Tras su paso por el Festival Internacional de Cine de Rotterdam, la película española El año del descubrimiento se ha hecho con el Gran Premio a mejor película en el prestigioso Festival Internacional de Cine Documental Cinéma du réel en Francia. Aprovechamos el premio para hablar con su director: Luis López Carrasco. 

Ya viajó al pasado, irónicamente, hablando de El futuro, su anterior película. En este caso el cineasta y escritor nos lleva al 1992. En España están teniendo lugar dos eventos fundamentales para su historia: los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla, también se celebra el V Centenario del Descubrimiento de América.

Pero la imagen de país efervescente, choca directamente con los disturbios y protestas que ese mismo año se estaban dando en la ciudad de Cartagena. De todo esto nos habla la película El año del descubrimiento.

En plena crisis del covid-19 sois la película española que se lleva el máximo premio en el festival francés Cinéma du réel . Eso si que son buenas noticias ¿no?

Para nosotros desde luego, sí. Sobretodo para la película por la situación de tanto parón y de suspensión de todas las actividades económicas sociales o culturales. En un año tan sumamente raro como este es súper importante, la verdad.

Todo el mundo recuerda Barcelona 92 y la expo pero muy pocos conocen la intra-historia de Cartagena ¿Cómo te llega a ti y cuando empiezas a interesarte por ella para hacer la película?

Este proyecto está muy relacionado con mi primer largometraje. El futuro reconstruía una fiesta de gente joven una noche del año 1982. Cerca o la misma noche que Felipe González gana las elecciones generales. Era una película que miraba a esos momentos finales de la transición, pero con una mirada muy teñida por el presente del 2011 o 2012, que fue cuando hice esa película.

Una mirada que intentaba volver a ver esa especie de inicio de la democracia española tan bullicioso y tan vital, lleno de energía y esperanza. El momento el que para mí ya se había desmoronado o colapsado esa idea de país próspero y del primer mundo. Para mí con la crisis económica de 2008 o 2010 se viene abajo.

En esa película había hablado de esa imagen de los años 80 pero me había quedado con la sensación de que representar los años 80 como una fiesta colectiva, una celebración del edonismo…no dejaba, en el fondo, de contribuir a esa imagen colectiva que es un estereotipo con el que la sociedad española se recuerda a sí misma.

«que nadie recuerde algo que nos habla de otra realidad nacional distinta es un buen motivo para hacer una película»

Entonces, me puse a pensar en un siguiente proyecto que nos hablara de un periodo similar o cercano en el tiempo pero desde otro lugar. Desde la periferia territorial y social. Eso me llevó automáticamente a la re-conversión industrial. A medida que iba documentándome, de pronto, me vino a la mente un recuerdo que yo tenía. Soy de Murcia pero mis abuelos y parte de mi familia vivían en Cartagena y de niño la visité a menudo.

Tuve esta especie de toma de conciencia de ver el Parlamento Autonómico de la Región de Murcia, que se encuentra en la ciudad de Cartagena, en llamas. Recordaba que tenía que ver con cuestiones relacionadas con la crisis industrial.

Cuando le pregunté a mi familia de Murcia, mi sorpresa fue que absolutamente nadie recordaba ese suceso del mismo año 92. Para mí que nadie recuerde algo tan potente y contundente, que nos habla de otra realidad nacional completamente distinta, es ya un buen motivo para hacer una película.

¿Los detalles que le hacen preguntarse cosas al espectador estaban en el guion original o una vez se visionó el contenido también se seleccionaron expresamente?

La película iba a tener originalmente muchos elementos de ficción y de puesta en escena. Aunque a mí me gusta hacer películas que mezclen una grabación de tipo documental, y eso se ha mantenido. El centro del film iba a ser todo lo que había sucedido en el año 92 y para ello empezamos a entrevistar a las personas que habían participado en todos esos disturbios y movilizaciones. Para que fuesen una referencia para escribir unos diálogos que ejecutarían también unos actores no profesionales, que fueran también trabajadores o desempleados de la zona. Esa especie de naturalismo total que a mi me gusta desarrollar en mis películas.

«un día normal en una cafetería de Cartagena. Como espectador vas escuchando conversaciones de diferentes personas»

Pero a medida que vamos avanzando, nos damos cuenta de que todos esos personajes deberían salir, y entonces la película poco a poco va a alejándose de la ficción y va acercándose más a un aspecto testimonial. Si bien es cierto que pensar la película como un documental también es algo bastante contradictorio porque cuando el público piensa en un documental no creo que piense en lo que esta película es.

Lo que intenta es retratarte un día normal rutinario en una cafetería de Cartagena y tú como espectador vas escuchando conversaciones de diferentes personas. La película también juega con que en un primer momento parezca que se desarrolla en el 92 y luego eso tampoco está tan claro.

A esos personajes históricos les fuimos sumando en diferentes castings. Personas que nos podían contar historias de su vida, de cómo conciben su trabajo, como ven su barrio… Personas de barrios trabajadores de Cartagena y de La Unión y poco a poco la película fue creciendo a través de sus historias.

También se puede entender el film como una especie de memoria oral de la clase trabajadora del sur de Europa desde los años 30 hasta la actualidad. Casi como La Colmena de Camilo José Cela que tiene el film. 45 personajes charlando de las más diversas cosas.

«la idea era vincular a través del film dos tiempos históricos»

Había una idea que nos estructuraba el guion: esas preguntas o temas de conversación que nosotros motivábamos en esas charlas que se dan en el bar. La evolución de esas preguntas para nosotros sí que marcaba una cierta estructura. Ahora bien, la estructura total del film, la presentación de los personajes y el subdesarrollo de ese personaje, fue un diseño que fuimos realizando en montaje En estas películas el montaje también es una fase de escritura.

Durante toda la película uno se va dando cuenta de que cada generación, independientemente de la época, tiene su propia crisis ¿no?

Claro, la idea era vincular a través del film dos tiempos históricos. La crisis del 92, la dureza de esa crisis económica, laboral, política, con mucha población que se considera traicionada. Y la depresión que queda en esos territorios va a determinar totalmente el futuro, que es el presente, en el que nos encontramos.

Vincular la crisis de 2010 con la crisis del 92 era también una de las apuestas del film, por eso el tiempo histórico va modificándose y va oscilando a medida que va avanzando la película.  Te das cuenta de que lo que podríamos considerar que se desarrolla en el pasado se está desarrollando en el presente y podría desarrollarse en el futuro.

Lo que también aparece en el film, hablando del futuro, es que el descontento y el malestar acaba evolucionando casi ineludiblemente a discursos de xenofobia y de ultra derecha. Es algo que la película fue incorporando y que viene unido también a la dimensión europea que queríamos darle. Esa población se siente muy abandonada por prácticamente todas las instituciones.

¿En qué cambia el Luis López Carrasco que es escritor con el que es cineasta?

Cambia totalmente, la verdad. Escribo ciencia ficción, osea que no tiene mucho que ver. Cuando empecé a estudiar cine quería hacer cortometrajes de ficción y tenía muy claro el estilo, la puesta en escena, los recursos que necesitaba, el tipo de localizaciones… lo que no tenía era ninguna manera de conseguir esos recursos.

Entonces, veía como los guiones se iban amontonando en mi mesa pero no era capaz de producir o de dirigir ninguno. Por eso decidí que todo lo narrativo, todo lo que se me ocurriera, que implicase personajes y tramas, lo iba a escribir directamente ya como relato corto o como novela. Le iba a intentar dar una forma acabada por escrito y que no fueran guiones.

«con estas películas yo también estoy intentando entender cuál es el presente que me rodea y a qué sociedad pertenezco»

Eso implicó que los proyectos cinematográficos tenían que tener otro carácter. Yo siempre digo que a dónde pueda llegar con mi imaginación, lo pongo por escrito, pero precisamente el cine tiene que ser otro tipo de apuesta o tener otro tipo de objetivos. A mi gusta el cine porque lo que haces es construir un determinado ambiente, generar una serie de condiciones que se van a dar en rodaje, reunir a una serie de personas que he seleccionado y lo que sucede a partir de ahí muchas veces es inesperado y sorprendente. Es un lugar al que ni el guionista ni yo habríamos podido llegar por nuestra cuenta. Ese carácter realista que tiene el cine, el hecho de trabajar con seres humanos preexistentes, por así decirlo.

«hacer esta película es un ajuste de cuentas con mi propia memoria como privilegiado»

Yo en realidad soy más feliz escribiendo. Si me meto en el embolado del cine es precisamente por algo que considero realmente necesario incluso para mi. Porque con estas películas yo también estoy intentando entender cuál es el presente que me rodea y a qué sociedad pertenezco.

¿Dónde estaba Luis López Carrasco en el año del descubrimiento? ¿Cuál era su crisis personal?

Hombre, yo supongo que mi crisis personal sería que estaba empezando la pubertad y no entendía mi propio cuerpo. Yo tenía 11 años y estaba a punto de pasar a sexto de EGB. Y me acababan de poner gafas. Eso probablemente fuese un factor bastante crítico.

Era un niño que iba a un colegio público en Murcia y del 92 recuerdo lo que todo el mundo, esa especie de emoción colectiva. Verdaderamente fue un momento de emoción e ilusión colectiva, el estar completamente borrachos de éxito con los Juegos Olímpicos y la Expo.

Yo me acuerdo de estar prácticamente todo el verano viendo las pruebas de las Olimpiadas en la televisión. a la vez, hacer esta película es un ajuste de cuentas con mi propia memoria como privilegiado.

¿Alguna reacción en festivales que te haya sorprendido especialmente?

Sí, nosotros cuando terminamos la película teníamos bastante claro que es un film que para la población española tiene mucho interés. Pensábamos también que para la gente del sur de Europa o incluso del este de Europa que han formado parte de la unión europea y que sus economías les han supuesto también una serie de circunstancias y conflictos sociales. El final de la película apunta al corazón del proyecto europeo.

Sociedades que han vivido una fuerte reflexión colectiva acerca de cual es el futuro del trabajo, el tema de los chalecos amarillos en Francia, incluso las movilizaciones que se han dado en Chile. También pensábamos que en latino américa, desde un punto de vista político y social, son cuestiones que están muy candentes.

Mi sorpresa fue que en Rotterdam al público del sudeste asiático le entusiasmó. No tanto la gente de Hong Kong, sino al público coreano y japonés. Por ejemplo, me decían que en Japón están viviendo una situación de cierta tensión. Los sueldos son cada vez más bajos, la gente no se puede pagar el alquiler, no saben a dónde les lleva este presente neo-liberal en el que estamos. Mi sorpresa es que ha empatizado mucho un público en el que yo en un primer momento no había pensado.