TV. Hablamos con él de todos los campos que domina, aprovechando que a partir de diciembre comenzará su gira con su nuevo trabajo musical.
Canciones para salvarme es un proyecto muy especial.
Sí, es tan especial como el año que hemos tenido. Surge de darnos cuenta de que la música o la cultura nos ha salvado en un momento extraño como este. Estaba en otros proyectos y, de repente, tuve la necesidad de parar y hacer un homenaje a todos los músicos que hacen que nuestra vida mejore.
Los mencionas directamente con nombre y apellidos, a veces también es importante esto.
Sí, me apetecía dejar ahí el recuerdo. Hay que decir las cosas para que se sepa que se han dicho. Porque si no, se suponen. Para mí tienen nombre y apellidos la gente que ha marcado mi vida con sus canciones. Creo que es justo reconocerlo y hacer un homenaje como se merece.
¿Lo del diseño victoriano tiene un sentido más allá de la pura estética?
Cuando empecé con el proyecto me apetecía referirme a la música como algo que nos salva pero que nos cura y nos sana. Por eso pensé que sería bonito recurrir a la botica. Pero claro, la imagen de la botica actual… me parecía más interesante recuperar la botica antigua. Las farmacias antiguas. Los elixires. A Koi Samsa, que es la diseñadora, le encantó y empezamos a trabajar en eso.
Para el videoclip a mi me venía la idea del barbero. Me acordaba de cuando leí El Médico de Noah Gordon y de pronto me venía esa imagen del barbero haciendo el show en el carrillo. Eso lo compartí también con el equipo y en este caso con Marcus Carus que es el que ha hecho toda la parte de dirección y hace todos los vídeos conmigo. Y así se empezó a fraguar la cosa.
Todo el mundo te conoció por ese Uno Mas Uno Son Siete de Mikel Erentxun pero ¿Cómo es el momento en el que te pones a los mandos de la composición?
Yo compongo desde que soy muy joven. Desde que empecé a tocar. Me gustaba mucho. Tenía mi banda en el instituto. Eso va evolucionando, pero cuando llego al proyecto de Los Serrano eso quedó a un lado. Aún así, en partes de la letra de esa canción participé. O en La chica de la habitación de al lado.
Justo después de este disco en el que yo pensaba que iba a poder meter más mano realmente (risas) ya les dije que me gustaría componer canciones mías o trabajar con mi material. En Punto y aparte ya si que coloco varios temas míos.
La composición y la escritura es algo que viene conmigo siempre. Siempre me ha gustado expresarme a través de la música y de las canciones.
¿En qué cambia el Fran Perea que actúa para la televisión o el cine con el que lo hace en un teatro?
La cámara y la escena cada vez se parecen más. Técnicamente no, pero, por ejemplo, el teatro ha ganado mucha más agilidad por la influencia del audiovisual. Creo que son elementos que son vasos comunicantes. Muchos de los actores van de una disciplina a otra. Por eso hay algo que se ha ido uniendo con el tiempo.
Pero luego, delante de una cámara, no tienes que levantar la voz, no hace falta. Eso son técnicas puntuales que usas en el escenario pero que no se debe notar. No debe parecer que la voz está engolada o proyectada. Lo ideal es que se note lo menos posible.
A mi me gustan mucho ambas disciplinas y me parece que no están tan alejadas. Al final es un proceso de comunicación y es de sentido común: Si estás en una sala para 300 personas tienes que elevar un poco el volumen y hacer que tu gesto sea un poquito mayor, pero ya está. La emoción y el lugar de donde sale el trabajo es el mismo.
Dicen que el buen profesor de teatro es el que sabe abrirte pero también cerrarte antes de que te vayas.
A mi nunca me ha llamado ser profesor. Mi padre, por ejemplo, es profesor y tiene una vocación para eso. Yo no. Me gusta dirigir pero soy de la opinión de que efectivamente esto es un trabajo.
Trabajamos con nuestras emociones, pero es un trabajo. Tienes que conseguir que no contamine todo lo demás de tu vida. Por lo menos hacer el esfuerzo. Porque ya bastante es la preocupación de prepararte las pruebas, que te llamen o no, como para además llevarte todo el rato el personaje a casa.
Los mejores profesores que he tenido han sido muy delicados y respetuosos con eso. Creo que un profesor de teatro tiene que saber con qué elemento está jugando. Tiene que conocer al alumno, ir con cuidado y con tacto. Al final somos personas, somos frágiles y trabajamos con las emociones. Creo que hay que tener mucho cuidado con eso.
Empezaste a ser famoso muy joven. ¿Hay que trabajar para que no te afecte tanto?
Sí, absolutamente. Tener veintipocos años y pegar el pelotazo, que de pronto pases de ser un chaval de Málaga que, en mi caso, no tengo a nadie que se dedique a esto, no te conoce nadie a que te conozca todo el mundo. Los Serrano lo veía todo el mundo. No hay un libro que te explique cómo hacerlo. Además, cada caso es un mundo.
Entre los consejos que te va dando la gente que te quiere, los que te cuidan… vas lidiando. Y luego el tiempo va colocando las cosas en su sitio. En mi caso, después de Los Serrano yo no quería saber nada. Luego te vas reconciliando con todo eso y hoy en día disfruto mucho de haber formado parte de esta serie que ha marcado generaciones. Al final entiendes la suerte que tuviste.
¿Entre estar en los posters de las revistas de adolescentes y que la gente cante borracha en un karaoke el «Uno más uno son siete»? ¿Con qué te quedas?
(Risas) Vaya dos opciones que me das…Pues yo creo que la segunda porque yo estaría ya borrachillo y se me daría mejor, seguro. De hecho, durante muchísimos años, los de más fama, cuando iba de gira, casi siempre terminábamos en un karaoke. Son lugares muy peculiares. Los hay distribuidos por todas las ciudades y es un buen sitio para ir, la verdad.
¿Qué música escucha Fran Perea?
Soy bastante ecléctico, pero es verdad que tengo cierta predilección por la canción de autor, no lo puedo evitar. Me he criado con mucha canción de autor en mi casa. Mucha influencia latinoamericana también. Creo que también está en mi forma de contar y componer. Ahora estoy machacando el último disco que ha sacado Marwan que me parece una delicia.
Luego escucho mucho a Drexler, Rulo y la Contrabanda, Sabina, Serrat… Y ahora también estoy empezando a escuchar algunas cosillas nuevas de las nuevas generaciones que vienen empujando.
Intentando también acostumbrarme a sonidos nuevos. Es verdad que me cuesta más y me cuesta hacer el oído. La influencia del reggaetón reconozco que me chirría. No quiero tener ese prejuicio, pero no lo puedo evitar y lucho contra ello.
¿Dónde te podemos ver estos días?
A nivel musical empezaremos gira a principios de año dependiendo de las circunstancias con el covid. Tengo pendiente el estreno de la segunda temporada de El vecino en Netflix, que intuyo que será en breve y en Orange TV estoy en la serie Kosta y otras cosas que no te puedo contar (risas).
¿Más de Cultura y menos de qué?
De política, por favor. La política nos ha fagocitado este año. No tenemos otra cosa en los medios de comunicación y es un poco agobiante.
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