Una montaña por la ventana y el paso del tiempo ha sido la inspiración y el punto de partida del compositor Julio de la Rosa para crear El Apego. Él, que es habitual en las Bandas Sonoras de numerosas películas y series como El hombre de las mil caras o La isla mínima, descubrió la suya propia cuando le llegó la paternidad. Un disco en el que las canciones forman parte de un todo, una experiencia sonora en la que el músico apela directamente a su hija recién nacida para tratar de expresar los miedos a los que se enfrenta un padre primerizo.
Aprovechamos la ocasión para hablar con el artista de su trabajo, sus inquietudes y su forma de crear los ambientes sonoros que sin duda han conseguido darle una dimensión más amplia a las pienzas audiovisuales para las que ha trabajado.
Tienes una dilatada carrera compositor pero es la primera vez que haces un proyecto dedicado íntegramente a una persona de tu vida. ¿Tan fuerte da la paternidad cuando llega?
Si que pega fuerte esto de ser padre por primera vez. La cosa empezó ya directamente durante la magia del embarazo. Ese milagro de la vida. El disco empezó con un libro, que lo saco a la vez (Esperando a Inés).
Con los nervios de ser padre primerizo la única manera que encontraba de calmarme era mirando una montaña que puedo ver desde nuestro dormitorio y que me da mucha paz. Es el cerro de San Pedro en la Sierra de Guadarrama.
De repente empecé a hacerle fotos, me fui aficionando y me di cuenta de que eso me calmaba mucho. Cuando me acostaba me dedicaba a escribir y al final me quedé con los temores más frecuentes de la paternidad. La montaña iba cambiando mucho cada día. Como yo. Y al final eso se ha convertido en un libro.
Ya con la niña nacida tampoco te puedes quitar el tema de la cabeza. Se pararon los rodajes con el Covid, estuve unos meses sin hacer ninguna banda sonora y tenía ganas de hacer música. Me estaba pidiendo el cuerpo seguir haciendo y me encerré en el estudio y me puse a componer.
Tenía a la niña todo el rato en la cabeza, cuando no encima físicamente (risas) y claro, se te vienen tantas cosas a la cabeza cuando tienes un hijo… y yo sabía que toda la música que iba haciendo era inspirado por ella.
El cerebro te para y la razón te dice «oye, pero ¿puede haber cosa menos comercial que un disco de un papá a su hijo?». Pero a la vez el corazón contesta: «ni puto caso».
Y precisamente con eso de que mi principal fuente de ingresos es hacer la banda sonora de películas y de series, esto me viene genial para poder hacer la música que realmente quiero y no tener que pensar en el estar ahí, en el top ten de ninguna cosa, preocuparme de que me llamen de festivales…
Al final esto va por modas y ahora está de moda hacer cuatro tipos de música y si te sales de ahí no comes.
Por tu experiencia en bandas sonoras, ¿Crees que hay una conexión natural entre el compositor y las imágenes?
Creo que las imágenes están en tu cabeza y lo que haces es proyectarlas. En el caso de los encargos de bandas sonoras para películas y series es más fácil porque el trabajo sucio ya lo ha hecho otro. Hay un guionista que ha tenido que revolverse entre sus demonios para conseguir sacar esas imágenes a fuera.
El resto, cuando es creación propia desde cero, esas imágenes aparecen en tu cabeza o las proyectas. En el caso de la montaña yo acabé dándome cuenta de que yo quería ser para mi hija como esa montaña, siempre estar ahí.
Está claro que algo te tiene que punzar para crear, aunque no necesariamente tienen que ser imágenes. A mi a lo largo de mi vida me han empujado a crear todo tipo de cosas. La situaciones cotidianas o las que más te marcan. Las cosas que te hacen daño y que necesitas vomitar para deshacerte de ellas y seguir.
Es algo que yo hago a menudo, lo que no me gusta lo plasmo ahí y lo convierto en un objeto artístico para poder desprenderme de ello y seguir adelante. Gracias a ello tengo cierto equilibrio mental.
Me interesa mucho el concepto de los 50 minutos de duración ¿Estamos perdiendo la atención de sentarnos a escuchar música y abstraernos?
No lo he hecho para abanderarme de nada al respecto o porque quiera que la gente escuche mi disco entero, simplemente porque me lo pedía el cuerpo.
Empecé a componer y como estoy habituado a hacer bandas sonoras en las que tengo que hacer muchos parciales musicales, donde la música sube, luego baja, se va hacia la izquierda o hacia la derecha… es algo que en cine es muy habitual y es muy divertido y emocionante.
A la hora de ponerme con esto la música me iba llevando. Cuando llegaba a un sitio no me pedía parar. No quise cortarlo porque fuera un disco y tuviese que hacer canciones, simplemente he ejercido algo de libertad creativa.
Estoy en un punto de mi vida en el que puedo y quiero hacer la mejor música posible y en este momento el cuerpo me pedía esto. Ha sido muy orgánico.
Todo lo que yo quería decir eran cosas relacionadas con mi hija y tenía sentido que fuera todo un uno. Porque al fin y al cabo estoy hablándole a ella durante todo el disco.
¿Has pensado en qué dirá cuando sea consciente de que este disco fue por ella?
Supongo que solo cuando sea bastante adulta conseguirá darle algún sentido, porque supongo que durante mucho tiempo cuando vea que la llamo «muñequita de feria» dirá que es una horterada.
¿Más de Cultura y menos de qué?
Y menos violencia.
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