Fotografía Sony Music España.
Por detrás, sin que les vea nadie, como reza su canción «Antiaéreo«, ha entrado esta banda de Cartagena en el terreno indie-rock de la música en español. Son Arde Bogotá y ya acumulan más de 50.000 oyentes mensuales en Spotify.
El germen, un audio de WhatsApp que el vocalista, Antonio García Vázquez, compartió con Pepe Esteban (bajo), José Ángel Mercader (batería) y Dani Sánchez (guitarra). Del esfuerzo y el trabajo para hacer rugir las guitarras y las melodías vivas que les caracterizan surge todo lo demás. Les ha llevado, entre otras cosas, a firmar con Sony Music su último trabajo. Antonio García se toma un tiempo para charlar con Más de Cultura de lo que inspira sus letras, el futuro de la música en directo y sus objetivos como músicos.
¿De dónde surge Arde Bogotá? Creo que tiene que ver con un audio de WhatsApp…
Surge de que yo estaba haciendo canciones por mi cuenta y José Ángel, Dani y Pepe, que son el resto de la banda, estaban en ese momento buscando un cantante. Una noche de bares me presentaron a Dani que es el guitarrista. Nos pusimos a hablar de música en español y de lo que echábamos en falta, lo que nos gustaba y fue él el que me dijo que le mandase un tema mío y si le gustaba me buscaba una banda. Le mandé un audio de WhatsApp y le gustó. A la tarde siguiente estábamos tocando los cuatro.
Vuestro estilo se enmarca dentro de un indie rock donde las guitarras tienen mucho protagonismo, pero también las letras ¿Cómo las trabajáis?
A mi me dejan, me parece también fundamental como vocalista estar diciendo cosas que quieres decir y poder decirlo como lo quieres decir. Lo hago partiendo de cosas reales que me pasan.
Me gusta usar la palabra nudismo porque creo que es un poco eso. Subirse al escenario y cantar. Hay que poner en juego cosas y buscar la adrenalina de estar diciendo algo que la gente puede entender y con lo que quizá alguien empatice.
¿Por qué esa conexión con el fuego?
Tiene un poco que ver con lo energéticas que son las canciones o el punto de rabia que hay, un poco, en todas. Creo que se debe a nuestra edad, las situaciones que nos toca vivir personalmente, la generación en la que estamos que nos hace hacer música de una forma algo enrabietada.
Ese tipo de sonidos o historias, sin querer, van muy rápido a las metáforas que tienen que ver con el fuego, con estallar, con quemar algo para poder construir sobre ello.
Por citar el tema «Te van a hacer cambiar» ¿El tiempo y la actitud os han hecho cambiar a vosotros?
Sí, sin duda. De eso viene. Pienso que no soy la misma persona que era hace un año o tres. Cuando pasa el tiempo y cuando la gente te va influyendo, sin querer, cambias.
Desde luego el cambio muchas veces es positivo. Cambiar es necesario y es ley de vida. Pero hay algunas cosas que no deben cambiar y sobre todo creo que es ese espíritu muy juvenil de decir: «Soy capaz de hacer algo en el mundo». Eso es importante que no nos dejen que lo cambiemos.
Hay canciones abiertas a múltiples interpretaciones aunque se hayan compuesto en un sentido totalmente opuesto. ¿Os ha ocurrido esto con alguna canción?
Totalmente. Ha pasado sobre todo con canciones que todavía son muy nuevas y la gente las escucha por primera vez en directo. Ahí encuentras una reacción muy inmediata. La gente no ha tenido tiempo de analizarla o de darle un par de escuchas, sino que directamente se basa en la sensación que le provoca. Muchas veces encuentras ahí el significado o el sentido.
Y luego está el caso ya más cómico de la canción «Quiero casarme contigo« que es lo contrario a una canción de amor. Pero no se quién dijo una vez que había propuesto matrimonio a su pareja usándola. Si le das un par de escuchas la canción no habla de eso de ninguna manera.
Aunque haya estilos eternos como el rock ¿Es necesario seguir reinventándose?
Pienso que hay que ser muy consciente del tiempo en el que uno vive y trabajar en consecuencia. Hay cosas de las que ya no tiene sentido hablar porque han pasado o formas de hablar que ya no tienen sentido ahora porque nadie las entendería o nadie empatizaría con ellas.
También ocurre con las formas musicales. Hay ciertas formas de hacer una canción que ya se han hecho y que ya no aportan nada a la disciplina artística. Que no van a sorprender a nadie.
Desde luego se puede hacer una canción como hacía Bob Dylan en 1964 pero ya se ha hecho. Sin embargo, hay muchas cosas nuevas ocurriendo que sólo se pueden nombrar y a las que sólo se puede poner música de una forma nueva y en eso consiste, creo, innovar como artista. Ver lo que está pasando y pensar en cómo ponerle música a una cosa que no ha pasado nunca.
He leído en una entrevista que eres fan de los audiocuentos.
Sí, de la magia que tiene no ver nada, solo escuchar. De la radio en general, de la música sin videoclip y también de los audiolibros.
Una banda como la vuestra ¿Puede vivir sólo de la música?
Todavía no, pero es posible porque me lo han contado (risas). Depende de muchas cosas.
Por ejemplo, en nuestro caso Arde Bogotá es un proyecto eminentemente de directo. Es una banda enfocada a dar conciertos, no es un artista hecho para el streaming. Entonces, en una situación de pandemia, donde el directo es tan inexistente necesariamente va a ser muy difícil la situación económica. Ahora bien, en el futuro es el objetivo, claro.
Nos gusta descubrir talento, pero también que nos recomienden talento ¿Tienes a alguien en la cabeza?
A nivel musical voy a tirar para casa y voy a decir Ayoho, que son una banda de Cartagena espectacular y con una propuesta completamente distinta a la nuestra pero también muy guay. Otro artista también de Cartagena que tampoco tiene nada que ver, es un cantautor que se llama Río Viré.
En otras disciplinas artísticas, por ejemplo, en literatura estoy leyendo ahora a Eduardo Ruiz Sosa, una novela que se llama Anatomía de la memoria que también está espectacular y que es un poco lo que hablábamos. Sobre las cosas que ya se han hecho y se han escrito, él innova.
Pero bueno, de esto podríamos estar hablando un buen rato, me parece muy importante estar informado y empaparte de lo que están haciendo los demás.
¿Más de Cultura y menos de qué?
Y menos de prensa rosa.
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