Ya hemos hablado por estas páginas de esas abuelas que, por alguna extraña razón, se vieron implicadas en el tráfico de drogas en la Galicia del siglo pasado. Sin embargo, este oro negro conocido como el cornezuelo, era mucho más que eso, constituyó un antes y un después para la sociedad gallega. Así lo refleja el documental Negro Púrpura, dirigido por Sabela Iglesias y Adriana P. Villanueva que nos habla de este hongo alucinógeno. El documental verá la luz el 24 de septiembre de la mano de Begin Again Films.
En Más de Cultura hemos hablado con Sabela Iglesias que nos cuenta, que todo surge de una conversación: “Mi abuela cuando era joven traficó con LSD”, lo demás, lo tienen en el metraje de Negro Púrpura.
¿Cómo llegáis a esta historia?
Todo empezó en el año 2016 cuando una amiga nos comentó en una comida que se acababa de enterar de que su abuela cuando era joven había traficado con LSD.
Nos quedamos perplejas y seguimos preguntando. Empezó a contarnos la historia del hongo, que para ella misma era desconocida.
«Eran ellas las que recogían el hongo y traían una aportación a casa»
Nos parecía cada vez más interesante. Porque no era solo un recurso económico, sino que estaba conectado con la religión, la medicina popular, con la industria farmacéutica, la salud femenina… incluso la propia economía de las mujeres, porque eran ellas las que recogían el hongo y traían una aportación a casa cuando eso no era muy común.
Para nosotras se habrían muchos mundos y que de algo tan pequeño pudiésemos contar algo tan grande nos parecía muy amplio. Empezamos a redactar y presentar el proyecto y en el 2018 pudimos empezar con la investigación, el trabajo de campo y las entrevistas. Que fuese documental era obvio porque nos gusta trabajar con la imagen y tenía que ser así.
El documental nos habla de un hongo alucinógeno, quizá es el tema llamativo, pero también nos habla de la identidad del pueblo gallego.
Sí, para nosotras era muy importante rescatar esta historia porque nos parecía que los personajes que fueron protagonistas no eran conscientes del valor de todo lo que había sucedido. Era como hacer justicia histórica. Porque realmente sí que fue importante lo que hicieron, las conexiones mundiales que consiguieron. Poner en valor eso nos parecía interesante.
«Siempre se nos contó que el rural es pasivo y realmente fuimos el centro del mundo»
Los retratos, más allá de la información sobre el hongo, también nos parecía interesante retratar esos espacios, ese cambio tan brusco de actividades y de vida que pudo haber desde los años 50 hasta ahora.
También retratar que siempre se nos contó que el rural es pasivo, parece que no está conectado o que está aislado y nos apetecía contar cosas que no se cuentan. Realmente fuimos el centro del mundo. Marcábamos los precios a nivel internacional. Poner en valor la historia, la identidad y toda una sabiduría que no está valorada.
¿Fue fácil contar con estas voces?
La verdad es que nos sorprendimos porque la gente tenía muchas ganas de contarnos y explicarnos. Nos abrían las puertas de sus casas. No sé hasta qué punto eran conscientes.
«La enfermedad que provoca ingerir el hongo con el pan se llama Fuego de San Antón«
La investigación tuvo muchos pasos: primero entrevistas solo con grabadora, meses después grabamos las primeras imágenes… para nosotras era importante tener un vínculo y ganar la confianza. Darles algo nuestro y que ellos nos diesen esa historia. Fue maravilloso el preestreno en el museo porque poder encontrarlos a todos en una misma sala y compartir con ellos la peli.
¿Hay contenido que se haya quedado fuera de Negro Púrpura?
Sí, hubo alguna grabación de alguna festividad en Galicia. La enfermedad que provoca ingerir el hongo con el pan se llama Fuego de San Antón y para nosotras era muy importante la presencia del fuego y esos ardores en la piel. De alguna manera hacer la metáfora con el fuego. Hicimos alguna grabación en festividades donde el fuego era muy importante pero finalmente no están tan presentes en el documental.
A nivel de contenido hay muchísimo más en los brutos pero claro, hay que acotar y queríamos hacer un documental tipo collage. Hay otra información importante que se quedó fuera. Por ejemplo, en las primeras grabaciones hubo mujeres que nos hablaron de cómo gestionaban los dolores de regla.
Los que ofrecen su testimonio lo veían como algo normal, ¿Crees que ahora sería más difícil que pasase algo así con la sobre información que tenemos?
Realmente yo creo que las personas que recogieron el cornezuelo del centeno no eran conscientes de sus usos. Lo recogían, lo vendían y se decía que iba para las enfermedades pero no se sabía muy bien. Incluso algún testimonio nos llegó a decir que iba para las armas de la guerra. Hay una confusión generalizada. Realmente la gente lo vendía porque daba dinero y ahí se quedaba la historia, no se sabía más.
A día de hoy se podría dar, pero habría más información. Creo que hay dos niveles. Por un lado estarían los comerciantes que sí que sabían los precios y las personas campesinas que realmente lo que querían era llevar un dinero extra a casa y les daba igual el uso y para lo que sirviese eso.
Sin duda una historia curiosísima que a partir del 24 de septiembre Negro Púrpura se podrá ver en la gran pantalla. Sus personajes auténticos, su banda sonora psicodélica y la idiosincrasia gallega son el telón de fondo para una historia alucinógena.
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