No basta con quererse. Laura (Llum Barrera) y Jaime (Iñaki Miramón) llevan veinte años juntos. Una tarde reciben una llamada de Ricardo (Fernando Soto), el tutor del hijo adolescente de ambos. Quiere verlos en su despacho porque el chico se salta las clases para encerrarse en el baño del instituto a masturbarse. Es la premisa de Onán, que desde el 25 de agosto se podrá disfrutar sobre el escenario del Teatro Infanta Isabel de Madrid.
A Fernando Soto le conocemos de numerosas apariciones en Teatro (Las Cervantas, Perfectos Desconocidos), Cine (Celda 211, Kiki) y Televisión (La casa de Papel, Amar es para Siempre), pero en esta ocasión se pone a los mandos de la dirección del texto de Nacho Faerna para también interpretar el papel del tutor. Una tarea que, reconoce, no ha sido nada fácil. Se toma un tiempo para charlar con Más de Cultura de la obra y de su profesión. La conclusión siempre es la misma: Más de Cultura.
Una comedia sobre cosas serias. Últimamente las comedias son las que más contenido tienen a la hora de hacer crítica con la broma ¿Lo veis así desde el lado de la interpretación?
El humor siempre ha sido un vehículo estupendo para tener la libertad de decir ciertas cosas que, a veces, poniéndonos serios o no llegan tanto o no nos atrevemos a decir. Onán no es una comedia en sí porque no se busca el humor. El humor apareció cuando estrenamos.
Es como esas piezas de Woody Allen que, en principio, no buscan el hacernos reír pero las situaciones o los personajes a veces provocan que nos identifiquemos y nos causa risa por el ridículo que deja entrever. Lo ridículo que es el ser humano en ciertas situaciones.
Pero sí, en estos tiempos que corren creo que el humor no buscado o buscar lo ridículo de esta vida a veces es interesante.
¿Cómo llegas a la dirección del proyecto? ¿Elegiste desde el principio al personaje o eso vino después?
Vino después. A mi me encargaron Nacho Faerna y Manuel Sánchez, autor y productor de la obra, dirigir. Al principio era otro actor pero dejó el proyecto y me propusieron ellos que lo hiciera. Para mí es la primera vez que lo hago, meterme en una obra que he dirigido.
Pero bueno, es un personaje más pequeño que el que hacen Llum e Iñaki y lo veía manejable y asequible. Me apetecía trabajar con Iñaki y Llum, así que así fue. Lo que pasa es que es complicado (risas).
Has trabajado con directores muy prestigiosos, ¿Algún consejo que recuerdes que ahora te veas a ti mismo aplicándolo cuando te enfrentas a la dirección de un proyecto?
Consejos no tanto. Lo que he hecho a lo largo de mi trayectoria ha sido coger todo lo bueno de la gente con la que he trabajado. Solo hay una cosa que siempre recuerdo porque me hizo gracia y me gusta mucho. Cuando estaba haciendo El Quijote con Pepe Sacristán en el que yo hacía de Sancho, el me decía: “Fernandito, las cosas hay que hacerlas bien”. Y es una cosa que yo siempre he intentado.
No de buscar el éxito ni nada sino seguir los pasos de la gente que me ha gustado con la que he trabajado, que he admirado o admiro, gente que tiene una forma de entender el teatro que yo comparto e ir formándome.
Esto es una acumulación de experiencia, hábitos y conocimiento. He tenido la suerte de trabajar con gente muy interesante. Además, si uno está rodeado de actores buenos a uno le hacen mucho mejor. Estoy muy contento con la trayectoria que llevo, me ha servido para aprender mucho de los demás.
¿Cambia algo el Fernando que se enfrenta a la cámara con el que se sube al escenario?
Cuando me subo al escenario soy mucho más sinvergüenza. Delante de la cámara soy mucho más contenido. Pero son dos cosas que disfruto.
Me he criado en el teatro, estudié en la RESAD en el año 89/90 y llevo toda la vida haciendo teatro y es un terreno muy conocido para mi. La cámara también pero son distintas preparaciones. Maravillosas las dos pero en el teatro a veces, ese ritual en vivo para mi trasciende y es maravilloso.
Estamos en una época compleja para la oferta cultural, más si cabe con la crisis sanitaria ¿Hay más emoción por presentar proyectos nuevos?
El verano es complicado pero también es agradable en el sentido de que la gente que se queda en la ciudad necesita ocio. Espero que funcione y que el maldito virus no siga jodiéndonos de esta manera. Pero sí, vamos con las pilas cargadas y con muchas ganas de que la gente venga a verlo.
¿Algún detalle que no debamos pasar por alto de la obra?
Hay una escena del matrimonio de Llum e Iñaki que es muy potente, muy descarnada, que a mi me gusta mucho. Nos costó y nos sigue costando llegar a un clímax alto. Es una pareja que se está deshaciendo y llega un momento que a mi me gusta mucho. Un enfrentamiento entre ellos dos que es muy interesante porque es dónde uno se ve reflejado y se vomitan esas cosas que todos hemos pasado en nuestras relaciones.
¿Más de cultura y menos de qué?
¡Uf! Por no buscarme enemigos… más de cultura y menos de muchas cosas a las que se apoya exacerbadamente como puede ser el fútbol, los toros, Tik Tok… todas esas corrientes que están bien pero que están tomando demasiada relevancia a pesar de que el contenido es bastante pobre. Sobre todo más cultura. Que haya lo que sea pero que por lo menos focalicen que hay un problema con la cultura: la falta de apoyo y la falta de base desde que los niños son niños. Por ahí es por donde deberíamos empezar.
Deja tu comentario