En este 12 de octubre sin desfile, tan atípico para algunos, entre las stories y los post sobre sentirse muy español y mucho español, aprovechamos para hablar de un documental bastante acertado en las fechas que corren.
El año del descubrimiento, dirigida por Luis López Carrasco, se estrenará en la Sección Oficial de la 17 edición del Festival de Sevilla. Y no puede llegar en mejor momento, a pesar de la dificultad para colocarse en salas. Una obra necesaria para reencontrarnos con esa España que se esconde bajo las mentiras de los políticos.
Esas mentiras que disfrazan una realidad drámatica, les han servido para cubrirse las espaldas en unos cuantos epígrafes de nuestra historia reciente.
Esta reseña viaja al 92, a ese año fastuoso lleno de promesas rotas de modernidad. Teníamos a Curro, Mercury y a la Caballé rondando por las noticias como un ejemplo de apertura al mundo, mientras en los barrios de Cartagena se lanzaban pelotas de goma. De eso trata El año del descubrimiento, de desvelar las entrañas que se ocultaban en la España del 92 mientras celebrábamos un orgullo patrio fraudulento. Situar a nuestro país en la vanguardia mientras se quemaba un parlamento, mientras otros sufrían los estragos de una crisis, lo único que debe producir es vergüenza.
Recalco el derecho a la ignorancia en este aspecto, porque las revueltas obreras que se vivieron en Cartagena, Murcia, durante el 92, no aparecen ni en el pie de página de los libros que, según se presupone, nos enseñan historia.
López Carrasco pone su mirada en los disturbios que terminaron incendiando el Parlamento de Murcia. Jugando con la ficción y el género documental, con un inusual tratamiento de la imagen, situando la acción en los bares. ¿Y dónde si no se cuecen las mejores conversaciones? Los testimonios de ciudadanos de Cartagena que vivieron en aquella época se entretejen como un telar con retratos de nuevas generaciones dispuestas a poner en duda de dónde venimos y a dónde nos dirigimos.
Hoy 12 de octubre, día de descubrimientos, te invitamos a que averigües algo más allá de Colón y el último tema de C Tangana. Que la lucha obrera también puede ser un sinónimo de orgullo patrio.
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