Olivia de Havilland y Kirk Douglas han cumplido ya el siglo (ella tiene 102 y él los cumple en diciembre) y los dos ha formado parte de la leyenda, del Hollywood dorado, de películas imborrables, fueron estrellas admiradas en todo el planeta.
De Havilland protagonizó El capitán Blood, La carga de la brigada ligera, Robin de los bosques, La vida privada de Elisabeth Esex, Lo que el viento se llevó, Camino de Santa Fe, Si no amaneciera, Murieron con las botas puestas, Nido de víboras, La princesa de Éboli… En su casa tiene dos Oscar (por La heredera y Vida íntima de Julia Norris) y fue nominada en cinco ocasiones.
Douglas, que lleva diez años sin pisar un set de rodaje, tuvo mucha menos suerte con el Oscar. Tiene el honorífico pero no lo ganó cuando fue nominado por El ídolo de barro, Cautivos del mal y El loco del pelo rojo. Las tres películas son un ejemplo de lo singulares que son los distribuidores españoles con los títulos. Sus títulos originales eran Champion, The Bad and the Beautiful y Lust for Life.
Otros de los grandes trabajos de Douglas, y tiene muchos, son Retorno al pasado, Carta a tres esposas, El trompetista, Brigada 21, La pradera sin ley, Duelo de titanes, Senderos de gloria, Los vikingos, El último tren de Gun Hill, Espartaco, Los valientes andan solos, Siete días de mayo, El día de los tramposos, El final de la cuenta atrás… Pocos actores de Hollywood han sido tan inteligentes a la hora de elegir o buscar papeles como Douglas.
Los dos han abandonado el cine, pero siguen activos y dando titulares o comentarios en las redes sociales. Este año Douglas subió al escenario en los Globos de Oro para presentar el premio al mejor guión. Acudió a la gala en silla de ruedas y junto a su nuera, Catherine Zeta-Jones. Antes de aparecer en el escenario, la organización proyectó un montaje de imágenes con lo mejor de su vasta carrera. Al aparecer Douglas toda la sala aplaudió a rabiar durante minutos. Se lo merece.
Tras la ovación, Zeta-Jones dijo a los asistentes: “En 1991, mi suegro, esta leyenda viva de Hollywood llamada Kirk Douglas, fue reconocido por el Sindicato de Guionistas de Hollywood por su papel en el fin de las listas negras”. La actriz, y esposa de Michael Douglas, estaba recordando que fue Douglas el que consiguió acabar con las listas negras de la Caza de brujas (por las que centenares de guionistas fueron defenestrados y arruinados por ser rojos o comunistas o parecerlo) al acreditar a Dalton Trumbo en Espartaco.
En su reciente libro Yo soy Espartaco, Douglas describe a Trumbo, que llegó a ser un guionista muy cotizado, como un tipo empobrecido que apareció en su casa conduciendo un coche viejo que apenas podía recorrer entero el trayecto hasta Beverly Hills. La vida de Trumbo cambió una noche en la que Douglas lo llamó por teléfono para decirle que le esperaba a la mañana siguiente en el comedor de Universal. Antes de colgar le dijo: “Sé puntual y no lleves sombrero”.
Al igual que Douglas, Olivia de Havilland también cambió la historia de Hollywood y luchando también contra una injusticia: desafió al sistema de estudios denunciando a la todopoderosa Warner. Lo hizo porque pensaba, y con razón, que el contrato que tenía con el estudio era casi de esclavitud (estaba obligada a aceptar sin rechistar todos los papeles que le ofrecían). Guerrera y decidida, llevó a juicio a la Warner y lo ganó contra todo pronóstico. Es más: creó un precedente judicial que hoy es conocido como “La decisión de Havilland”.
La actriz, que jamás se dejó seducir por Errol Flyn (“Hubiera arruinado mi vida”), odió a muerte a su hermana Joan Fontaine (Rebeca) y rechazó películas como Un tranvía llamado deseo, no ha dejado de ser la peleona que fue. Con 101 años demandó a los responsables de la serie Feud (sobre la enemistad entre Bette Davis y Joan Crawford) por usar su persona sin permiso y de manera fraudulenta. Su personaje, por cierto, lo encarnó la citada Catherine Zeta-Jones.
Según De Havilland, en la serie su personaje decía cosas que nunca había dicho dijo y se inventaban situaciones que nunca sucedieron. Y todo sin su autorización. Indignada, alegó que todo lo que su personaje dice sobre Crawford y Davis es falso y que jamás había llamado “puta” a su hermana Joan Fontaine porque “ese ofensivo término va mis buenos modales, clase y amabilidad”.
Pero finalmente ese juicio no lo ganó. La Corte de Apelaciones del Segundo Distrito de California dio la razón a la productora FX considerando que en ese caso prevalecía la Primera Enmienda de la Constitución, que protege la libertad de expresión.
Hoy De Havilland vive retirada en una estupenda casa en París, sigue conservando una salud envidiable y tiene todavía una prodigiosa memoria fotográfica. Por su parte, Douglas disfruta de su bisnieta Lua, hija de su nieto Cameron Douglas.
Desde MDC deseamos que lleguen al menos a los 104 años de la actriz Luise Rainer, aquella que en el 83 gritó “¡Volver a empezar!” ¿Recuerdan?
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