El comienzo de La amenaza de Andrómeda, de cuyo estreno se cumple este año medio siglo, dio muy mal rollo en su tiempo, pero vista ahora es todavía más aterrador. Unos hombres con escafandras llegan a un pueblecito plagado de cadáveres, gente que ha muerto de repente y en extrañas circunstancias. Hasta vemos cadáveres de niños, algo impensable en la mojigatería audiovisual que nos rodea en la actualidad.

La sinopsis más resumida de La amenaza de Andrómeda es la siguiente: en Nuevo México, en la pequeña ciudad de Piedmont, un virus mata rápidamente a todos sus habitantes excepto un bebé y un anciano borracho. Cuatro eminentes científicos son recluidos en un laboratorio subterráneo secreto para investigar el virus, descifrar qué lo hace tan tremendamente letal y saber finalmente como detenerlo y salvar al planeta entero.

Still La amenaza de Andrómeda

Pero a partir de este citado arranque, digno de película de acción, el film de Robert Wise cambia de tono y de ritmo y se hace lento, científico, frío, quirúrgico. Y aunque desconectará al espectador que solo busque alienígenas, gente pustulosa arrastrándose por las calles o meteoritos impactando en la tierra, la película es un logro cinematográfico. Aquí los héroes no van con capa, sino con bata blanca. No tiene ningún glamour.

Michael Crichton escribió el borrador de su exitosa novela La amenaza de Andrómeda cuando aún era estudiante de medicina y se inspiró después de charlar con uno de sus profesores sobre el concepto de formas de vida basadas en cristales. Crichton también confesó que su inspiración vino también tras leer The Ipcress File, de Len Deighton, y que tardó tres años en acabar la novela.

Universal Pictures pagó a Crichton 250.000 dólares de la época por los derechos de su novela, hoy más de un millón de euros. Crichton, que hace un cameo como cirujano barbudo, no participó en el minucioso guión de la película, escrito por Nelson Gidding, escritor que ya había trabajado con Wise en Quiero vivir, Apuestas contra el mañana y La mansión encantada.

Fotografía del making of de la película

Con la adaptación al cine de su novela Crichton se convirtió en millonario, en uno de los autores más exitosos del planeta y uno de los cineastas más mimados por Universal. Dos años después escribió y dirigió Almas de metal y más tarde Coma y Runawai: Brigada especial. Además, Crichton fue el guionista de éxitos como la serie Westworld (la de los ochenta) o Twister y autor de novelas por cuya adaptación se pagaron millonadas, entre ellas Acoso, Congo o Esfera.

Durante la producción de esta película, Crichton fue invitado por los ejecutivos de Universal a realizar el famoso recorrido turístico por los legendarios estudios Universal y en ese recorrido su guía no fue otro que un joven Steven Spielberg, quien 22 años después adaptaría al cine la novela más famosa de Crichton: Parque Jurásico, guion del que se encargó el propio escritor junto a David Koepp.

Para la dirección de la película Universal pensó en Robert Wise porque era un hombre nada conflictivo, un veterano con experiencia que había rodado el clásico de ciencia ficción Ultimátum a la tierra y había ganado el Oscar al mejor director dos veces: por West Side Story y por Sonrisas y lágrimas. Wise había empezado de cero en la industria del cine hasta llegar a montar Ciudadano Kane, su primera nominación al Oscar (de siete).

La elección de Wise fue un acierto. Visualmente arrebatadora, la película resultó ser bastante más oscura que la novela, más pesimista, una advertencia a la fragilidad humana, algo que nos ha recordado la pandemia que ahora estamos intentando superar a nivel planetario.

Otro de los fichajes fundamentales de esta ambiciosa producción fue del gran director de fotografía Richard H. Kline, firmante de joyas del fantástico como Star Trek: La película o Cuando el destino nos alcance. Kline demostró una gran destreza con el uso de la unión de encuadres diferentes dentro de un solo plano y con nada menos que 149 escenas que utilizaron dioptrías divididas.

 

Still La amenaza de Andrómeda

Con Richard H. Kline en la luz y Robert Wise al mando, otro artista fundamental para dar perfecta forma a La amenaza de Andrómeda era el creador de los efectos especiales. Así, Universal se decantó por Douglas Trumbull, que venía de trabajar en la película que cambió el género de la ciencia ficción para siempre: 2001: Una odisea del espacio. Trumbull debutaría un año más tarde como director en la estupenda película ecologista y de ciencia ficción Naves misteriosas y Robert Wise volvería a llamarlo para Star Trek: La película. Lo mismo hicieron Steven Spielberg para Encuentros en la tercera fase y Ridley Scott para Blade Runner.

El reparto de la película también fue de una tremenda originalidad. Lo mejor de esta rara película es que no hay una sola cara joven en su reparto, no hay niñatos de moda en ella. Aquí los salvadores del mundo son mayores, veteranos médicos y de apariencia vulgar. Y Arthur Hill, David Wayne, James Olson y Kate Reid estás estupendos.

En su trabajo de adaptación de la novela de Michael Crichton, Gidding hizo algunos cambios. Entre ellos hizo que uno de ellos fuese una mujer. La idea no le gustó en principio a Wise (creía que en Universal buscaban una réplica de Raquel Welch en Viaje Alucinante, de Richard Fleischer), pero en cuanto vio lo bien que funcionaba Kate Reid como la viróloga Ruth Leavitt quedó encantado.

Virólogos de la película

En cuento a la fabulosa dirección de arte, premiada con el Oscar, el diseño y la construcción de los equipos de laboratorio científico costaron a Universal más de 300.000 dólares y en su día fueron descritos como “uno de los interiores más elaboradamente detallados jamás construidos”.

Fue tan rico y productivo el trabajo de arte de La amenaza de Andrómeda que su material de archivo de efectos y la utilería se reutilizaron en varios episodios de series de televisión como El hombre de los seis millones de dólares (1974), La mujer biónica (1976), El coche fantástico (1982) o Airwolf: Helicóptero (1984).

Y a pesar de su ritmo lento y su fría puesta en escena, la película funcionó en taquilla sin ser un exitazo. Su coste fue alto de 6,5 millones de dólares y recaudó más de 12 millones en Norteamérica y fue la decimosexta película más taquillera de 1971.

Fotografía del rodaje de La amenaza de Andrómeda

En los Oscar La amenaza de Andrómeda estuvo nominada al mejor montaje y mejor dirección artística y decorados. Estamos hablando de premios menores, pero es entendible porque la película de género fantástico (las academias de cine no lo suelen premiar) y además los Oscar de 1972 fueron los de The French Connection y La última película, el Nuevo Hollywood se hacía paso ante el viejo Hollywood que Wise representaba.

En 2008 se estrenó la miniserie La amenaza de Andrómeda, producida por Ridle, Tony Scott y Frank Darabont, pero no logró la calidad de la película de Wise, un film que sigue siendo fascinante y que nos recuerda algo demasiado inquietante y lo que nos vamos a enfrentar en el futuro: lo importante no es haber vencido esta crisis biológica, lo importante es qué haremos para evitar la siguiente. Si es que la sabemos evitar.