Este mes de julio se ha cumplido medio siglo de la muerte de Brian Jones, músico que dio nombre a los Rolling Stones y que era demasiado aficionado al vodka, el coñac, el LSD, la cocaína y las pastillas para dormir. Su muerte, a los 27 años, sigue siendo una incógnita y se une a las muertes del los 7 artistas que forman la lista del llamado Club de los 27. El resto de miembros del macabro club son Robert Johnson, Janis Joplin, Jimy Hendrix, Jim Morrison, Kurt Cobain y Amy Winehouse.
Lista del club de los 27
Robert Johnson: simpatía por el diablo
Robert Johnson es considerado el mejor artista bluesman de todos los tiempos y también murió a los 27 el 16 de agosto de 1938. Sobre él se puede ver ahora en Netflix el documental ReMastered: La encrucijada del diablo. Sus conocidos lo recordaban como un tipo sin talento. Pero desapareció durante meses y regresó convertido en un maestro de la guitarra. Y de ahí una leyenda negra que el propio Johnson alimentaba: había vendido de su alma al diablo en un cruce de caminos. Incuso seis de sus canciones hablan del lucifer. Todo apunta a que fue envenenado por un marido celoso que le metió veneno en su copa al saber que el músico se estaba acostando con su señora.
Los Rolling Stones eran grandes fans de Johnson e hicieron una versión de Love in vain para su álbum Let it bleed. Para no hacer un sacrilegio a la obra de su maestro, Keith Richards se negó a interpretar el tema como un blues.
Brian Jones: “Estás despedido”
Otro de los grandes fans de Robert Johnson es el director Martin Scorsese, que rodó el documental sobre los Stones Shine a light. El nombre de este trabajo hace mención a un tema de la banda (compuesto por Mick Jagger y Keith Richards) y cuyo título original iba a ser Get a Line On You. La canción hablaba de su autodestructivo amigo Bian, sumido en su adicción a las drogas y cuyo cadáver apareció flotando en la piscina de su mansión el 3 de julio de 1969.
La policía declaró que su muerte era debida a un abuso de alcohol y drogas, pero el análisis clínico hecho posteriormente no encontró tanto alcohol y tantas drogas. No para una sobredosis. A su entierro, en un ataúd de bronce y plata pagado por Bob Dylan, no acudieron ni Richards, ni Jagger.
Hace poco el periodista musical Julián Ruiz recordaba que días antes de su muerte Jones ya se daba por despedido de la banda que había fundado. Tenía prohibido entrar en los Estados Unidos (le habían denegado la visa por sus condenas por consumo de drogas), por lo que era un lastre para los Stones, una máquina de hacer dinero. Finalmente se pactó que recibiría un veinte por ciento de los beneficios de los Stones hasta su muerte… que casualmente ocurrió pocos días después.
Un sicario de la banda llamado Tom Keylock quemó en el jardín objetos personales de Jones dos días después de su muerte. Keylock, todavía hoy uno de los principales sospechosos del asesinato de Jones, murió a los 82 años y siempre dijo que el que mató a Jones fue un albañil que trabajaba en su mansión llamado Frank Thorogood, fallecido hace 26 años.
Jimi Hendrix: ¿otro asesinato?
Hendrix se ahogó en su propio vómito a la edad de 27, según el informe de su autopsia, en septiembre de 1970. Hace diez años el libro Rock Roady, de James Wright (técnico de sonido del guitarrista Jimi Hendrix), expuso la tesis del asesinato, descartando un accidente. Según Wright, Mike Jeffery, manager de Hendrix, le había confesado, en una noche de borrachera, que Hendrix había sido asesinado porque pretendía romper su contrato. Él era el responsable de su muerte.
Según el libro, Jeffrey, acosado por gangsters que le reclamaban miles de dólares, introdujo en la boca del guitarrista decenas de pastillas junto a litros de vino tinto para poder cobrar un seguro de vida de dos millones de dólares. Y en un giro de película, Jeffery se fugó a Mallorca, pero descubrió que los que le seguían estaban en la isla, así que cogió otro avión… que chocó contra otro mientras sobrevolaba Nantes (Francia). Adiós Jeffery.
Janis Joplin: una mala caída… hasta arriba de jaco
La reina del soul psicodélico también murió en 1970 y también a la edad de 27. Alcohólica y adicta a la heroína, su cuerpo fue descubierto por uno de sus asistentes en un motel de Los Ángeles. Según el informe policial, murió de una sobredosis, pero Peggy Caserta, su antigua amante, declaró en la revista Vulture que su muerte se debió a un tropiezo, una mala caída. Joplin se metía 200 dólares de jaco a diario.
Jim Morrison: sin autopsia
El Rey Lagarto, igual que Kurt Cobain, jugó toda su corta vida con la idea de la muerte y el suicidio, haciendo historia en la lista del club de los 27. El cantante de The Doors también murió en el mes de julio y, como en el caso de Brian Jones, el grupo que fundó acabó hasta las narices de él. Jimbo, hinchado y harto de los conciertos y las agotadoras sesiones de estudio, se retiró a París con su novia Pamela Courson y allí fue encontrado muerto, en la bañera de su apartamento en el 17 Rue Beautreillis. Fue en 1971 y no se hizo autopsia alguna. Al no encontrar drogas, se determinó que la causa de su muerte fue, sencillamente, que su corazón había dejado de latir.
Igual que en el caso de Hendrix, un nuevo libro sobre Morrison ofreció información alternativa a la versión oficial. En The End Sam Bernett, periodista y gerente del club Rock and Roll Circus (donde argumenta que murió Morrison), se dice que en verdad falleció por una sobredosis de heroína en los baños del garito. Había bebido demasiada cerveza y vodka y comprado una dosis de heroína para él y Pamela. Bernett dice haber forzado la puerta de los baños para poder entrar y encontrárselo con la cabeza entre las rodillas, los brazos colgando, su cara gris, su nariz con un hilo de sangre y su boca llena de babas. Como el pasote de Uma Thurman en Pulp Fiction. Bernett cuenta también que no llamó a la policía para evitar problemas.
Otra teoría reciente es la de Marianne Faithfull, que en una entrevista con Mojo Magazine dijo que a Morrison se lo cargó su novio de entonces, el “dealer de las estrellas” Jean de Breiteuil, una joya de señor que encima era traficante de heroína. Faithfull sugirió que se pudo tratar de una última dosis letal.
Kurt Cobain: muerte anunciada
El líder de nirvana también tenía 27 cuando el 5 de abril del 94 se pegó un tiro tras inyectarse una bestial dosis de heroína. Su hermana y su madre se enteraron de su muerte por la radio y en su nota de suicidio confesaba que llevaba odiando a todos los seres humanos desde los siete. “Tengo un dolor crónico sin cura en el estómago y durante cinco años quise suicidarme todos los días. Estuve a punto de hacerlo varias veces”.
El arma que usó para matarse la guardaba en casa como autodefensa, una escopeta con licencia, una Remington del calibre 22. La colocó entre sus piernas apuntando a su barbilla y se voló la cabeza. El cadáver lo encontró un electricista tres días después junto a varias latas de cerveza, dos toallas, la cartera con su documentación para ser identificado y su nota de suicidio.
Amy Winehouse: “Sé cantar”
Amy Winehouse, la última en entrar en el Club de los 27, es otra de las artistas que murió en un fatídico julio. Fue en 2011 y no fue por sobredosis de drogas sino por beber hasta reventar. El límite del cerebro para tolerar el alcohol en sangre es de 3,5 gramos y ella tenía 4,16.
Su última noche la pasó bebiendo y viendo vídeos con sus actuaciones en su ordenador. Según su guardaespaldas, Andrew Morris, Amy miró durante muchos minutos la pantalla, se dio la vuelta y le dijo: “Sé cantar”. Fueron sus últimas palabras.
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