En estos últimos años, el swing ha aumentado considerablemente su popularidad. Ya sea por hacer ejercicio de una forma diferente, porque nos encanta lo vintage o porque nos habría gustado vivir en otra época.
Sea lo que sea, hay una especie de atracción hacia este género musical y estilo de baile. Por eso, aunque las escuelas dedicadas a esta disciplina han tenido que cerrar, las clases se han trasladado al online.
Esta es la iniciativa que ha llevado a cabo Tania Trujillo en Instagram. Si entramos en @swingencuarentena nos encontraremos una recopilación diaria de las clases online, videotutoriales, conciertos y otros proyectos relacionados con el swing. Cada día se sube una publicación nueva en la que podemos ver el horario de todas las actividades programadas de la jornada y poder seguir bailando desde casa.
Son muchos los profesores que ofrecen clases particulares de pago además de las gratuitas, en ellas pueden verte a ti y corregirte si es necesario. Una buena forma de tomar contacto con el mundo del swing y ayudar a estos profesionales que viven de la enseñanza. Profesionales para los que la cuarentena supone un bache importante en su economía.
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Sólo hay una excusa para no empezar a practicar ya desde casa, y es que todo esto te suene a chino. Si nunca has oído a hablar de esta cosa llamada swing sigue leyendo. Con pocos estilos de baile te lo vas a pasar igual de bien practicando que con el swing. Y aunque al principio te sientas un poco “pato mareado”, es fácil coger el ritmo, al menos con los pasos más básicos.
La música swing nació en el siglo XX, concretamente a finales de los años 20, pero su época de esplendor llegó en los años 30 y 40. Su origen viene de la comunidad afroamericana que vivía en ciudades del sur Estados Unidos como Nueva Orleans. Muchos bailarines aficionados montaban coreografías rápidas y acrobáticas al ritmo del Ragtime, una variante relacionada con el Jazz.
Estos bailes derivarían posteriormente en lo que conocemos como el swing en su versión más pura, el Lindy Hop. A partir de ahí van naciendo disciplinas que hoy en día nos suenan menos a chino, como el Charleston o el Claqué. Y estilos de los que seguramente no hayáis oído hablar en la vida, como el Balboa, Shag, el Jive o el Boogie-Woogie.
Con la aparición de las Big band, el swing llegó a la cúspide de las pistas de baile, y grandes artistas como Benny Goodman o Glenn Miller se dieron a conocer. Sus temas os sonarán sobretodo del cine, que los ha utilizado como recurso en numerosas ocasiones. Actores y cantantes adquirieron más popularidad con números musicales de swing en las películas de la época. Os recomiendo Bailando nace el amor, de 1942, donde podréis observar una clase magistral de Rita Hayworth y Fred Astaire.
Es mi deber advertirte de que una vez te entre el gusanillo del swing ya no podrás parar. Y si quieres ampliar tu formación después de la cuarentena, lo mejor es visitar la página del colectivo Mad for swing. Ahí encontrarás todo tipo de información sobre eventos y escuelas en Madrid y alrededores.
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