Cuando Gabriel de la Rosa actuaba en sus primeros bolos, la batería eran cubos de pintura y las guitarras apenas afinaban. Estos días, arropado por el resto de miembros de Shinova (Erlantz Prieto, Ander Cabello, Joshua Froufe y Daniel del Valle), el vocalista levanta a todo el público de los conciertos a golpe de percusión, electrónica, energía, luces y pasión.
Este grupo de rock español acaba de estrenar gira, la de su último disco: La buena suerte, que terminó de gestarse durante el confinamiento y que hoy, vive la «suerte» de poder rugir en escenarios frente a un público respetuoso por las medidas sanitarias. Charlamos con el cantante de la banda de sus letras, tan inspiradoras que incluyen varias interpretaciones, como él dice: «Es lo bonito de la música».
Por fin de gira presentando La buena suerte y venís de haceros la maratón con cuatro conciertos en dos días en Madrid. ¿Cómo es enfrentarse a una jornada así y cómo trabajáis para hacer cada pase único?
Principalmente cambiando el repertorio. Incluimos un bloque estable que funciona muy bien y dentro de ese bloque alternamos muchas canciones. Fíjate el quebradero de cabeza que pudo ser formar un repertorio. Porque todo el mundo quiere escuchar su canción y no todas pueden estar. Intentamos hacerlo de la mejor manera posible y fue esa.
Muchos artistas han adaptado sus conciertos a la pandemia, los han vuelto más acústicos… en el caso de Shinova no ha sido así. ¿Cómo son las impresiones?
Está claro que todos echamos de menos el formato del viejo mundo donde todos saltábamos, nos abrazábamos y se vivía de una manera más intensa aunque sea físicamente. Pero sí es cierto que la energía sigue ahí.
Notamos el mismo cariño y, en momentos, incluso nosotros nos tenemos que contener para que no se vaya de madre. Que, por suerte, por cierto, increíble la manera de portarse del público.
«Cuando uno acoge una canción la viste de la manera de la que necesita vestirla»
La gente es plenamente consciente de la situación que estamos viviendo y se comportan de la manera que necesitamos para que todo vaya bien. Pero sigue habiendo esa energía y la música sigue fluyendo. Somos todos parte de lo mismo.
Muchas canciones que, a priori, no se componen con temática romántica son interpretadas así por el público. ¿Por qué? ¿Somos todos unos románticos en el fondo?
Es lo bonito también de la música y de las canciones, que cada cual las haga suyas. Muchas veces, y esto pasa siempre, el significado que uno le da o el mensaje que uno envía se transforma en los demás. Y cuando uno acoge una canción la viste de la manera de la que necesita vestirla. Es su canción y da igual el mensaje que uno le haya querido dar a la hora de componerla.
Sí que tenemos canciones más explícitas, sobre todo en este disco, pero la verdad es que muchas de las canciones que se han catalogado como canciones románticas o de amor, al menos en nuestro caso, no van por ahí en un principio. Pero sí es verdad que muchas veces toman ese camino.
Te debo una canción es una especial para vosotros y que emociona especialmente en los conciertos. ¿Por qué es tan importante ese tema?
Es una de las dos que nació en pleno confinamiento. Es una canción que necesitábamos hacer porque había demasiadas cosas acumuladas, creo que nos pasó a todos en esa temporada y nos sigue pasando.
«no solo queremos nuestra música, también que sea visual»
Necesitábamos soltarlo y creo que es la canción que más rápido se ha compuesto, fluye de una manera increíble y es porque soltamos como quien vomita todas las emociones juntas. Impactó de esa manera. Es una de las canciones que más cariño están recibiendo, incluso en directo.
En los pases de presentación del disco en La Riviera de Madrid destacan las transiciones musicales entre canciones y el instante de percusión. ¿Es importante cuidar estos aspectos?
Nuestro concepto de directo es eso. No solo queda en canciones que van sonando en un escenario y ya está. Es mucho más y dentro del espectáculo también está esa fluidez entre las canciones, que la música vaya unida. Por eso, no paramos demasiado tiempo para charlas o para soltar nuestro rollo. Para eso tenemos las canciones.
Más allá de eso no solo queremos nuestra música, también que sea visual. Por ejemplo, estaba pensando ahora mismo en Joel, nuestro técnico de luces, el trabajazo que se pegó en las cuatro Rivieras es una parte tan importante como la de las propias canciones.
¿Tienes en la cabeza tu primer recuerdo relacionado con la música?
No se si el primer recuerdo, pero sí momentos. Creo que fue con 12 o 13 años que uno empieza a hacer su primer intento de grupo con los colegas del colegio. Con la batería formada por cubos de pintura, guitarras que no se afinaban ni pa’ atrás y el amplificador de segunda mano que podíamos encontrar o que nuestros padres nos pagaban el amplificador más barato que uno pudiera destrozar a gusto.
Sonábamos horriblemente (risas), como tiene que ser, pero ahí se inició un fuego o comenzó una pasión que a día de hoy sigue vigente y late de la misma manera. Y eso no es fácil, pero, en nuestro caso, es así y es una alegría que después de tantísimo tiempo la música nos siga dando tanto.
¿Qué cosas le ponen La sonrisa intacta a Gabriel o a Shinova?
Creo que lo bonito en esta vida es tener una sonrisa flexible, más que intacta. El personaje o la personaje de esa canción es una persona fría que puede estar el mundo derrumbándose y mantiene esa mirada de hielo y esa sonrisa intacta.
Lo bonito en la vida es que las emociones fluyan, que cuando tiene que caer una lágrima que caiga y cuando tienes que reírte hasta perder el conocimiento pues te ríes. Y, sobre todo, eso es un punto de humanidad que es importante, el dejar que las emociones fluyan sin bloqueos y sin máscaras. Entonces, más que la sonrisa intacta yo creo que es la sonrisa flexible lo importante para llevarlo consigo.
¿Más de Cultura y menos de qué?
Se me ocurren muchas cosas pero me puedo meter en un problema (risas). Están los tiempos raros. Más de Cultura y menos odio.
Bueno, las canciones también están para eso, para revindicar cosas que no se pueden decir.
Exactamente. Fíjate, creo que a veces utilizamos las canciones precisamente para que nos hagan de parapente y poder soltar lo que queremos sin que los golpes nos lluevan de manera directa.
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