Fotografía: Las noticias de cuenca.
Dante es un ladrón profesional que sobrevive a base de pequeños trabajos muy bien escogidos. Su nuevo objetivo es un caserón aislado y que él cree que estará vacío. Pero en esa incursión va a descubrir que no está solo en el interior de la casa. Es la premisa de Rocambola, película protagonizada por Juan Diego Botto, Jan Cornet y Sheila Ponce que llega este viernes 5 de junio a la plataforma Filmin como estreno exclusivo online. Su director, Juanra Fernández es guionista, escritor y también músico, por eso nos tomamos un tiempo para hablar con el de cómo surge esta historia, cómo ha trabajado con los actores para generar la tensión del film y como las diferentes disciplinas artísticas que domina le ayudan a crear.
Qué curioso que justo estos días de confinamiento salga precisamente esta película sobre un encierro. Cosa que nadie podía prever.
Pues no, nunca nos imaginamos que llegaríamos a vivirlo de esta forma, ni mucho menos. No nos podíamos imaginar, cuando nos planteamos hacer una película del subgénero claustrofóbico, que lo íbamos a vivir en nuestras carnes.
El nombre de la película tampoco es casual, tiene que ver con el juego ¿no?
Si, el nombre viene de los ladrones famosos del siglo XIX de las novelas de robos. Es todo un juego y ese es el sentido.
Desde el tema del robo y ver cómo el ladrón al final cae en la trampa de otros. Es un ladrón que se cree que es el mejor que hay en su género; y que va a robar sin ningún problema. Se encuentra con una sorpresa que es bastante inesperada y le va a frustrar el atraco.
Juan Diego Botto, Jan Cornet… ¿El elenco ha estado ahí desde el principio?
No, no. Todos se han ido incluyendo después. Juan Diego leyó el guión, le gustó mucho y él se vio haciendo el papel del personaje. Todos los actores, tanto Jan como Sheila fueron sumándose después al proyecto.
En la película hay una tensión dramática que recae de lleno en los actores ¿Cómo habéis trabajado eso?
Fue fácil. Cuando llegamos con los actores a construir los personajes hicimos una lectura en la casa, vimos la situación laberíntica y cómo se iban a ver atrapados, creo que eso nos facilitó bastante el meterse en el papel y poder encarnar a los tres personajes que hacen el juego del gato y el ratón en toda la película.
¿Cuándo les enseñas tus películas a tus alumnos son críticos o te hacen un poco la pelota?
La verdad que no soy de los que les gusta enseñarle a mis alumnos las películas (risas). Pero en este caso si les utilicé de cobayas, a algunos, y cuando estaba el primer montaje se lo puse y les di una hoja con una serie de preguntas y fueron bastante críticos.
Pero creo que era lo que yo esperaba y buscaba. Y ellos lo sabían también, que no quería que fuese todo peloteo. Hay que ser críticos y creo que está bien que lo sean así. Si no es difícil enseñarles, si ellos no tienen decisión propia.
Es tu tercera película. ¿Notas la evolución como cineasta?
Evidentemente. Evoluciono igual que mi trabajo. Para Elisa fue la primera y también la primera aproximación al género. Ahí era un debutante, un novato. Ahora me siento más cómodo, voy más tranquilo al set los días que hay que rodar y estoy mucho más relajado. Al principio tenía nervios porque estaba totalmente desubicado. Y también hay que reconocer que tengo un buen equipo, con algunos he repetido.
A la hora de contar historias lo mismo, es una evolución mucho más fácil. Ahora sabes perfectamente como se van a desarrollar las historias cuando ya empiezas a escribirlas, aunque no tengas claro el final.
Porque creo que siempre empezamos a escribir una historia pensando en un final. Pero a mi, curiosamente, en casi todos los guiones que he escrito, ese final cambia. Porque se va desarrollando según avanza la historia y va cambiando o modificándose.
Yo creo que la historia está ahí. Cuando te pones a escribir un guion hay algo mágico que te conecta con esos personajes a los que les vas a dar vida. Te sientes un poco dios ¿no? Los creas, los modificas, los destruyes, les haces sufrir… pero esos mismos personajes empiezan a caminar en tu imaginación y al final todo va evolucionando de una manera que dices: «esto tenía que estar».
Y lo único que estás haciendo es narrar lo que pasa, no estás inventando nada. Eso es una situación un poco extraña que no se si otros guionistas la tendrán, pero yo desde luego la tengo.
Precisamente Paco Plaza me hablaba de eso, que a él no le importaban tanto los finales sino los caminos para llegar a ellos.
Efectivamente. Es todo el desarrollo de esa historia. Caminar de la mano de los personajes y ellos son los que te van llevando de un sitio para otro. Al final, todo tiene una lógica que parece increíble que eso haya surgido de la nada. Es una cosa tan mágica y tan maravillosa…
Escribes novelas y tienes un grupo de música. ¿Cambias cuando te enfrentas a procesos creativos diferentes o tu manera de crear es la misma?
Es muy diferente porque en el proceso creativo literario estás tú solo. Eres tú el que se enfrenta a la nada. Sin embargo con el grupo de música Das Model soy simplemente el bajista, soy una quinta parte del grupo y, aunque participo, hay otros dos componentes, entre ellos Sheila Ponce, la actriz de la película que es la cantante y seguramente Raúl el guitarrista que llevan más la batuta. Entonces ya no es un proceso tan aislado como es la literatura.
En la escritura me enfrento solo a ese vacío de la pantalla en blanco, porque ya no decimos el papel en blanco.
En esta cuarentena se han definido dos tipos de creadores: los que han estado inspirados y han tenido mucho tiempo para avanzar y otros que estaban tan agobiados que necesitaban descansar ¿Dónde estás tú?
Yo soy de los dos. Cuando empezó esto fue como que todos nos agobiamos muchísimo y veíamos tanto tiempo por delante que decíamos: «ya empezaré».
Pero, sin embargo, después de esas dos primeras semanas sin escribir una palabra, a partir de ahí ya me puse a escribir y la verdad es que muy bien. He terminado un guion completo y ahora estoy terminando otro, osea que me ha dado tiempo a hacer mucho.
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