Hace 90 años se estrenó la que posiblemente sea la película de estudio más censurada de todos los tiempos. Freaks, de Tod Browning, fue reeditada, prohibida y tachada de inmoral, obscena y repugnante por tener actores no profesionales y con tremendas malformaciones físicas y mentales. Hoy, y desde hace décadas, la película es una obra cumbre del cine fantástico y ha influido a directores como Tim Burton o David Lynch y ha sido homenajeada en series y películas como American Horror Story o Toy Story. Puede que hasta la famosa cena de Viridiana tenga algo de la cena de Freaks en la que los deformes personajes gritan “One of us! One of us!”.
Tras el gran éxito Drácula, la Metro Goldwyn Mayer contrató a su director, Tod Browning, que había trabajado en un circo en su juventud, tanto como payaso como contorsionista,
para dirigir Freaks. En ella, y por primera vez en el cine, participarían personas con malformaciones, nada de actores maquillados y con prótesis. Los elegidos por MGM fueron, entre otros, las siamesas Hilton, los enanos Harry y Daisy Earles, Angelo Rossitto y Johnny Eck.
El ambiente en el rodaje fue muy tenso. Algunos técnicos se negaban a almorzar en el mismo economato con los actores discapacitados y en el set los humillaban e insultaban a diario. El famoso escritor F. Scott Fitzgerald conoció aquel economato porque era miembro del departamento de guion de MGM cuando se estaba rodando Freaks. De hecho, un día, cuando entró en el economato para almorzar y vio a las hermanas Hilton (una leyendo el menú y la otra aparentemente entendiéndolo) Scott Fitzgerald se horrorizó, sintió náuseas y salió despavorido del comedor.
La película, un cuento de terror ambientado en un circo y que habla de un hombre con enanismo que hereda una gran fortuna y es seducido por una trapecista, nació como clásico nada más llegar a las salas. De hecho, aunque el jefe de producción, Irving Thalberg, decidió amputar Freaks tras una desastrosa proyección de prueba, no pudo cancelar el estreno mundial en el Fox Theatre de San Diego, con capacidad para 3000 espectadores. Este es el único cine en el que los suertudos espectadores vieron la versión sin cortes. Fue tal el fenómeno creado en pocos días, que las multitudes batieron todos los récords de taquilla del Fox Theatre. Además, se corrió la voz de que Freaks estaba a punto de ser remontada y amputada. Muy rápidos, los dueños del teatro anunciaron: “¡Tu última oportunidad de ver Freaks en su forma sin censura!”.
Aquellos fueron años únicos e irrepetibles para los grandes estudios y el cine norteamericano porque todavía no existía el Código Hays, una censura salvaje que afecto a Hollywood durante décadas. Aun así, MGM recortó casi media hora de Freaks hasta dejarla en solo una hora, que es la única duración que se conoce. Por desgracia, a principios de los 30 nadie se molestaba en guardar descartes y escenas eliminadas, por lo que nunca podremos ver el director’s cut de Freaks.
Aunque el público quedó fascinado, la crítica no la entendió y la machacó. Algunos espectadores salieron horrorizados de las salas y hasta una mujer amenazó con demandar a MGM por provocarle un aborto espontáneo. Finalmente, Freaks fue censurada en todos los Estados Unidos y no se volvió a proyectar en un sala hasta pasados 30 años, en el Festival de Venecia.
A día de hoy, la película sigue siendo un puñetazo contra la moral burguesa y hasta contra su religión. Una de las primeras frases del film es que sus protagonistas, espantosamente deformes, “no pidieron venir al mundo”. El film, con guion de Clarence Aaron ‘Tod’ Robbins, Willis Goldbeck y Leon Gordon, está trufado de dardos contra la religión. “No tengáis miedo”, dice una cuidadora de los monstruos. “Dios cuida de todos sus hijos”.
Su tesis principal, eso si, es que los verdaderos monstruos, son los individuos aparentemente normales. Igual que en King Kong la verdadera bestia es el ser humano, en Freaks los seres más horribles son la trapecista y el hombre forzudo, su amante. Apolíneos por fuera, monstruosos por dentro. “Asquerosos monstruos babosos”, los llama el pequeño protagonista.
Por desgracia, la polémica hizo que la carrera de Tod Browning quedara marcada para siempre y el film fue destrozado por Thalberg en la sala de montaje. Aun así, Freaks sigue siendo una película tremendamente humanista y hasta feminista (es tan moderna y poética que denuncia la violencia de género a la parte femenina de un personaje que es mitad hombre y mitad mujer).
Si no la han visto todavía, no se la pierdan. La tienen en Filmin.
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