La conocida publicación Variety nombraba a Rocío Mesa como una de las 10 mujeres españolas más prometedoras de la industria del cine en 2017. Desde entonces, una productora propia, varios proyectos cinematográficos y muestras de cine después, Rocío Mesa reconoce que ha sufrido de ese síndrome de la impostora que acompleja a muchas mujeres que luchan contra las barreras de una industria compleja. El próximo 27 de mayo verá la luz su proyecto como productora, el film Alma Anciana Mbha Jhiwo (Begin Again Films).

Dirigido por Álvaro Gurrea, nos lleva la Indonesia profunda para ofrecernos de tres conceptos ideológicos que sobreviven y conviven entre sí en sus gentes gracias a la fe. El director, economista de profesión se lanza a la piscina, o al volcán, según se mire, para tratar, con actores, que son realmente los personajes reales de la historia, temas universales desde un prisma de lo más original. Hablamos con su productora, Rocío Mesa, del proceso de producir cine y conseguir llevar a las pantallas proyectos como Alma Anciana.

Eres fundadora de My Deer Films ¿Por qué la decisión de fundar tu propia productora?

Surgió en 2013 de forma orgánica, por la necesidad de auto-producirme como cineasta. Sin embargo, con el paso de los años, ha pasado a convertirse en una herramienta con la que formar comunidad y apoyar creaciones cinematográficas independientes ideadas por autores que se proponen explorar nuevos caminos narrativos y estéticos.

El buque insignia ahora es Alma Anciana, que llega a los cines en los próximos días. ¿Cómo te metes en esta aventura por Indonesia?

De una forma muy mágica, como la película misma. Conocí a Álvaro a través de su mujer, Carolina Diez-Cascón (Directora de Arte de Alma Anciana). Ella y yo éramos amigas desde hacía varios años (antes de que Álvaro estuviese en nuestras vidas) y habíamos colaborado en varios proyectos creativos de diferente índole.

En ese momento, Álvaro trabajaba como economista y se encontraba en una encrucijada vital, quería reinventarse y me pidió consejo porque su intuición lo llevaba hacia el cine. Le animé a hacer el master de documental creativo de la Pompeu Fabra. Lo que ocurrió después fue a mis ojos milagroso: Álvaro pasó de no saber nada de cine a deslumbrar rápidamente como un claro prodigio.

«Partíamos de dividir las tres cosmovisiones que coexisten y de una línea que las unía a todas: la búsqueda de la fe»

Debido a su trabajo, Álvaro y Carolina pasaban la mitad del año viviendo en Indonesia. A la vuelta de uno de sus viajes, Álvaro me enseñó unas imágenes que había filmado él solo siguiendo una especie de certeza muy amateur, pero definitivamente brillante. Cuando las vi, supe que estaba ante algo muy interesante. Él necesitaba a una compañera de viaje que lo guiase en su primera experiencia cinematográfica y a mi me apetecía mucho acompañar a un amigo que encerraba un talento tan especial.

¿Cómo llegáis a una historia tan peculiar? ¿Cómo es la pre-producción de un proyecto como Mbah Jhiwo?

La película se construyó a lo largo de unos cuatro años en los que se hicieron numerosos viajes a Indonesia y diferentes rodajes. En cada filmación se iba desgranando el fruto y se revelaba cada vez más el centro de la historia. Partíamos de la visión de Álvaro de dividir las tres cosmovisiones que coexisten en Java (animismo, islamismo y capitalismo) y de una línea que las unía a todas: la búsqueda de la fe (un tema muy conectado con los intereses personales del director).

«He sufrido mucho del síndrome de impostora, como nos ha pasado a casi todas»

A partir de ahí fuimos construyendo. Fue un proceso creativo muy bello, colaborativo, en el que los actores participaban de forma activa y la película estuvo viva hasta el final. Las fronteras entre la vida y el cine quedaron desdibujadas y pudimos gozar de las ambrosías del tiempo y la libertad de la creación independiente, que no está atada a los herrajes de la industria.

Sin embargo ya probaste el terreno de la ficción en Secaderos ¿Por qué fue tan importante este proyecto?

No creo en las diferencias entre la ficción y la no-ficción, sino que lo veo todo como creación. Secaderos ha sido mi primera experiencia como directora y guionista en la que he trabajado dentro de un esquema de producción más tradicional, acompañada en este caso por Olmo Figueredo de La Claqueta. Ha sido un gran aprendizaje para mí y estoy deseando entregarla al mundo cuando llegue el momento de su estreno en festivales, que se vaticina para este 2022.

Fuiste nombrada por Variety en 2017 como una de las 10 mujeres españolas más prometedoras de la industria del cine. ¿Esto no da un poco de vértigo? ¿Todos estos reconocimientos sirven realmente a la hora de enfrentarte a nuevos proyectos?

He sufrido mucho del síndrome de impostora (como nos ha pasado a casi todas), así que estos empujocitos sirven si acaso para sacar fuerza y seguir haciendo aquello que amas con menos dudas, sintiéndote más apoyada, menos intrusa, más segura del camino que has elegido.

Las mujeres en el campo de la producción lo siguen teniendo más complicado. En tu caso, ¿Notas esas barreras a la hora de enfrentarte a tu trabajo? Al margen de las barreras habituales de la industria audiovisual que ya es complicada de por si.

Intento trabajar con empresas como Begin Again, donde todo el equipo esta formado por mujeres, precisamente para que juntas vayamos tumbando esas barreras. Juntas siempre es mejor.

En los últimos años hemos visto un alzamiento del género documental. El año pasado vimos ganar en los Premios Goya a un documental por mejor montaje. Sin embargo, al margen de las plataformas sigue costando llegar al público en salas con este género ¿Por qué crees que sigue ocurriendo esto?

Quizás el problema esté en diferenciar los documentales de la ficción, en vez de clasificar ambos géneros como películas, como cine, sin etiquetas ni distinciones.

Como espectadora ¿Cuáles son los contenidos audiovisuales que le gusta consumir a Rocío Mesa?

No me considero una persona especialmente cinéfila comparada con muchas de mis compañeras. Me interesan las artes en general y no tanto el cine en particular. Me encontrarás habitualmente en pequeñas salas conciertos o en pistas de baile, en jardines, en exposiciones, detrás de libros y novelas gráficas…

Pero si hablamos de cine, me rechifla descubrir nuevas voces dentro del independiente y mi debilidad es el experiemental. También veo series bonitas de vez en cuando, como toda hija de vecina. Por darte una pista, recientemente he visitado la exposición “Big Heartedness, Be My Neighbor” de Pipiloti Rist en el MOCA de Los Ángeles y ha sido todo lo que me gusta y más. Feminismo, ecologismo, experimentación, cine expandido, música, camas, psicodelia, fantasía y nostalgia.

¿Próximos proyectos en los que te veremos?

Ahora mismo estoy produciendo/distribuyendo unas obras hermosísimas de Jorge Castrillo, un nuevo director andaluz, y una de ellas está aún por estrenarse.

También estoy terminando la post-producción del largometraje Secaderos, que dirigí el verano pasado y verá la luz muy pronto. Además, ando cocinando algo muy bonito con la compañera Elena Duque. Y con LA OLA, la muestra de cine español contemporáneo que organizo en norteamérica, esperamos volver a remontar vuelo tras la temporada pandémica.