La anamorfosis, en rasgos generales, es un procedimiento óptico por el que una lente deforma la imagen por los laterales para conseguir una ultrapanorámica. Esta técnica, comenzó a utilizarse en los 50 cuando la 20th Century Fox presentó el conocido como “Cinemascope”.
Estas lentes anamórficas, diseñadas en sus inicios por Henri Chrétien, funcionaban cuando al rodar en 35mm, comprimían la imagen verticalmente pero con una misma altura (como un acordeón). A la hora de proyectarse en el cine, el negativo se descomprimía y se estiraba prácticamente el doble que una imagen convencional.
Rodar con este tipo de lentes implica que nuestra imagen final va a presentar una serie de distorsiones y un rendimiento óptico menor (más grano y menos píxeles). Entonces, ¿por qué nos empeñamos entonces en seguir rodando con ópticas anamórficas? Por una cuestión romántica.
¿Por qué seguimos escuchando la música en vinilo, si la calidad es mejor en un aparato surround? ¿Por qué compramos Polaroid y le ponemos filtros vintage a nuestras historias de Instagram? Por una cuestión romántica.
Ópticas por y para el cine
Para los y las puretas del cine, rodar en anamórfico es desvincularse de las producciones “fast-food”, de los contenidos creados para plataformas. Son auténticas lentes de cine, y esa pérdida de calidad óptica se compensa con un intento de recuperar la estética del celuloide tradicional (el famoso grano que tanto nos gusta).
Además, esas distorsiones de las que os hablaba más arriba también tienen cierto grado de romanticismo dentro del mundo cinéfilo. Estas “aberraciones” se observan por ejemplo en los fondos estirados. Un ejemplo perfecto es el de la película Ex machina. Podemos observar como en los interiores de la vivienda las líneas verticales del fondo se estiran hacia los lados combándose y generando esa distorsión tan personal.
Nolan, que es otro pureta de las lentes anamórficas, las ha utilizado junto a su director de fotografía de cabecera, Wally Pfister, en películas como El caballero oscuro. En estas entregas de Batman se puede observar a la perfección otro rasgo característico de la anamorfosis, los óvalos luminosos del bokeh. El formato anamórfico tiene una profundidad de campo menor que la del formato esférico, así que vamos a tener más fondos desenfocados. Debido a esa “compresión” vertical, estos óvalos luminosos se verán más alargados que con una lente convencional.
Nolan también ha rodado en este formato películas como El truco final o Interestellar.
Otro trabajo increíble rodado en anamórfico es el del gran Vittorio Storaro en Apocalypse now. Aquí podemos observar otra distorsión característica de las lentes anamórficas, la de los flares alargados. Estos destellos luminosos estirados también los hemos visto en películas como Transformers, Alien o en Star Trek (la de 2013).
Este tanto romántico también se lo sumamos a Lucas, la película que se estrena en salas el próximo 25 de junio de la mano de Begin Again Films y de cuya fotografía se encarga Jon D. Domínguez. Galardonada con el premio a Mejor Fotografía en el Festival de cine de Alicante, demuestra que el formato anamórfico está más vivo que nunca. Y que una vez leído este artículo, ver el cine puede convertirse en una experiencia totalmente distinta.
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