Fotografías: Santa.
Sin artificios, apenas unos elementos de mobiliario sencillo. Una mesa, una silla, unas cuerdas para tender ropa. Sirven de escenario para retratar una realidad tan cruda como dicha escenografía en Cuentos a Nadia. En esta ocasión las tablas son las de El Teatro del Barrio, tras pasar por las del Teatro Valle-Inclán, las que sirven de altavoz para la historia de Nadia Ghulam, escritora y refugiada afgana en España, que durante más de diez años se hizo pasar por un hombre para evadir el régimen talibán.
Una propuesta, que, tal y como atesora Pepa Zaragoza, quien se pone en la piel y en el acento para interpretar la voz de Qamar en la obra, surge de la propia inquietud de una actriz y una directora (Elena Tur) por poner en valor testimonios como el de Ghulam.
Una pieza en la que la realidad y la ficción se mimetizan en la construcción de un diálogo a dos voces, que terminan siendo las de los millones de mujeres afganas que desde 2021 han sido privadas de todos sus derechos a manos de los talibanes.
“Para mí ha sido también un aprendizaje vital y escénico estar con ella. De su manera de relatar”, confiesa Pepa Zaragoza. Llegó a la historia de Nadia a través de su libro El secreto de mi turbante, que escribió junto con Agnés Rotger y que recibió el Premio Prudenci Bertrana en 2010.
Una propuesta de rabiosa actualidad, a tenor de los recientes conflictos bélicos que asolan oriente y occidente: “Los afganos no sabemos qué derechos tenemos, sobre todo las mujeres”. Cuenta Nadia que ella misma desconocía todos sus derechos cuando llegó a España como refugiada, con heridas de bomba y justo antes de ser acogida por la que ahora ella misma denomina “sus padres catalanes”.
“Cuando me dijeron que era una inmigrante ilegal no sabía que tenía derecho”, se refiere concretamente a un momento de la propuesta teatral en la que el texto pone encima de la mesa la paradoja de nuestro sistema en cuanto al exceso de “titulitis” imperante en un mundo laboral en la que se prioriza el título a las capacidades y destrezas. La siguiente paradoja la vive día a día en los proyectos educacionales que trata de poner en marcha desde España: “El Gobierno de España me prohíbe enviar dinero a mis proyectos educativos en Afganistán porque, según ellos, estoy ayudando a los talibanes. Allí tampoco me lo permiten porque para ellos estoy ayudando a las mujeres”.
La situación en el Afganistán actual
Y es que Afganistán es actualmente el segundo país de origen de personas refugiadas en el mundo. Según cifras del ACNUR, a mediados de 2023 había 9,7 millones de personas desplazadas, repartidas en 103 países. La mayoría en países vecinos de acogida como Irán y Pakistán. Sin embargo, desde septiembre, los planes de Pakistán tienen que ver con expulsar a todas aquellas personas afganas que, según ellos, se encuentran en situación irregular, lo que está provocando el retorno de personas refugiadas a Afganistán.
En 2023, 1.120 personas procedentes de Afganistán recibieron una respuesta favorable a su solicitud de protección en España. Es la segunda nacionalidad que más concesiones favorables de protección internacional ha tenido en nuestro país.
Pero mientras la comunidad internacional da la espalda a Afganistán bajo la premisa de que “la educación no es posible allí”, existen proyectos como el de Nadia, que ha puesto en marcha una biblioteca en Kabul para mujeres afganas. Porque, para ella, “la libertad significa tener opciones”.
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