Nueva edición del eurodrama: con la participación especial de Israel
Como si andase justito de polémica. Como si todo lo que rodea al estado de Israel fuera calma y armonía normalmente. Por si fuera poco, las artes y la cultura del mundo viran una vez más hacia allá para colocarlo en el foco de la polémica entre oriente y occidente.
Hace unos días, el auténtico #Eurodrama de todos los años que éste sitúa el concurso de Eurovisión en Tel Aviv. Porque claro, para asuntos como «Mariconez» si nos interesa que los concursantes de Operación Triunfo sean protestones, pero cuando tratan de boicotear un evento que mueve millones…vamos a darles una charla a ver si cambian de opinión.
Pero eurodramas aparte (que para mayo aún queda mucho) al estado se le presenta otro que también tiene que ver con las disciplinas artísticas. En concreto con la exposición «Sacred Goods» que hasta febrero estará ocupando el Museo de Arte de Haifa. Una obra que, a priori, se erigía como una crítica al consumismo, ha resultado ser más que polémica, sobre todo por la obra de la artista finlandesa Jani Leinonen, en la que el famoso payaso de McDonalds aparece crucificado y bajo el pseudónimo de McJesus.
Por supuesto si en occidente la Iglesia Católica saca autobuses a las calles o se mosquea por opinar sobre la estética de un monumento que se erige como tributo a un dictador, era de esperar que en Tierra Santa esto no sentase demasiado bien.
A pedradas, abatiendo a los policías que defendían la entrada del edificio, se manifestaron para ordenar la retirada de ésta y otras obras expuestas que consideran ofensivas. Por ejemplo, una Barbie reconvertida en una Virgen María o un Ken clavado en una cruz.
La solución parece ser la aplicada habitualmente para todo lo que molesta o resulta polémico: una etiqueta. Por eso, ante las quejas del ministerio de cultura de Israel y los oídos sordos de la dirección del museo, la obra se seguirá exponiendo. Eso sí, colgarán un letrero en la entrada a la muestra con el aviso de que el visitante podría encontrar contenido «potencialmente ofensivo».
¿Y qué dice la artista? Lo más curioso de la historia es que el propio artífice tampoco había dado su autorización para exponer la obra. No por no querer exponerla ante la Iglesia, sino porque por cuestiones personales no quiere que ninguna obra suya sea expuesta en Israel. Forma parte del movimiento palestino de boicot hacia Israel por sus políticas contra la población de Palestina.
Conocido como el movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) reúne a un grupo de activistas que a nivel internacional trabajan en conseguir el veto a la región en todos los aspectos, entre los que se encuentra la cultura. Una vez más, #eurodrama, porque uno de los argumentos sobre los que los activistas trabajan es precisamente en que consideran Eurovisión como una estrategia propagandística para normalizar su régimen de ocupación, colonización y apartheid. Muchos participantes de anteriores ediciones piden que Israel no sea la sede de este año hasta que no se regularicen esas políticas contra el pueblo palestino.
Un asunto especialmente importante en nuestro país cuando en un programa de televisión se ha incluido en esta edición la presencia de Alain, un refugiado procedente de El Congo que visitaba hace unos meses la Academia para defender a la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Por eso, los activistas del movimiento se preocuparon de repartir unas cartas a los concursantes en las firmas de discos que tuvieron lugar durante el programa para informarles sobre el BDS.
Un movimiento que arrancaba en agosto de 2015, como una campaña pacífica en redes sociales y que tenía su objetivo en el festival Rototom Sunsplash de Benicàssim. Un evento que supuestamente llevaba por bandera la defensa de los derechos humanos, había invitado a Matisyahu, un cantante acusado de incitar al odio racial, que negaba la existencia del pueblo palestino y al cual se le había reconocido una colaboración en la recaudación de fondos para el ejército israelí a través de la asociación de Amigos del Ejército Israelí (FIDF).
Resulta, cuanto menos, curioso, que la artista Jani Leinonen, se uniese al movimiento BSD en septiembre de 2018 y pidiese entonces que retirasen su trabajo de la muestra que lleva expuesta desde agosto. Pero no nos parece extraño pensarlo si allí hay una exposición de una obra de un artista que no quiere que se exponga y aquí, habrá un cantante cantando una canción en un escenario en contra de su voluntad por haber participado en un reality televisivo.
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