La ciudad de Madrid está ocupada por algunas estatuas de bronce que llenan sus calles de arte e historia. No es uno de los reclamos artísticos ni turísticos más populares por lo que habituales y viajeros suelen ignorar la historia de estas figuras. Cada una de ellas, representa una leyenda o una memoria de la ciudad y abren la puerta a descubrir la historia de la ciudad.
El vecino curioso
Entre la calle Mayor y la calle de la Almudena, se encuentra la escultura El Vecino curioso. Es obra del artista Salvador Fernández-Oliva. La escultura representa a un señor con boina apoyado sobre una barandilla mientras observa unas ruinas en plena calle Mayor. El hombre observa los restos arqueológicos de la Iglesia de la Almudena.
Lo curioso de esta estatua es pararse con ella e investigar la procedencia de esos restos. Pertenecen a la Iglesia de Santa María de la Almudena, el que se supone que es el templo más antiguo de la ciudad. Esta Iglesia está construida sobre la antigua mezquita del Mayrit musulmán. Investigar sobre el pasado árabe de la ciudad, el peso de las construcciones y culturas musulmanas sobre la capital, ayudaría a frenar la ola ultraconservadora y racista que gana fuerza en la ciudad.
El barrendero de Jacinto Benavente
Esta quizá sea una de las figuras más conocidas de la ciudad. En la plaza de Jacinto Benavente podemos encontrar esta estatua de Félix Hernando García. La escultura de bronce es del año 2001 y es un homenaje al oficio del barrendero.
La escultura, que representa a un barrendero de la década de 1960, está realizada en bronce y se encuentra anclada directamente al suelo. La figura, vestida con el uniforme tradicional de aquella época, se ha tallado en posición de trabajo, empujando un cepillo de barrer.
Accidente aéreo
Cerca de la Plaza Mayor, en la Calle Milaneses 3, llama la atención una figura que se localiza en lo alto del edifico. Un hombre con alas parece que se choca boca abajo con la superficie del edificio. El autor es Miguel Ángel Ruiz Beato.
Cuando apareció la escultura en 2005, las teorías apuntaban a que era una representación de Lucifer después de la estatua del ángel caído en el parque del Retiro. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, su escultor explicó que la figura representa a un hombre alado que habitaba los prados de Madrid. Sale a volar y vuelve a la zona 10.000 años después, confiado, de espaldas, ignorando que sobre el paisaje que él conocía se había construido una ciudad. Por eso choca contra el edificio y ese ángel al que algunos confunden con el demonio, es un pobre desnucado por despiste.
La abuela rockera
En el barrio de Vallecas podemos encontrar la estatua de La abuela rockera, obra de Carmen Jorba. Ángeles Rodríguez Hidalgo (1900-1993) era una mujer argentina afincada en el barrio de Vallecas. Su nieto Pol Morollón la introdujo en el heavy y Ángeles se convirtió en asidua de los conciertos de rock and roll de la ciudad de Madrid.
El monumento, promovido por varios grupos españoles e inaugurado el 16 de mayo de 1994, fue sufragado con la recaudación de un concierto celebrado en la sala Canciller, y con las aportaciones de la tienda Madrid Rock y del artista Mario Scasso, amigo personal de la anciana. La estatua reproduce la portada del disco Toca madera de Panzer, que Ángeles protagonizaba con un famoso gesto de la mano cornuda representativo del rock.
Tras Julia
En el barrio de Malasaña, al final de la calle Pez, encontramos esta obra de Antonio Santín Benito. Representa a una joven que en el siglo XIX se hizo pasar por un chico para asistir a la Universidad Central de la calle San Bernardo, donde solo se permitía el acceso a hombres.
Hay quien dice que Julia es una representación de Concepción Arenal, quien a los 21 años de edad se hizo pasar por un chico para acceder a la facultad de derecho de la Universidad Central.
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