Alejandro Botubol es un artista con alma de investigador. Será por su naturaleza gaditana o por su referente artístico más admirado -Giorgio Morandi- lo que intenta capturar en cada una de sus obras es la luz.
Recuperando en pleno siglo XXI la premisa de Paul Cézanne de convertir en arte los objetos cotidianos más cercanos. Si Giorgio Morandi, seguidor acérrimo de Cézanne, encontró entre sus botellas y vasos los elementos ideales que reflejaban la luz, ahora Alejandro Botubol ha descubierto, trasteando entre sus cosas, cómo la sutil combinación de cintas de embalaje o de carrocero, da lugar a efectos hipnóticos, sublimes…
Formado en Bellas Artes en Sevilla, Botubol es un artista de su época. No deja de lado todo lo que puede ofrecerle la tecnología, lo que más a mano tiene a día de hoy, pero no deshecha cualquier otro elemento. Así, tiene claro que, sin perder de vista la historia del arte, él crea para el momento presente.
Amante de los bodegones que, tanto a Cézanne como a Morandi, les servirá como exponente de sus investigaciones artísticas, Alejandro Botubol los crea pero los descontextualiza. De este modo exige al espectador que se tome su tiempo ante sus lienzos y se deje envolver por sus composiciones hechas con cintas para trasladarle a nuevas atmósferas. Para ello utiliza variaciones y gradaciones cromáticas que se superponen y atrapan la luz de manera especial, única en cada obra.
La creatividad encuentra su grado máximo en aquellos artistas que se atreven a experimentar con los elementos básicos. Y así lo entiende Botubol. Quien es capaz de alcanzar lo sublime a partir de una cinta de carrocero puede considerarse que forma parte, en ese momento, de la historia del arte.
Dice Alejandro Botubol que le encantaría tener las «gafas» con las que miraba Giorgio Morandi. Nosotros desde ya nos quedamos con su mirada, se lo ha ganado.
Alejandro Botubol. “Tapes”.
CENTRO DE ARTE ALCOBENDAS
c/ Mariano Sebastián Izuel, 9. Alcobendas. Madrid
Hasta el 2 de marzo de 2019
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