La crisis del Covid-19 ha puesto patas arriba a muchos sectores, entre ellos el cinematográfico. Con estrenos cancelados y fechas en el aire, toca reinventarse y así lo está haciendo José Luis Rebordinos al mando de uno de los festivales de cine más importantes de nuestro país: el Festival de cine de San Sebastián. Aunque ya anunciaba que habría cambios de secciones para su edición 2020, ha tenido que remodelarse y hermanarse con otros festivales prestigiosos a nivel internacional.
Más cine de Latinoamérica y Europa
Quizá una de las modificaciones más significativas ha sido el cambio en su sección Cine En Construcción por sendos works in progress para Latinoamérica y Europa. En nuestra charla con el director del festival José Luis Rebordinos, recalca precisamente su interés en estos mercados: «Hace falta apertura de miras. Sobretodo por los que programamos festivales. Creo que el cine latinoamericano ya está ofreciendo esa variedad. Ahora los festivales tenemos que hacer ese esfuerzo para atraer a nuestra programación todo tipo de cine».
Forma parte del acuerdo al que han llegado EGEDA, Platino Industria y el Festival de San Sebastián para facilitar a este tipo de películas y que puedan llegar a todo tipo de públicos. Precisamente porque cree que pese a los buenos títulos, nuestro país es todavía reticente a este tipo de nacionalidades: «En España, así como por ejemplo el cine francés tiene una implantación bastante buena, el cine latinoamericano es un cine que funciona regular en taquilla. pero poco a poco, espero que con el trabajo de todos, consigamos que cada vez se vaya viendo más. No solo en las salas de cine sino también en las plataformas».
Eso sí, también hay espacio para la auto-crítica sobre el tema: «los propios festivales, es una auto-crítica, hemos hecho un poco una selección desde el primer mundo al tercero; y lo digo con todas las comillas del mundo. Nos ha gustado mucho la porno-miseria, la pobreza de América Latina, el tema exótico de las comunidades indígenas, y creo que ahora, afortunadamente, hay un cine mucho más amplio. Desde el cine comercial, hasta el cine más radical, con un amplio espectro en medio».
Festival online para recaudar fondos y calentar motores
De su capacidad de reinventarse surge también la iniciativa We Are One: A Global Film Festival un evento que tendrá lugar a través de Youtube y que unen sus fuerzas con otros prestigiosos festivales como son Cannes y la Mostra de Venecia, Tribeca o la Berlinale. Los beneficios de este festival gratuito irán destinados a la recaudación de fondos para la Organización Mundial de la Salud y paliar así la crisis del Covid-19.
En total, 20 principales eventos de cine que incluyen el Festival de Cine de Cannes, el Festival Internacional de Cine de Toronto, el Festival de Cine de Sundance, el Festival Internacional de Cine de Berlín, el Festival de Cine de Tribeca, el Festival de Cine de Venecia y el Festival Internacional de Cine de San Sebastián del 29 al 7 de junio.
Industria y público atraídos por igual
Quizá una manera de derribar el muro por el cual en ocasiones parece que estas citas cinematográficas tienen más que ver con la industria que con el público en si, ante lo que Rebordinos expone que, precisamente, su festival es muy de público: » aunque tenemos una parte de industria fuerte y tenemos prensa internacional, tenemos 178 mil espectadores en 9 días en una ciudad de 186 mil. En nuestro caso el público importa mucho».
Con respecto al prestigio de las películas ante el público, eso ya es otro tema y otros factores: «yo creo que no importan tanto las que son premiadas o no premiadas como las que salen fuertes del festival. Ha llegado un momento determinado que para una película española estar en San Sebastián es muy importante. Lo notamos porque todos quieren estar. Y lo notamos porque la película que sale fuerte o de la que se habla mucho luego suele funcionar. Puede que tenga premio y no funcione pero una película, por ejemplo, como la de Amenábar el año pasado (Mientras dure la guerra), que hubo un montón de debate a favor y en contra, luego hizo una recaudación espectacular».
Sin embargo reconoce que existen otras con las mismas características que luego no funcionan. Por eso no cree en las normas fijas pero sí en el poder de los festivales para que las películas lleguen a estrenarse: «sirven para que se estrenen. Películas que pueden ser vistas en varios países gracias a que han estado en San Sebastián. Ayuda a dar visibilidad. Ahora los festivales tenemos que hacer ese esfuerzo para atraer a nuestra programación todo tipo de cine».
Proyectos arriesgados
Y es que el José Luis Rebordinos que nació en Rentería y gestionaba el cineclub de la localidad es el mismo amante del cine que lleva años dedicándose al Festival de San Sebastián, cree que el arte, como el cine, tiene que tener un componente provocador, pero sobre todo de carácter intelectual: «cuando me refiero a la provocación muchas veces no me estoy refiriendo a secuencias bestiales o complicadas de ver, puede ser una provocación intelectual, pero, para adultos, todo vale» y reconoce que las verdaderas provocaciones para él son las que le ponen la cabeza patas arriba: «el arte tiene que conseguir ponernos la cabeza patas arriba que nos hagamos preguntas, que no nos sintamos cómodos, que nos perturbe, que nos haga plantearnos cosas. Ese es el arte y el cine que me interesa. La literatura y el teatro que me interesa».
De su época en la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián guarda los «recuerdos más bonitos» de su vida: «Era un festival al que quería mucho y que probablemente hoy sería imposible porque, probablemente, nos darían estacazos por todos los lados». Como por ejemplo, les pasó con A serbian film, que según él programaron por luchar por la censura, no tanto por el contenido polémico del film.
Ahora, que se pone desde hace años a los mandos de un festival con amplio presupuesto, reconoce que se arriesga menos: «tienes muchas mas servidumbres, pero no porque nadie te diga lo que tienes que hacer ni por ningún tipo de censura, sino porque tú mismo te auto-obligas a una serie de cosas. Yo siempre he dicho que si hiciera el festival que a mi me gustaría tendría que hacer otra cosa, mucho más loca, más arriesgada, pero cuando yo soy responsable de 34 personas todo el año, más de 650 durante el festival y de 8 millones y medio de euros tengo que ponerme el traje de alguien que dirige ese festival. Que me encanta y es diferente, pero obviamente soy un poco menos libre que cuando hacía la semana de terror, donde también era menos libre que cuando organizaba un cineclub con mis amigos en Rentería».
El criterio de selección
Sobre los criterios, la cosa tiene también mucho que ver con los gustos personales: «En es que la película te parezca importante o te guste por diferentes razones. Por cómo trata el tema o cómo es formalmente. Y luego, por la propia responsabilidad a la hora de hacer un festival es un puzle».
«El 80% de las películas que pones te gustan pero hay un 20% que tiene que ver con la propia política del festival. A veces tienes que seleccionar una película que te gusta un poco menos pero que te va a dar publicidad y necesitas cubrir un presupuesto. A ti te gusta un poco menos, pero te parece que se puede poner y la pones. Decir lo contrario sería mentir. Yo creo que no hay ningún festival donde la pureza de selección sea al 100% y además creo que si fuera así, sería un error».
Como su trabajo es un continuo, no han parado durante la cuarentena y esperan que se desarrolle con «cierta normalidad» cuando en septiembre la crisis se haya solventado: «El festival es lo menos importante en esto, creo que hay que ser consciente de las prioridades. Lo importante es que volvamos a hacer una vida normal».
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