La directora Xenia Grey llegó con 13 años a España, aterrizó en Alicante desde su Rusia natal y allí vive, desacostumbrada aún a la humedad de la costa, pero feliz.
Su formación musical, siguiendo la estela familiar y después artística, en la Escuela de Arte y Diseño de Alicante, sin ni siquiera pensarlo, ha sido la combinación perfecta para dirigir junto a Cristina Vaello, el corto de animación El Olvido que este sábado 2 de febrero puede convertirse en el ganador del Premio Goya en su categoría.
Xenia y Cristina tenían un reto: contar un hecho acontecido en Alicante, similar a lo ocurrido en Guernika -bombardeo sobre la población civil- sólo que con el doble de víctimas contabilizadas en la capital valenciana, realizarlo en 2D y por tanto de manera artesanal y que se convirtiera en un homenaje a las víctimas de la tragedia, por tanto que fuera impactante pero íntimo.
El resultado, apenas 5 minutos de duración de una historia donde todo se cuenta desde la mirada inocente de unos niños, los mismos con los que Xenia Grey charló para componer El Olvido y que hoy son octogenarios.
«Cuando hablaba con estas personas que vivieron en primera persona ese día, cada una tenía su propio recuerdo, pero todos coincidían en las sensaciones que experimentaron. Eso es lo que finalmente quisimos incorporar a la historia».
Para transmitir sensaciones nada mejor que la música y en esta historia es fundamental porque «El Olvido» no tiene diálogos. Está concebida como una obra universal comprensible en cualquier idioma. Así, la música se convierte en el hilo argumental y la que incorpora el ritmo y la tensión dramática al cortometraje. Compuesta por Alejandro Saura encaja de manera natural y extraordinaria con la trama de la historia.
Xenia Grey nos explica cómo compuso, una vez terminado el storyboard, el ritmo del cortometraje. Ayudada por un metrónomo, medidor del ritmo cardíaco -aquí ayudó la formación musical de la que hablaba al principio- fue incorporando imágenes al compás del corazón. Según se acentuaba la tensión, el ritmo cardíaco aumentaba y a la par la consecución de imágenes. Así hasta llegar a las 140 ppm y culminar.
Cuando la maestría de Alejandro Saura tradujo este ritmo en música, la adecuación fue perfecta. El cortometraje estaba listo.
Xenia se siente feliz, es su primer trabajo como directora, junto a Cristina Vaello, y el sábado asistirá a la Gala de los Goya donde su trabajo ya ha sido reconocido entre cientos de cortometrajes que optaban a las nominaciones. Pero no sólo está contenta por esto:
«Todos los cortometrajes de animación que compiten son trabajos hechos en 2D. Es la animación tradicional, artesanal que ahora, de nuevo, vuelve a valorarse».
En tiempos donde realidades virtuales, tecnología punta y robótica parecen ganar la partida, también existen lugares donde narrar ciertas historias requieren de unas manos artísticas que creen a ritmo cardíaco.
«El Olvido» requería de este arte. Porque el recuerdo de aquellas personas que vivieron el bombardeo de su ciudad el 25 de mayo de 1938, sólo podía recrearse a mano y de corazón.
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