Semana y mes de los orgullosos, de los que salen, de los que dibujan realidades mejores. Otros, también dibujaron a personajes de una comunidad que prácticamente no tenía siglas definidas. Porque, francamente, si uno echa la vista atrás, descubre que efectivamente, no es que no hubiera personajes LGTBI en los dibujos animados, sino que la sociedad no los descubrió o que no se crearon tramas para ellos. Y si podemos demostrar que uno puede tener un sueño (húmedo) una noche de verano citando a Shakespeare, también podemos demostrar que también había personajes LGTBI en los dibujos de toda la vida.
Por ejemplo, una de las intros de dibujos más característica de los nacidos entre los finales de los 80 y principios de los 90, La banda del patio. Diversidad había, porque los creadores consiguieron extrapolar toda la sociedad y sus prejuicios y conflictos a un patio de colegio.
Entre los personajes tan dispares, tenemos a Spinelli, cuyo verdadero nombre era Ashle. Ella misma mencionó en alguna ocasión que su nombre sonaba muy femenino y que por eso se lo cambiaba. Valiente, fuerte y espabilada, ¿no podría haber sido la L referente de aquella época? Con este artículo no pretendemos caer en los clichès, simplemente demostrar que quizá, aquellos personajes que tanto nos atraían en 2D sentaron las bases como referentes silenciosos enseñándonos que otra realidad alternativa era posible.
Por mucho que la moda hipster queer esté pegando fuerte en estos años, lo cierto es que en el 1998 la serie Los Thornberrys nos enseñó varias lecciones. Lo primero, que el sueño de todo niño era que sus padres tuvieran una caravana para poder recorrer todo el mundo de aventura. Lo segundo, que los arquetipos femeninos se podían redibujar creando personajes como Debbie, apática, inteligente y un poquito borderline.
Pero si hay un personaje de estos que se convierten en referentes instantáneos, ese es Bugs Bunny. Si has sido fan en tu infancia de los Looney Tunes, sabes de qué estamos hablando. De hecho, sobre su personaje se han construido numerosas teorías sobre su orientación sexual, alimentadas por ser el primer personaje animado en travestirse. Aficionado a vestir ropa de mujer, sombreros y maquillaje, las tramas de su personaje solían girar en torno a este cambio de rol.
Y la historia de los dibujos animados parece haber determinado que los conejos, a pesar de ser mamíferos, tienen bastante pluma. Quien haya visto alguna vez la serie Arthur, entenderá lo que decimos. ¿Cuántos como nosotros también pensaron que el mejor amigo de Arthur, el conejo, quería ser más que su amigo?
Por no hablar de su amiga Francine Frensky que al igual que Debbie, sentó las bases de que para ser femenina no hace falta cumplir con el cliché del vestidito y el rosa.
Y la pregunta es ¿han dicho algo sus creadores de todo esto? No, evidentemente son todo teoría que has formado los fans en Internet. Pero ¿no será que es necesaria una normalización del colectivo en las edades más tempranas. Que hemos como el beso gay de la serie «Star contra las fuerzas del mal», de refilón, deje de llamar la atención en un segundo plano y pase al primero.
Y ya que estamos, ahora que se acerca el Día del Orgullo Gay ¿Qué tal una carroza del orgullo dedicada a estos grandes referentes ficticios?
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