Me acerco a la escritura de Haruki Murakami con cierto respeto oriental. He oído hablar mucho de sus libros y de sus lectores que le siguen desde latitudes de lo más diversas.
Busco entre sus títulos, todos muy sugerentes, parece que su empeño a la hora de escribir también lo extiende al momento de escoger un buen título y pienso que, al menos en esa inquietud de escoger el mejor título posible, coincido con él.
Finalmente me quedo con el ensayo «De qué hablo cuando hablo de escribir» porque me parece un buen comienzo. Un escritor con una trayectoria de más de 35 años, ha optado, en un momento dado, por contar su manera de trabajar, de elaborar y de manejar sus contradicciones cotidianas. Sólo por esto ya me infunde una verdadera admiración, además de una curiosidad tremenda.
Cuenta Haruki Murakami que su personalidad es altamente individualista, en ocasiones habla incluso de su egoismo. El tema es que charla sobre ello con tanta coherencia que resulta completamente admisible, porque además explica, a partir de ahí, la particularidad de su modo de escribir y contar las cosas.
Debo decir que recomiendo a todo el mundo que se adentre en este espectacular ensayo, incluso a los que jamás se les pasó por la cabeza ser escritores. Habla de un modo de vida, de su propio modo de vida y resulta tan lúcido que merece la pena descubrir, no sólo por saber cómo trabaja un genio de la literatura -calificativo del que él reniega sinceramente- sino porque nos conduce a una clarividencia respecto a nuestras confusiones -humanas y universales- pero manejables, tal y como Haruki Murakami nos refleja en su libro.
El autor redunda muchísimo en que su modo de hacer las cosas es su modo individual y que no pretender hacerlo universal. En un momento dado comenta que si algo de lo que aporta, puede ayudar a alguien, se sentirá sumamente reconfortado, pero también asume que, desde luego, cuenta lo que a él le sirve, ni más ni menos.
Sus claves básicas se resumen en perseverancia, disciplina y orden. Puedo decir que sobre todo esto planea un hecho fundamental y es la atención que se presta a sí mismo, algo muy oriental y vinculado a la tendencia que cada vez tiene más adeptos en el mundo: el mindfulness. Haruki Murakami lleva realizando durante mucho tiempo una gran introspección. Conoce sus límites, sus carencias, en sus palabras «la confusión de su corazón», su estado físico y su potencial. Toda esta amalgama la analiza e intenta manejarla y utilizarla en su favor.
«De qué hablo cuando hablo de escribir» me parece una obra honesta, generosa y valiente. Merecedora de una mente brillante y una personalidad absolutamente interesante. Y aunque el autor diga una y otra vez que sólo está hablando de su experiencia individual y personal, la obra contiene muchos prismas globales a los que se acerca con determinación: cómo vivimos, hacia dónde vamos, qué modo de vida elegimos y cómo nos afecta personalmente el sistema que nos gobierna.
Acérquense a Haruki Murakami, descubrirán un tesoro entre sus páginas y serán conscientes de la confusión de su propio corazón.
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