Conocí al director de cine Norberto Ramos del Val hace muchos años. Me fascinaba desde pequeño eso de hacer películas, pero ni siquiera había entrado en la Escuela de cine y Norber, como lo llamamos todos los que le conocemos, ya había estrenado dos cortometrajes que había movido por innumerables festivales.
Debería haber conocido antes o más a Nober. Me explico: me he relacionado con gente que dice querer hacer cine y luego no hace nada, todo se quedaba en “proyectos” en la barra de un bar. Pero Norber lo que se propone lo cumple, aunque tenga todo en contra. Porque no es un niño bien al que papá le financia sus películas o le pone en contacto con los señores de la tele o del cine. Norber es capaz de hacer una peli de trinchera en cuatro putos días con un equipo cómplice. También odia el concepto de “cine low cost”. Prefiere hablar de “cine indie”.
Una rareza en el cine patrio, Norber pretende sobre todo entretener y si hace falta importunar un poco. Su cine no es ni “de autor”, ni “de festival”, ni descaradamente comercial. Su trabajo se alimenta del de gente como Russell, Argento, Corman o Carpenter. Y hay pelis suyas que me han molado y otras que no, pero puedo decir lo mismo de los citados directores o de Jess Franco en España.
El cine español no es pobre solo por dinero, también porque no deja hueco a gente como él. Nuestro cine no debería ser solo ese cine “importante” y “con mensaje” o ese otro fabricado en cadena por las teles, el cine de comedia de pedorreta. Como bien ha escrito Antonio Trashorras, Ramos del Val rueda “sin apenas medios y desde los márgenes de una industria fílmica rendida al gusto indiferenciado y a la mentalidad de cadena de montaje generando obras sugestivas, disconformes y estridentes en el mejor sentido”.
He conocido a muchos cantamañanas y a pijos aburridos haciendo cine y no es el caso de Norber. Y si encima ves que tiene en casa un póster de Tucker, la película de Coppola, pues te tiene ganado. Porque además es de los pocos tipos que te dicen eso de “Es posible, aunque tengamos todo en contra”. Igual que Coppola con su frustrada fábrica de películas libres o Tucker con su malograda fábrica de coches únicos.
Del Val vuelve a los cines con Lucero, una peli de terror muda, con guión de Pablo Vázquez y banda sonora del propio Norberto (a lo Carpenter) y en la que Claudia Molina se desenvuelve como una castiza Catherine Deneuve en Repulsión. Se estrena el 17 de enero en el Artistic Metropol. No os la perdáis.
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