Cuando el pequeño Ernest Lorenz perdió sus brazos electrocutado por una torre de alta tensión, la familia Böttner recogió las maletas, guardando sus recuerdos de su vida en Chile, y regresando a Alemania en busca de la mejor rehabilitación para su hijo.
Pero Lorenz dejó a todos con la boca abierta y no paró de hacerlo hasta su muerte, por SIDA, a los 33 años. Lejos de asumir su condición de lisiado y el amparo de las bondades reservadas para él por parte del Estado, renegó de cualquier prótesis, de cualquier tipo de condescendencia y reivindicó apasionadamente su condición de artista.
Lorenz estudia en la Escuela de Arte y Diseño de Kassel y se entrega a la danza, la fotografía y el dibujo, mientras transcurre otra transformación personal y añade una letra a su nombre masculino. A partir de ese momento nace Lorenza Böttner y una exposición permanente de la artista a su público para mostrar su particularísima belleza.
Uno de los momentos magníficos que protagonizó esta artista fue en Documenta 7 -exposición de arte contemporáneo realizada en Kassel- donde no fue invitada por carecer de brazos. En plena avenida principal en dirección a la Feria, bailó pintando, con los movimientos de sus pies, pastel sobre un papel en el suelo.
Su obra no tiene término medio en ningún aspecto imaginable. Podemos hablar de grandes formatos donde trabaja a partir de pigmentos manejados con los pies o pequeñas obras labradas con un pincel en la boca. Amante de la performance, la perfecciona a partir de una beca en la Universidad Steinhardt en Nueva York y se expone a sí misma cubriéndose de yeso blanco y transformándose en la Venus de Milo o en Victoria de Samotracia. Bella, sin brazos, como las míticas esculturas helénicas.
La multitud de autorretratos en su obra combinan tutús y vello en el pecho; barba y atuendo femenino; alas y botas militares… un auténtico despliegue underground de fantasía, sensualidad, perplejidad y erotismo. Lorenza Böttner se reivindica a través de su arte. Ella es diferente sí, pero no por ello menos hermosa.
Ahora una exposición en Barcelona da muestra del arte que nació de su boca, de sus pies y que lleva implícito un mensaje: el deseo de ser reconocida por su talento artístico, no por su condición sexual ni corporal. El título de la exposición «Réquiem por la norma» va avisando.
Réquiem por la norma
Lorenza Böttner
Palau de la Virreina. La Rambla, 99. Barcelona
Hasta el 3 de febrero 2019
Deja tu comentario