Casi diez años pasaron desde que la cineasta argentina Natural Arpajou decidiera escribir un boceto de situaciones autobiográficas, transformarlo en guion y convertirlo en lo que es hoy la película Yo niña. Desde el 31 de marzo y tras su exitoso paso por el Festival de Cine de Málaga se puede ver en los cines españoles.
“Mi mamá me deja hacer todo menos comer carne y ser esclava del Sistema” Es una de las frases del guion que podría definir esta aventura. El paisaje que la directora elige como escenario es esa Patagonia argentina donde, a día de hoy, todavía existen comunidades de personas que han decidido conectarse con la naturaleza de una manera más radical. Precisamente es la postura de la pareja protagonista de Yo niña, que se muda a la zona buscando huir del estilo de vida capitalista. Sin embargo, tras descubrir que no todo es tan fácil y tratar de volver a la ciudad, se darán cuenta de que allí tampoco encajan.
Al igual que todas las películas de Arpajou, ella misma nos cuenta que esta también se nutre de cosas que a ella misma le han pasado: «Me pasó algo que me cambió la vida. Empecé a escribir sobre eso y con el tiempo guardé la esencia de lo que me pasó y armé la película». Ella también vivió del modo en el que vive la niña protagonista, la hija de la pareja: «no es una historia biográfica pero sí que tiene muchos elementos autobiográficos».
La creadora reconoce que ella no es muy de dar mensajes con sus películas pero sí cree que sus trabajos son una manera de dialogar con la gente y de entablar una conversación: «La película es la mirada de una nena hacia estas decisiones tan drásticas de los padres que, aunque con buenas intenciones, están siendo egoístas al no ver que arrastran a alguien».
Se hace inevitable comparar Yo niña con otros títulos que versan sobre el mismo tema, como Captain Fantastic o Leave No Trace, sin embargo, en Yo niña, Natural se centra en retratar la realidad y evidenciar que no todo es tan fácil como parece.
La película se presenta con la imagen de la niña mirando al cielo pidiendo un rescate, un asunto que se resolverá al final del metraje, con esa reflexión sobre si encaja o no en un hábitat que ella no ha elegido: «Dentro de todo eso hay un montón de cosas, hay que estar muy preparado para esta vida tan despojada de todo. Yo estoy a favor de la vida en la naturaleza, de un montón de cosas, pero cuando se plantean cosas tan extremas, como les ocurre a los personajes, no están preparados ni para el entorno ni para ellos mismos en ese entorno».
Así, la cinta se va descubriendo como una historia sobre las rupturas y lo idílico: «El humano es complejo y nunca está tan preparado para tanto amor y tanta paz. Es un ideal pero es muy difícil de construir».
Aunque esta sea su primera película, lo cierto es que la argentina cuenta con una amplia lista de cortometrajes a sus espaldas, una experiencia que, precisamente, le ha servido mucho para adentrarse en el terreno de la dirección, terminando ya dos películas más posteriores a Yo niña. «Entre medias filmé muchísimos cortos, trabajé en televisión… y me sirvió muchísimo para estar un poco más preparada. Sobre todo porque llegás ahí y es algo íntimo, porque la filmé en mi pueblo. Fue muy fuerte no solo por el tiempo y por el equipo sino porque fue una experiencia que volvió a hacer bisagra en mi vida y me cambió muchísimo».
Cuando le preguntamos por la percepción del público sobre que los cortometrajes son un arte menor, la cineasta lo compara con la literatura: «Es como la diferencia entre una novela y un cuento. El cuento no es menor por ser más corto, el cuento necesitaba ese tiempo para ser contado y vos tomás al cortometraje así. La historia que yo estoy queriendo contar en Yo niña no la puedo contar en 15 minutos porque hay una profundidad de los personajes que tengo que contar, un desarrollo en el tiempo. Un montón de cosas que en un cortometraje no hubiera podido». Por eso sostiene que esta labor y el cambio de formato le ayuda a conocerse como realizadora.
Sobre los problemas que encuentra el cine para financiarse y salir adelante en países como Argentina, Natural está de acuerdo en que «Latinoamérica tiene muchos problemas con la cultura y en Argentina la mayoría del cine es pequeño». Con el poco dinero que impera para estos menesteres, aunque se trata de un asunto que estimula a los autores, esto no siempre significa que las películas tengan una buena proyección internacional: «acá hay muy poco cine taquillero porque Latinoamérica absorbe el cine yankee «. Nos cuenta que cuando ya estás preparando el tercer proyecto, como es su caso, «parece que das ese paso y respirás. El cine es como mi manera de vivir».
Precisamente sobre esa manera de vivir van los dos proyectos que tiene entre manos, sobre las historias que se gestan en los barrios con menos recursos de Argentina donde ella misma impartió clases irá Libre, una película donde la mayoría de los protagonistas son los chicos de ese barrio y gente famosa que fueron a hacer pequeñas participaciones: «muchos de mis alumnos estaban dentro del equipo técnico. Hicimos una mezcla entre los profesionales del cine y mis alumnos que ya estaban muy formados. Se pudo filmar antes de la pandemia y la estamos editando».
La siguiente se llama Unicornio, una coproducción con Colombia sobre la búsqueda del amor de cuatro mujeres: «Hay personajes que se animan a amar y hay otros que deciden amarse bien. Va de lo complejo que es narrar y entender el amor a través de cuatro mujeres protagonistas».
Por el momento, sobre otro tipo de conflictos y reflexiones sociales, Yo niña.
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