¿Sabrías decir de qué materiales están hechas las compresas? ¿Y los tampones? Si al hacer la compra nos fijamos en la composición de los alimentos y al comprar ropa nos fijamos también en las etiquetas, ¿por qué no lo hacemos con dos de los objetos que más usamos las mujeres a lo largo de nuestra vida?
Desde la primera menstruación hasta la última pasan aproximadamente 40 años. Una franja de tiempo en la que cada mes empleamos algún tipo de producto para detener el sangrado menstrual, en la mayor parte de los casos, compresas o tampones. Y a pesar de ser un producto tan común en nuestras vidas desconocemos cómo se fabrican.
Los materiales que componen las compresas y los tampones
Para hacer las láminas de las compresas se emplean sustancias como el bisfenol A), el polietileno (PET), el polpopileno y el glicol de propileno (plásticos). El blanqueo de la compresa se puede llegar a realizar con cloro y para conseguir el acolchado se usa algodón con fibras sintéticas, algunas de ellas procedentes del petróleo.
Por su parte, los tampones están hechos de algodón, rayón (una fibra artificial de celulosa), poliéster y polipropileno, es decir, más plásticos.
Si tenemos en cuenta que son productos de usar y tirar y que para deshacernos de ellos, muchas veces lo hacemos de la manera incorrecta (a través del retrete) empezamos a hacernos una idea del tremendo coste medioambiental que tienen. Además, al estar en contacto directo con el cuerpo de las mujeres y con zonas más sensibles, pueden tener consecuencias en la salud, desde reacciones alérgicas hasta el síndrome del shock tóxico.
En Más de cultura ya os hablamos de algunos trucos para intentar reducir el consumo de plástico y ahora os traemos algunas alternativas para decir adiós a las compresas y los tampones.
Qué alternativas tenemos
Copa menstrual: a estas alturas seguro que ya has oído hablar de este milagroso invento. Este producto está fabricado de silicona hipoalergénica. Se trata de un recipiente en forma de copa que se introduce en la vagina y retiene el sangrado menstrual. Puede aguantar hasta el doble de horas que un tampón y no tiene riesgo de infección. Cada cierto tiempo la copa se retira, se vacía, se limpia y se vuelve a introducir. Después de cada menstruación hay que esterilizarla (poner a hervir durante unos 3 minutos) y ¡lista para usar de nuevo! No contamina, retiene el flujo más horas que una compresa y un tampón, ocupa poco espacio y además es muy económica. Una copa cuesta cerca de 20 euros y se puede usar entre 2 y 5 años, echa cuentas… vale la pena.
Compresas de tela: tienen la misma función que las compresas normales pero están elaboradas con algodón ecológico, sin tintes ni cloros. Aunque te pueda parecer que no, absorben lo mismo que una compresa tradicional. Son reutilizables y existen compresas de diferente grosor, dependiendo de la cantidad de flujo que tengas. Tras su uso se pueden lavar, se secan y listas para usar de nuevo. Echa un vistazo a estas.
Bragas absorbentes: se pueden usar tanto para regla como para flujo vaginal o pérdidas de orina. Que no te echen para atrás los prejuicios. Este tipo de bragas están hechas de algodón, tejido en base de poliéster y licra. Para el lavado, funcionan igual que una prenda de ropa normal y se pueden lavar a mano o meter en la lavadora. Si al principio no te sientes segura con la copa menstrual, puedes combinarla con una de estas bragas.
Esponjas naturales: se insertan en la vagina para absorber en flujo menstrual, son biodegradables y no generan residuos. Es decir, tienen el mismo uso que un tampón. Además, las esponjas pueden recortarse para adaptarse mejor al cuerpo de cada mujer. Antes de introducirla en la vagina se recomienda mojar la esponja y escurrir el agua que sobre. Una vez dentro, no debe notarse. Tras el ciclo menstrual se pueden reutilizar, para ello, puedes dejarlas en remojo en agua y vinagre una noche y después aclararlas con agua.
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