Elena Fortún, recordada para siempre como la «mamá» que dió a luz al personaje de Celia, fue mucho más que una autora de libros infantiles. Perteneciente a una familia acomodada e inquieta intelectualmente, Elena Fortún se identificó rápidamente del espíritu y filosofía de la Institución Libre de Enseñanza. Así, en los años 30 comienza la saga de Celia, una niña de siete años que pone en entredicho los pensamientos y actuaciones de los adultos. Una mirada espontánea y clarividente que, provocando risas entre los lectores, también les aboca a dar una vuelta de tuerca a lo establecido. Celia es a España lo que Mafalda es a Argentina y ambas, admiradas fuera de sus fronteras, provocaron, y aún lo hacen, un seismo social siempre saludable y reconfortante.
Pero Elena Fortún no sólo escribió las aventuras de Celia. No sólo fue esposa, con todo lo que esto implicaba en la primera mitad del siglo XX, madre y escritora. También fue periodista, y mantuvo correspondencia con autoras, pensadoras e intelectuales: Carmen Conde, Carmen Laforet, Esther Busquets, Matilde Ras…
Sensibilizada con el mundo infantil y la percepción de la plasticidad de su mente preparada para plantearles realidades más elevadas y originales, lejos de la estrechez de la época, quizá fue una de las primeras pedagogas sin siquiera sospecharlo. Fue autora de canciones, y de libros en los que recomienda cómo contar cuentos a los niños, por ejemplo. Y en el caso que nos ocupa, en este artículo en que hablamos sobre dramaturgia, llevó a cabo 12 comedias de teatro, tremendamente novedosas en aquellos años, para representar por y para niños y niñas.
«Teatro para niños» se publicó por primera vez en 1935 y supuso una ruptura absoluta de los modelos convencionales. Lejos del teatro de moraleja y moralina, Elena Fortún presentó un mundo de absoluta fantasía: «Las narices del mago Pirulo» o «La bruja Piñonate» son puro ritmo, con diálogos ágiles y muchísima comedia. Gags, parodia y lenguas afiladas de ironía. Como dicen desde la Editorial Renacimiento, que en pleno siglo XXI vuelve a publicar este hermoso libro: «Es el teatro que le hubiese gustado representar a Celia».
Teatro más que necesario, a día de hoy, para que la caspa desaparezca de una vez. La que existe y la que amenaza con instaurarse de nuevo sobre nuestras cabezas.
Un último apunte para quien no conocía la historia de la autora: Elena Fortún se exilió en plena Guerra Civil, por su defensa de la República y en Argentina escribió esta vivencia desde el punto de vista del personaje de Celia: «Celia en la revolución». No se publicó hasta 1987, 35 años después de su muerte.
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