Khâlid es solo una niña y piensa que lo que ve allá arriba es la luna. Sin embargo, se encuentra en plena guerra de Siria y lo que no sabe es que lo que le acecha son las bombas. Es el planteamiento de «Khalid, el héroe cosmológico» (Khâlid, l’heroi cosmològic), que se representa las dos primeras semanas de abril en la Sala Atrium de Barcelona.

Helena Gràcia es la responsable del texto y la dirección de esta obra tan especial sobre la inocencia de un niño ante cuestiones que ni siquiera tienen una explicación lógica entre los adultos. Como las guerras, que siguen sucediéndose en las regiones de Oriente Próximo sin que nadie haga nada por remediarlo.

Aina Balasch y Adriana de Montserrat son las actrices encargadas de dar vida a la parte racional y a la emocional de Khâlid, una niña de cinco años que vive la guerra. Un proyecto que nació hace ya tres años en la escuela superior de arte dramático de Eolia, y  que ahora se hace realidad y se materializa en una sala profesional y ante el público.

Un vídeo que vio Helena le dio la clave para escribir esta historia. En él se veía a un niño sirio salir de entre los escombros que habían provocado las bombas. La forma de enfrentarse a semejante tragedia siendo sólo un niño es lo que despertó el interés en la artista.

Ella misma ha explicado que la idea inicial ya partía de una historia inspirada en la guerra de Siria o en los conflictos bélicos en general. Sin embargo, la necesidad de ser honesta y ponerse en la tesitura de hablar de un tema el cual cualquiera que viva en occidente no puede entender de la misma manera, le llevó a este viraje argumental.

De ahí la idea de convertirlo en una especie de cuento en el que la protagonista es una niña que tiene que dejar a un lado su inocencia natural para ser consciente de lo que está ocurriendo. Y aunque el texto esté escrito para representar los hechos vividos en el país en el año 2017, lo cierto es que se podría extrapolar a cualquier conflicto bélico por la importancia del prisma desde el que está tratado. Con elementos propios de un realismo mágico y carente de la lógica habitual, la obra plantea hacer reflexionar al espectador sobre nuestra manera de enfrentarnos a las realidades más crudas.

La escuela en la que fue creada la obra la representó cuatro veces y posteriormente el equipo ha podido mostrarla en centros cívicos. Sin embargo, la Sala Atrium les dará la oportunidad de llegar a un público más amplio y abrir la puerta a una distribución teatral en los circuitos profesionales.