Los grandes héroes y heroínas de la historia siempre levantan gran admiración. Desde sus conquistas a las leyendas que les rodean crean un halo de misterio que invita a investigar, leer y empaparse de conocimiento. Ahí nace la novela histórica, encargada de enseñar pero también de entretener con sus epopeyas. Y para disfrutar de estas épicas hazañas no hace falta irse hasta personajes lejanos como Aquiles, Alejandro Magno o Julio César.
Quinto Sertorio fue un general que se rebeló contra Roma y que se convirtió en un héroe en Hispania. De él nos habla el escritor Agustín Tejada en su libro, «El último celtíbero», que pone fin a una trilogía. Agustín, maestro y escritor, se quita su bata de profesor en una charla con Más de Cultura para explicarnos los entresijos de la literatura histórica.
«El último celtíbero» es el libro final de una trilogía que ahonda en la historia romana del siglo I a. C..
Esta es una trilogía que empecé hace ya unos cuantos años sobre las guerras sertorianas, que tienen lugar en Hispania, entre los generales Pompeyo y Sertorio. Sertorio fue un general que se rebeló contra Roma. Él quería controlar Hispania, retornar a Roma y restaurar los valores de la república. Evidentemente no le dejaron porque Roma empieza a mandar cónsules a los que Sertorio derrota hasta que llega Pompeyo en el año 77 a. C.. Ahí empieza la auténtica guerra en Hispania, que acaba en el año 72 con el asedio de Calahorra, que es el que describe el libro.
A la hora de escribir novela histórica hay que ser fiel a la historia real, sin embargo, en la novela se juega con la magia de la literatura y se añaden detalles de ficción. ¿Dónde está el límite para saber hasta que punto te puedes permitir añadir fragmentos sin faltar a la verdad?
El límite es el que nos cuenta la historia. Ese es el marco del que no te puedes salir, es mi hilo conductor. Esa es la Historia y luego hay que intercalarlo con las historias que son ficción. No tuvo por qué ocurrir así evidentemente pero el límite es lo verosímil, lo plausible. Incluso se puede incluir la leyenda mientras no te salgas del marco de la historia. Si en Calahorra ganaron los de fuera no puedo decir que ganaron los de dentro. Si no estuvo Sertorio presente no puedo decir que sí estuvo.
Tú eres navarro pero este último libro se desarrolla en La Rioja, ¿en qué momento nace tu interés por la historia de Calahorra?
El interés surge en el año 2010 cuando visité una ciudad celtíbera en La Rioja. Conozco ahí la figura del general Sertorio. A mi me gustaba leer sobre Roma, me gustaba ver películas de romanos pero me había quedado en Pompeyo, Nerón, Julio César… fuera de los grandes personajes no conocía a Sertorio. Cuando me entero de la rebelión de Sertorio, de las guerras sertorianas, del asedio, veo que hay una historia. Me enamoro de Sertorio porque veo que su vida es pura epopeya. Era un gran estratega.
Cuando escribes esta trilogía, ¿asumes un rol de escritor o de profesor?
Cuando escribo me quito la bata de profesor. Ahora, sí que pienso que la novela histórica tiene que ser totalmente didáctica. El lector debe aprender. No por obligación sino porque hay una demanda, al lector le gusta aprender algo de la historia ya que está leyendo novela histórica. Pero yo no me siento profesor, creo que el cometido de una novela es entretener en primer lugar y ya de paso no está mal enseñar o aprender un poco.
Escapándonos un poco de la trilogía, ¿cuándo nace tu pasión por la literatura?
Todo nace por accidente. Yo jamás en mi vida había pensado en escribir nada. Mi padre era el que estaba empeñado en que yo escribiera. En el año 2005 escribí un libro por autoterapia, «El profesor inocente». Escribí del mundo que conozco, de la educación. Era un libro muy gamberro, un libro crítico desde el humor y la sátira. Criticaba lo que yo veo a diario y lo que no me gusta. Lo hice porque me apetecía dejar plasmado todas mis paranoias y preocupaciones sobre la enseñanza, lo que está mal desde mi punto de vista. Me lo pasé muy bien escribiendo ese libro y pensé en escribir otro.
El siguiente fue una novela histórica de la guerra civil. Lo mandé a concursar y ganó el certamen de novela Ciudad de Almería. A partir de ahí ha sido un no parar.
Cuando empiezas con ese primer libro a modo de autoterapia, ¿lo estabas escribiendo como una especia de comodín para relajarte o ya tenias el objetivo de compartirlo con los demás?
Con ese libro yo quería sacar de mi una frustración interior, una desazón, un destemple. Quería plasmarlo por escrito y quería difundirlo porque me encontraba a muchos docentes que se sienten así. Por una cuestión o por otra, la gente no se atreve a decirlo pero ese destemple del que te hablo para mi estaba patente.
La novela histórica es un género literario que impone mucho porque no puedes faltar en ningún momento a la verdad, ¿cómo es el proceso de información?
El proceso de documentación a mi me divierte tanto como escribir. Es previo a la escritura pero como me gusta tanto la historia y leer historia no es lago que me cueste. Cuando yo ya he cazado una historia y me propongo escribir sobre algo evidentemente primero me documento y me pudo pasar medio año o uno leyendo. Tomo mis notas, pienso en la estructura de mi novela y luego viene la fase imaginativa. A mi todas las etapas del proceso me llenan por igual.
¿Cuál es el sentimiento al guardar una trilogía en la estantería después de tantos años de trabajo?
Es un sentimiento mixto. Entre la satisfacción por haber cerrado el capítulo y la tristeza de tener que despedirte de tus niños. Es muy complicado de explicar porque sientes placer cuando has podido terminar la historia pero cerrar el libro, entregarlo al lector y olvidarte de él es muy duro. No tienes tiempo material de releerte, yo he terminado seis novelas, las tengo en la cabeza y en el corazón pero nunca las he releído.
Tampoco lo hago porque sí que les encontraría fallos, es inevitable. Cierras una novela y cada vez que la repasas corriges cosas.
Con ya seis novelas publicadas podemos decir que tienes experiencia en el mundo literario, ¿cómo uno se consigue hacer un hueco ahí?
Es muy complicado. Cada uno cuenta la feria según le va. Hay gente que tiene que pagar por publicar y lo hace con toda la ilusión del mundo y le parece bien. Yo no tenido que hacerlo afortunadamente pero tampoco estoy en una editorial demasiado grande. He tenido suerte, fue una agencia literaria la que me llevó a mi editor actual. Ahí estoy, aprendiendo. He encontrado mi sitio en la novela histórica y por ahora estoy cómodo. Creo que es mi género, el día de mañana ya veremos.
¿Cuál es tu personaje histórico favorito?
Hasta que descubrí a Sertorio, que ahora mismo es uno de mis favoritos, siempre me ha gustado Hernán Cortés porque también he leído muchos sobre él. Me parece un personaje apasionante, una persona inteligente, con muchísimo carisma.
La historia se repite, es un bucle. ¿Consigues encontrar paralelismos entre tu trilogía y la actualidad?
Sí. Siempre se puede leer entre líneas el estado anímico del escritor y lo que piensa de la actualidad. Aunque yo no quiera nunca decantarme a nivel político y estas cosas no me gustan es inevitable que entre líneas se puedan vislumbrar ciertas cosas. El momento actual es muy parecido a la Hispania que yo relato en mis novelas. Es una Hispania insolidaria y eso tiene un paralelismo con lo que estamos viviendo actualmente.
¿Nos puedes avanzar algo de tus próximos proyectos?
En estos momentos hay una novela entregada que saldrá en el otoño de este mismo año y se va a titular «El camaleón negro». Discurre en Madrid durante la Guerra Civil. Es un libro que mezcla novela histórica y novela negra. Va a ser la epopeya de un sacerdote fusilado en Paracuellos, sobrevive a su fusilamiento y luego tiene que sobrevivir en un Madrid absolutamente clandestino y hostil.
¿Quienes son tus referentes literarios?
Todo el mundo. Cuando leo aprendo de todos. Me gusta decir que de quien más he aprendido es de los muertos, me gustan mucho Camilo José Cela y García Márquez.
¿Más de cultura y menos de qué?
Más de Cultura y menos ideología.
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