Existen muchos estudios, afortunadamente muchos avances y también teorías algunas poéticas, incluso tranquilizadoras para los familiares de personas con deterioro cognitivo. Ya saben esa pesadilla que engloba muchos nombres ya habituales: Alzheimer, Parkinson, demencia…
Otra cuestión en vivirlo de cerca. Y se puede vivir como un drama, que lo es, pero también dejándote llevar por las sorpresas diarias que recibes, si lo vives desde el punto de vista de la curiosidad.
Una persona que sufre deterioro cognitivo, de repente se convierte en un nuevo ser con muchos aspectos por descubrir, aunque la persona en cuestión sea tu propia madre.
Es como si hubiera emprendido un viaje y su holograma está contigo contándote cosas. Es cierto que el mutismo es lo habitual, es decir, no participa en las conversaciones y a veces le preguntas y sólo asiente o niega con la cabeza. Pero también ocurre que, de repente, te cuenta un recuerdo o una angustia pasada o una anécdota divertida.
La sensación es la de compartir tiempo con una persona que está de viaje y de vez en cuando te da información de lo que está viviendo o sintiendo. Claro, tú no estás en ese viaje y no sabes muy bien a qué se está refiriendo, qué paisajes ve o qué experiencia está teniendo…entonces le preguntas y sigue el hilo, a veces de manera onírica, casi mágica.
En ocasiones esta persona vuelve de su viaje y entonces sí que está contigo en carne y hueso…y te alegras tanto de su regreso. Pero es temporal, se volverá a marchar aunque siga conectando, a veces y cuando ella desea.
Sin embargo hay ciertos elementos que, si necesitas su presencia real, pueden ayudarla a volver y son la música en general y el ritmo en particular.
Parece que los recuerdos musicales habitan en otras áreas del cerebro, diferentes de las que guardan el resto de recuerdos que se van perdiendo inexorablemente por la enfermedad. Pueden no acordarse del día que es o la estación de año en la que se encuentran, pero tararean un tema, siguen el ritmo con las manos o los pies o te dicen del tirón una estrofa con visible satisfacción.
Lo mismo ocurre con los dichos, los refranes, las poesías… Yo comienzo un refrán y mi madre lo termina siempre. El soniquete está instalado en ella y por el momento no hay quien se lo arrebate. Además le tranquiliza, esto también está analizado. Es como el bebé que se relaja con el tictac del corazón de su madre. Elementos reconocibles que van asociados con una sensación de amparo y alegría.
Porque, si bien es cierto que, es más sencillo recordar recitando en rima, parece que lo que de verdad provoca el “regreso” momentáneo de una persona con deterioro cognitivo al mundo real es la emoción.
El sonido de una canción que marcó una época determinada de su vida, algunos recuerdos de momentos muy importantes, los refranes que repitió durante años porque reafirmaban sus teorías…con todo eso, mi madre, ahora mismo, regresa. Ese es el momento de quedarse con ella y preguntarle por todo lo que se te ocurra. Y entonces, igual que un viajero recién llegado, puede llegar a decir, “pues mira, es que no sé ni por dónde empezar”…
Pero al final eso es lo de menos, lo importante es vivir ese momento, aunque sea corto, aunque se marche de nuevo con rapidez. Porque es fantástico. Intenten dejar a un lado el miedo inevitable a estas terribles enfermedades y sean curiosos, indaguen en el nuevo mundo que envuelve a ese familiar o a ese amigo. Y sírvanse de las canciones para que regresen y compartan momentos únicos, es maravilloso cuando ocurre.
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