Fotografía de Juanjo Marbai
Nico Casal es uno de los compositores más prometedores del panorama nacional. El joven pianista gallego iba camino de arquitecto pero su amor por la música hizo que acabase en Vigo estudiando el grado superior de piano. De ahí ha pasado por Londres, donde sentado frente a un piano acabó componiendo la música del cortometraje ganador del Oscar en 2016, Shutterer, y ha llegado a interpretar temas para Katy Perry.
Tras estar parado unos meses por culpa de una lesión, Nico acaba de presentar una nueva versión de «Ellie», en el marco de un EP en forma de recopilatorio con versiones actualizadas de sus canciones. En Más de Cultura no hemos querido perder la oportunidad de hablar con él y conocer más de cerca todos sus proyectos.
¿Cómo llegas al mundo del cine?
De casualidad. Yo estaba haciendo el superior de piano y tenía amigos del colegio que empezaban a hacer cortometrajes entre ellos. Uno de ellos, Jairo, me dijo que ya que tocaba el piano le hiciese la música para su corto. Recuerdo que le dije que era pianista y que no sabía componer. Como me insistió probé. Éramos chavales, yo tendría 17 o 18 años. La experiencia de ver una escena delante de mí sin música y tener que ponérsela fue preciosa. Me pasé muchos años siguiendo con el piano clásico pero al mismo tiempo haciendo un montón de cortos por pasármelo bien. El mundo del cine me encanta y me di cuenta de que era la combinación perfecta para mezclar el mundo de la imagen y de la música.
De componer bandas sonoras y publicidad a sacar tu propio disco… ¿cómo cambia el proceso de composición?
Viéndolo en la distancia parece un proceso bastante natural pero fueron muchos años de lucha interna porque levo mucho componiendo para cine y estaba acostumbrado a componer música para historias de otros.
Aunque la música salió el año pasado tiene más tiempo. Fue la primera vez que me atreví a componer algo mío. Es muy difícil por muchas inseguridades pero al mismo tiempo es muy liberador porque por primera vez ya no tenía un director o una escena guiándome. Tenía carta blanca y era completamente responsable de lo que hacía. Mi primer disco me lo tomé como una banda sonora pero mía.
Cuando empiezas a componer las canciones de tu primer disco, ¿lo haces con ya con la idea de compartirlo con el público o era una terapia personal?
Cuando compuse todo esto no tenía en la cabeza compartirlo con nadie ni sacarlo a la luz. Lo hice en mi habitación un poco como terapia. Como una forma de escupir todo lo que tenía dentro, de liberar. Justo unos meses después empecé a trabajar con el que es ahora mi mánager, un chico en Londres que me ayudó mucho con todo. Cuando escuchó estas demos le gustaron mucho y fue él quien me dijo que era un disco. Lo bonito de la historia es que toda la música la hice con completa libertad. Es un disco muy honesto porque no hay presiones del sello discográfico ni de ningún productor, lo hice yo solo y al final gustó y lo sacamos. Es precioso el poder expresarme con total libertad y traducirlo a un primer disco.
Describes el proceso de composición como un punto de inflexión en tu vida. Siempre se dice que la tristeza es una fuente de inspiración, ¿por qué crees que nos pasa esto?
Yo creo que tiene que haber algo ahí. En mi caso el hecho de llevar una época mal fue lo que me ayudó a mirar dentro e intentar expresarlo. Si llego a estar muy feliz, muy contento y tranquilo no creo que tuviese esa necesidad. Fue la primera vez que me vi pasando una época mala y la primera vez que me vi con fuerzas de pasarlo a la música. Creo que en las épocas malas surge la necesidad, de esto me di cuenta tiempo después.
Fotografía de «la Diapo»
Formabas parte del equipo que ganó el Oscar al mejor cortometraje por Shutterer y me imagino que hacerse un hueco en el mundo de la música y poder vivir de ello es toda una odisea. ¿Ganar el Oscar supone un seguro a la hora de conseguir trabajo?
El estar metido en ese cortometraje (que también fue de casualidad, por estar en el sitio correcto en el momento adecuado) fue un premio, una lotería que por supuesto fue un impulso importante a mi carrera. Sobre todo en Londres para que la gente me empezase a conocer un poco y a responderme a los emails. Es tan competitivo allí que poder dar una carta de presentación como es la composición de la música de ese cortometraje hizo que se abriesen puertas que llevaban años cerradas. No me cambió la vida de un día para otro pero fue un impulso grande. Esto es una carrera de fondo que lleva mucho tiempo y hay que ser constante y tener mucha suerte.
Ahora que has tocado tres de los grandes palos de la composición, el cine, la publicidad y el hacerlo para ti, ¿por cual te decantas?
La verdad es que no puedo decantarme por uno. Disfruto mucho haciendo de todo. Disfruto trabajando en una película tres meses, en una campaña que dos días y ahora que abrí la caja de Pandora con el disco ya tengo esa necesidad de seguir trabajando para mi. Estoy ya pensando en un segundo disco. No podría encerrarme solo en un disco o solo en una película. Ojalá pueda seguir dedicándome a todo un poco.
¿Qué música suele escuchar Nico Casal?
Ahora mismo estoy empezando una etapa nueva y tengo la idea de decantarme por algo más electrónico. Ahora estoy escuchando más a Jon Hopkins, James Blake, Nils Frahm. Como mi bagaje es clásico creo que también hay algo siempre ahí de la música clásica. Me encantaba escuchar a Rajmáninov, a Tchaikovsky, a Bach. Keith Jarret es uno de mis mayores influencias desde que soy pequeño por su forma de improvisar.
Es una combinación de la parte más clásica, de la parte de Keith Jarrett y de productores de música electrónica.
Recomendaciones musicales, ¿a quien deberían descubrir los lectores de Más de Cultura?
Ultimamente he descubierto grupos gallegos que me están encantando, Baiuca, Blanco Palamera o Sen Senra. Es de lo que más estoy escuchando.
No podíamos acabar de otra manera, ¿más de cultura y menos de qué?
Más de cultura y menos indiferencia.
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