Nunca hemos tenido tantas ganas de despedirnos de un año como de este 2020 (al menos los millennials acomodados que no hemos vivido guerras). Como un capítulo de Mr Robot y Black Mirror juntos, este año ha puesto de manifiesto que las películas de ciencia ficción pueden hacerse realidad y que sus bandas sonoras resuenan cada vez que ponemos las noticias. La guerra cibernética, las fake news, la comida de laboratorio y los drones bomba ya existen, pero parece como si en 2020 todo se hubiera acelerado más todavía.
En este año desastroso que dejamos atrás, la película Contagio alcanzó cuotas de pantalla que en la vida habrían pensado distribuidores y productores, ¿por qué? Por definir una realidad que nos atormenta(ba), la de la Covid-19. Parece que nos gustó eso de martirizarnos consumiendo cine que nos hacía pensar más en la realidad que nos había tocado vivir. Otros en cambio decidieron atiborrarse con telemaratones de telebasura anclados al sofá, un poco al estilo Wall-E. Y nos entraba la risa al ver a gente haciendo aspavientos con gafas de realidad virtual como si estuvieran salvando el mundo en Ready Player one.
Mientras, en la costa Valenciana, un Lo imposible se había cargado el litoral y las casas colindantes, dejando destrozos que a día de hoy siguen sin reconstruirse. Quizá como esto del cambio climático nos está sobrepasando, los científicos se han puesto las pilas para buscar nuevos planetas que colonizar, igual hasta nos mudamos cerquita de casa y no hace falta marcarse un Interestellar, aunque Marte bien se parece al Tatooine de Jabba el Hutt y Star Wars.
Pero un momento, un momento, que igual no tenemos que salir de casa para sobrevivir, ¡que han venido a buscarnos! O sino qué demonios son esos monolitos de Una Odisea en el espacio que están llenando la tierra, hasta las ruinas de Ayllón albergan lo que parece ser una broma de mal gusto. Tranquilos, que para Hal 9000 y la revolución de las máquinas todavía queda mucho.
Lo de ligar en las redes también se ha acelerado en este 2020, y si no que se lo digan al capital de Tinder, que ha hecho el agosto. Muchos consideraron Her un ida de olla, pero revisionándola con la perspectiva de este año igual la percibimos con otros ojos. O es que acaso no hay personas que hablan más con sus amigos (y no tan amigos) virtualmente que cara a cara. De esto a la prostitución con hologramas como en Blade Runner 2049 hay un pasito (los anuncios instrusistas ya los tenemos).
Igual 2049 nos pilla un poco lejos, pero qué nos depara esta banda sonora de 2021 que se aproxima llena de esperanzas y vacunas. Mientras nos nos pase como en Train to Busan y nos convirtamos en zombies yo lo veo de forma positiva. Eso sí, si llegan los muertos vivientes que nos pillen de cervezas con amigos a ritmo de Queen, como en la maravillosa entrega de la Trilogía del Cornetto.
Quizá lo más triste de este 2021 que llama a las puertas es la crisis, pero no una crisis cualquiera. Porque aunque muchos no lo queramos ver, estamos en El Hoyo, en el Ciempiés Humano. La mierda de las altas esferas nos cae en la cara y nos la comemos, y los de arriba ni se pringan. Igual este 2021 es el año de quemar parlamentos, con las máscaras de V de Vendetta y el espíritu de El año del descubrimiento.
Porque qué sentido tiene vivir en un mundo que cada día se parece más a las catástrofes de El día de mañana y a la xenofobia de Distrito 9.
Antes de precipitarnos a vagar como Mortenssen en The Road, de correr en busca de recursos naturales como en Mad Max, o de intentar viajar en el tiempo para conseguir un antídoto como en 12 monos, quizás sea el momento de luchar por defender un futuro mejor para todas y todos.
Porque todo esto es ciencia ficción, pero la realidad, el día a día, parece que va camino de superarla, y en nuestras manos está convertirnos en la banda sonora de Planeta Verde o del Planeta de los Simios.
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