Comienza marzo y con él, muchas son las actividades que ofrece la cultura en torno al mes de la mujer. Una manera más de descubrir al público aquellos trabajos creados por mujeres que a veces no tienen todo el espacio que merecen. Existes iniciativas, de gestión cultural como Espacio C que hacen posibles éstas y otro buen puñado de actividades relacionadas con la cultura. Como por ejemplo «Diálogos Sororos», una actividad online en la que el público podrá acceder a proyectos audiovisuales, gastronómicos, musicales o artísticos. Sus profesionales acercan ideas, formas de expresión y actividades de múltiples campos de la cultura al público desde diversos espacios y formatos.
Nos hemos tomado un tiempo para hablar con una de las fundadoras y responsable de la programación de Espacio C, una plataforma desde la cual, dinamizan todo tipo de cultura para hacerla más accesible y sostenible. Rocío Royo Durán estudió derecho, pero pronto se dio cuenta de que la necesidad de generar cultura en municipios más marginados por las instituciones es una buena manera de aportar valor a nuestra sociedad.
Charlamos con ella de su labor como gestora cultural y de todas las actividades que se van a poder disfrutar en los próximos meses con ellos. Algunas de ellas, pueden llegar a toda la geografía española gracias a su formato online.
En marzo ponéis en marcha por tercera vez consecutiva la actividad “Diálogos Sororos”, ¿Habéis notado cómo crecen los proyectos con perspectiva de género en estos últimos años o todavía queda mucho trabajo por hacer?
Creo que antes de responder a ese interrogante habría que distinguir entre proyectos con perspectiva de género –donde la temática o los contenidos tengan la misión de generar reflexión, visibilidad, remover conciencias, etc. – y los proyectos dirigidos por mujeres en los que priman cuestiones artísticas de la manifestación que sea.
En ambos casos, afortunadamente, puede afirmarse que han aumentado. Cada vez vemos más mujeres liderando sus propios proyectos o participando de forma activa en otros. Por otro lado, somos testigos de una constante oferta de programas de gestión o artísticos articulados en un discurso de género.
A pesar de ello, todavía queda mucho trabajo por hacer. Las estadísticas revelan que aún persisten desigualdades en cuanto a sueldos, presencia femenina, y otras variables sociales. No tenemos más que mirar muchas de las programaciones, donde casi nunca hay paridad.
También me gustaría señalar que, por desgracia, en distintos ámbitos de la cultura pervive un “aroma” patriarcal y machista a la hora de regir las relaciones laborales e incluso, en las formas de tratamiento y en el discurso en general.
¡Qué bueno será el día en el que no necesitemos celebrar actos para reivindicar o visibilizar la presencia de la mujer en el arte! Aunque con toda la labor que hay para recuperar artistas silenciadas, se me hace imposible pensar en ese momento.
Tenemos un país repleto de grandes creadoras, sin embargo, nos cuesta apostar por lo desconocido o menos mediático. En esto último, tienen mucho que aportar las políticas públicas culturales, tanto para dar el ejemplo como para exigirlo en las licitaciones.
Gastronomía, arte, música, audiovisual, literatura, temas sociales…etc ¿Cómo elegís las categorías?
«Diálogos Sororos» es un proyecto online que tiene como objetivo crear un espacio inclusivo donde se abordan temáticas socioculturales. Tratamos de dar respuesta, o al menos aportar información, sobre necesidades que detectamos en el entorno más cercano y entre las compañeras.
Nos importa dar cabida, sobre todo, a aquello que gira en torno a la salud mental, los cuidados, las emociones, la sociología y la diversidad. Todo esto partiendo de una perspectiva de género y, en lo posible, utilizando la cultura como herramienta transversal.
«La cultura es fundamental para la sociedad»
Las temáticas varían de un año a otro, en función de la actualidad o de donde creamos que sea más necesario incidir. También es importante para nosotras acercar determinados temas al público seguidor de Espacio C; un público con sensibilidad, ya sea por su vinculación directa al mundo del arte, o no.
Espacio Creadoras es la sección del ciclo que visibiliza el trabajo de mujeres artistas cercanas –escritoras, pintoras, músicas, ilustradoras, bailarinas, gestoras, etc.– a través de entrevistas, lecturas, pequeños recitales, proyecciones de documentales y conferencias.
Durante el resto del año, desde Espacio C os dedicáis a la gestión cultural de una manera especial, cuéntanos un poco en qué se basa vuestra actividad.
Yo creo que hay muchos modelos de gestión cultural, todos necesarios. La cultura es fundamental para la sociedad. Nos conecta con la historia, con los valores, con la innovación, con la comunidad, con el pensamiento, con la creatividad, con el bienestar, con los derechos, con la imaginación, con nosotros mismos, con nuestras luces y sombras. Nos permite desnudarnos, desaprender, revolvernos, reflexionar, conocer, transformar/nos; y con todo esto llegar a empatizar con los demás y con nuestro entorno.
En Espacio C, nos gusta mucho trabajar con el concepto de ciudades y comunidades sostenibles (ODS 11). Como indica la meta 4 de este objetivo de la Agenda 2030, para salvaguardar nuestro patrimonio cultural y natural, tenemos que amarlo.
Este periplo cultural que te he descrito anteriormente, sería un buen método para llegar a ello. Por eso, desde Espacio C, tratamos de que el sello o la receta mágica de nuestro trabajo tenga estos ingredientes.
«creo que es muy importante tener en cuenta el impacto en el bienestar emocional y en el entorno a la hora de crear»
No nos identificamos con un sector determinado, nos encanta tocar todos los palos. Trabajamos con proyectos de género, con patrimonio artístico, con programaciones o ciclos musicales, con la huerta, la agricultura y la viticultura, con talleres creativos, etc.
Unas veces trabajamos para clientes concretos –normalmente ayuntamientos– a quienes ayudamos con mucho mimo a valorizar su territorio y sus bienes más preciados: sus monumentos, su historia, sus calles y plazas, su entorno natural y sus habitantes; en dependencia de los intereses de cada uno en particular.
A nuestro cliente le ofrecemos un proyecto completo, que incluye: el análisis y conceptualización, el diseño de imagen de marca y cartelería –Silvia Gómez Cisneros es nuestra directora creativa–, la programación, producción y dirección del evento/ciclo/festival, la comunicación, y finalmente, la evaluación –si así lo desea–. Les proponemos medidas de accesibilidad y sostenibilidad que son aplicadas, o no, según los recursos y necesidades.
Es importante para nosotras alinear nuestra huella y los intereses del cliente con la Agenda 2030. La cultura es el mejor conductor de los ODS, tanto para implementarlos como para darles visibilidad.
Además de desarrollar proyectos para clientes, contamos con algunos que son marca #EspacioC, como es el caso de Diálogos Sororos-Espacio Creadoras y Jazz a la Cata. Estas aventuras culturales, que son maravillosas, se sostienen económicamente con: el apoyo de empresas alineadas con nuestros valores; algunos ayuntamientos que deciden incorporar nuestra programación a la suya; o el público que asiste, en dependencia de los formatos.
En cualquiera de los casos, siempre buscamos la simbiosis del proyecto cultural con la comunidad y con el entorno natural. Procuramos enlazar nuestras acciones con impactos positivos y, para lograrlo, es imprescindible cuidar mucho al cliente, a los proveedores, el entorno, y al público. Muy importante, programaciones paritarias en la medida de lo posible.
Para alguien externo, que no sepa de lo que hablamos, ¿Cómo definirías las funciones de un gestor cultural o el papel que tienen a la hora de crear y transmitir la cultura?
Hay muchos tipos de gestión cultural, desde la creación de proyectos culturales o programaciones artísticas, hasta labores de distinta índole cultural –investigación, comunicación, financiación, educación, etc. – que se desarrollan en el entorno de una editorial, un teatro, una fundación, una biblioteca, en espacios rurales, centros culturales, entre otros.
Cada uno tiene que tener muy claro a qué públicos se va a dirigir y qué quiere transmitir y transformar, es decir, cuál será el fin último de las acciones culturales. Personalmente creo que es muy importante tener en cuenta el impacto en el bienestar emocional y en el entorno a la hora de crear un ciclo, una programación, o de acompañar a un ayuntamiento a dar valor a su patrimonio artístico o medioambiental.
Nos gusta trabajar para un público amplio que tenga los sentidos y el corazón receptivos. En Espacio C no hacemos proyectos elitistas ni complejos a nivel intelectual. Buscamos la emoción, la transmisión de saberes, la reflexión; pero también, el entretenimiento y, si es posible, proporcionar un poquito de felicidad.
Nos encanta organizar talleres creativos en el entorno de un festival de calle, llevar poesía y música a una feria de huerta y vino donde a la vez organizamos tertulias con productores en torno a la sostenibilidad, maridar jazz con quesos y garbanzos de la Comunidad de Madrid, o hacer tertulias sociales con perspectiva de género mezcladas con lecturas de escritoras. Fusionar sectores, disciplinas, conseguir que la cultura se integre en distintos ámbitos y espacios, y se sienta como algo cercano y accesible. En definitiva, nuestro fin es poner nuestro granito de arena en conseguir una cultura democrática y sostenible para toda la comunidad.
En tu caso, estudiaste derecho, ¿Cómo comenzó tu labor con la cultura?
Ay, ¡qué pregunta!, para esto tendríamos que salir a tomar un aperitivo…
Te resumo… si soy capaz. De pequeña tuve la suerte de que mi madre me llevase a una gran cantidad de conciertos y obras de teatro. En casa veía mucho cine, y programas de debate. Mis aficiones principales consistían en almacenar videos musicales y películas antiguas en cintas de vídeo, y escuchar música en la radio y grabar canciones y programas. Pronto empecé a ser público de conciertos, algo que me fascinaba y así sigue siendo.
Al nacer mi hijo, hace 18 años, nos fuimos a vivir a Brunete. Eso supuso pasar de la capital y su constante ebullición cultural –donde yo me sumergía como pez en agua– a la nada, al vacío cultural que existía en ese momento en el municipio.
Esto me hizo plantearme con un grupo de personas la posibilidad de crear una asociación cultural sin ánimo de lucro. En 2012 nace la Asociación La Corneta, donde se empezaron a gestar, a mayor escala, mis ilusiones de creación y producción cultural.
Alentada por las personas de mi entorno para que profesionalizara mi trabajo en el ámbito cultural, decido entonces formarme en centros y universidades especializadas: Gestión Cultural, Dinamización, ahondé en la relación del arte y la intervención social, estudié Accesibilidad, Agenda 2030 y ODS. Actualmente estoy cursando MasterÑam, un máster sobre la cultura gastronómica desde un enfoque creativo, filosófico e innovador.
El trabajo que yo desarrollaba hasta ese momento, como licenciada en derecho, estaba ligado principalmente a la gestión de la calidad, el transporte de mercancías peligrosas y las licitaciones públicas en el sector de la ingeniería civil. Desde el año 2007 ejerzo como profesional autónoma, lo que me daba cierta libertad para “arriesgar” y alternar mi trabajo con la formación en cultura e innovación social –siempre he sido muy exigente conmigo y algo temerosa de no hacer las cosas bien, lo que me obligaba a estudiar con expertos–.
Este variado abanico de cursos y formaciones me permiten tener una visión global de las necesidades de los clientes, la forma de abordar los proyectos, y la evaluación y medición de su repercusión. Quizá no sea la persona con mayor formación en arte y humanidades del sector, pero sí creo tener intuición, creatividad y capacidad de producción a la hora de seleccionar las programaciones o diseñar un ciclo o festival. Aporto una visión de conjunto y excelencia para abordar cualquier proyecto en el ámbito de un municipio o de una organización. Y, lo más importante, me rodeo de un equipo de personas expertas que contribuyen con sus conocimientos en cada materia que conforma nuestro trabajo.
Y con todo esto, decidí en 2016 crear Espacio C, tras casi cinco años a cargo de la Asociación Corneta, a la cual sigo vinculada. En 2018 me asocio a Sannas, asociación nacional de empresas Triple Balance (ecológico, económico y social), convivir y aprender estos años con las más de 140 empresas que pertenecen a esta asociación ha sido y es una experiencia inspiradora que sin duda ha marcado mi visión y forma de trabajar.
¿Cuáles son los próximos proyectos en los que estáis inmersos?
Una vez que termine «Diálogos Sororos» seguiremos trabajando para nuestros clientes habituales. Al mismo tiempo, continuamos buscando un espacio en la sierra de Madrid o, por qué no, en otros lares, que quiera albergar uno de nuestros proyectos favoritos “Jazz a la Cata” –una fusión de música, maridaje y consumo responsable–.
También hacemos funciones de managment, fundamentalmente con el grupo especializado en música de tradición oral sefardí y poesía Evoéh, y la violinista y compositora experimental de tradición castellana Blanca Altable. Acompañar a artistas que tienen proyectos singulares y de investigación es un flujo constante de aprendizaje que me estimula especialmente porque siempre surgen oportunidades para colaborar y aprender de otros proyectos y personas.
Os cuento también algo que me hace especial ilusión por su impacto: me encuentro inmersa, a fecha de hoy, en conversaciones para futuros planes que relacionan cultura, comunicación creativa y sector primario; pero no podemos contar nada más de momento.
¿Más de cultura y menos de qué?
Pues vosotras lo decís muy bien… menos postureo, ¡estamos de acuerdo!
Pero por aportar, diría también menos cortoplacismo y más mirada de futuro. Al final me quedo con el más: más inversión en cultura, más trabajo para todos los agentes culturales, en fin: “más de cultura”.
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