Fotografía: Miguel Zaragoza.
David Tortosa disfruta trabajando en los personajes que interpreta, porque entiende el teatro como una manera de contar y transmitir cosas al espectador. Nos pasó eso a un par de redactoras de esta revista cuando fuimos a ver la obra Un balcón con vistas, que interpretaba bajo las directrices de un texto de Laura Molpeceres. Cuando los personajes y la historia esconden un mensaje, no importa el espacio donde se esté contando la historia.
Así lo piensa nuestro entrevistado, que después de haber estado todo el mes de noviembre interpretando El curioso incidente del perro a medianoche se encuentra optimista por volver a involucrarse en un proyecto de teatro, también espera a las segundas temporadas de las series de ficción que apostaron por él. Entre preparaciones, se toma un tiempo para hablar sobre cultura con nosotras y, de paso, continúa con nuestra cadena de recomendaciones.
Llegamos a ti por Paula Guida. Todo un honor ¿no?
Y sobretodo por una buena amiga. Nos conocemos desde hace mucho tiempo y yo la he visto crecer y ella a mí. Me hace mucha ilusión.
Ahora estás El curioso incidente del perro a medianoche en el teatro Marquina. ¿Cómo llegas a esta aclamada historia?
Lo estoy disfrutando muchísimo. No estoy haciendo todas las funciones porque sustituyo a uno de los titulares pero pude hacer bastantes funciones antes de verano y pensé que eso se iba a quedar ahí. Pero qué va, cuando volvió la nueva temporada me dijeron que me iban a necesitar durante un mes y he podido estar octubre y noviembre.
¿Cómo te preparas para hacer una serie o un cortometraje?
Todo depende por supuesto de la historia y el personaje. Si ese personaje tiene unas características muy concretas o una manera de hablar muy concreta. Algún rasgo físico que lo identifique. Es lo más apasionante de esta profesión. Cuando coges un personaje desde cero y puedes empezar a crear, es lo más interesante.
Porque cuando empiezas a leer ya te vas imaginando hacia dónde lo puedes llevar, para que luego en el momento en el que lo compartas con el resto del equipo o el director, puedas contar también cuál es tu propuesta y a partir de ahí empezar a trabajar conjuntamente para que sea la mejor visión para el director o para uno mismo. Para que lo que ocurra sea la canalización de las dos maneras de entender ese personaje. Cada uno tiene su mundo.
Hay semanas o meses cuando estás haciendo varios proyectos a la vez y tienes que tener la suficiente capacidad para poder separar un trabajo de otro, que es también muy apasionante.
Has trabajado en muchas series históricas. Al viajar al pasado ¿te documentas sobre los detalles de la época?
Yo siempre intento ir lo más preparado posible, pero depende del tiempo que tengas. Viendo cine, leyendo historias o leyendo la propia historia en la que se basa esa serie en concreto. Si es ficción es mucho más fácil porque puedes crear a tu manera pero si es un personaje que existió, ahí está también el reto de poder acercarte lo más posible a esa persona y no salir a otro aspecto diferente. Cuando tienes tiempo, es lo mejor del mundo porque documentarse es lo más rico.
Pero normalmente en el propio texto ya viene indicada la manera de hablar, hay incluso trabajos que tienen su propio coach que es el que te prepara.
Te vimos en “Un balcón con vistas”, texto fabuloso de Laura Molpeceres. En espacios reducidos ¿Qué detalles trabajáis entre los actores para marcar la diferencia?
Lo bueno que ocurría en «Un balcón con vistas» eran los diferentes tiempos. Había personajes que entraban, salían, volvían a entrar otros distintos provocando un cambio en la situación… jugábamos a la comedia clásica de abre puerta, cierro puerta.
Jugaba muy inteligentemente con la comedia pura pero al mismo tiempo también le daba una vuelta a todo lo que es el mundo de las relaciones y entraba en una parte más cercana a la psicología, a analizar las relaciones desde fuera. Laura le llamaba el ADN marital. Preguntaba ¿Cuál es tu ADN marital?
Era muy interesante porque en concreto en esa función me acuerdo que la gente cuando comentaba decía que no era una comedia al uso porque también te hace pensar en hasta qué punto te manejas dentro de una relación.
No es cuestión de que un espacio sea estrecho o no, es lo que cuentes. De repente estás en un espacio muy pequeño pero estás contando una historia que va mucho más allá, es más fácil comunicar.
¿Algún personaje al que le tengas mucho cariño?
Por ejemplo cuando tuve la oportunidad de trabajar un personaje mucho más en profundidad y por todo lo que contábamos también. El punto de arranque que tuvo Cuando fuimos dos que fue un texto de Nando López y lo estuve interpretando junto con Felipe Andrés. Este montaje nos llevó por Madrid y por el resto de España con un mensaje muy claro: una relación normal entre dos personas del mismo sexo.
Me acuerdo que ese texto fue pionero porque el reto era hablar de una relación desde un punto de vista normal fuera de estereotipos que normalmente siempre se manejaban con personajes homosexuales. Aprendimos mucho y me acuerdo de que esa obra caló mucho en el público. Y yo aprendí muchísimo.
Por otro lado, un personaje que me costó mucho pero con el que sentí un salto brutal a todos los niveles fue mi personaje de Richard Loeb en el musical Excítame.
Este personaje estaba basado en un caso real en los años 20 en Chicago. Un par de chicos de buena familia que secuestraron y mataron a un niño. Con toda esa historia, que ya es bastante turbia, montamos un musical. Y claro, la gente no estaba acostumbrada a algo tan oscuro y al mismo tiempo nosotros cantando sin parar.
Mi personaje era todo terreno, bastante incendiario y lo que quería en escena era llegar a interpretar ese nivel de maldad y sadismo. Entrar en esos mundos da bastante susto pero cuando empecé a disfrutar del personaje, sientes la evolución.
Con la llegada de las plataformas ocurre que por un lado en muchas producciones están “los de siempre” pero hay una nueva ola de actores y actrices noveles que vienen pisando fuerte ¿Cuál es tu opinión?
Es verdad que hay cada vez más posibilidades y oportunidades. Y por supuesto eso es mucho más agradecido. Antes en la ficción se recurría mucho a nombres conocidos y era muy complicado hacerse un sitio. Con esta variedad que hay ahora te ven más.
De todas maneras, creo que hay un grupo de gente de maravillosos profesionales que están ahí dando lo mejor de sí y gente que ha tenido poca oportunidad para poder trabajar en ficción. Vamos a demostrar que podemos entrar y no solo entrar e irnos sino que también podemos quedarnos, ese es el objetivo.
¿Nuevos proyectos?
Hay una posibilidad con una función de teatro, el texto de Malditos dieciséis de Nando López y que hemos estado girando desde 2017. Pero puede que haya noticias relacionadas con esta función para el 2020.
En cuanto a ficción, hay pruebas, este año pude estar en Brigada Costa del Sol y en Malaka y ojalá que haya segunda temporada para poder estar ahí, pero tampoco depende de mí. Y si no, pues cosas, nuevas, que también me viene muy bien.
¿Continuamos con la cadena?
Tengo muchos amigos que trabajan muy bien pero hay una persona a la que quiero muchísimo. Es como si fuese mi hermano. Es un estupendo profesional. Ahora lleva un par de años despuntando bastante trabajando en ficción. Se llama Rubén Martínez, un actor de Zaragoza que ahora está grabando una serie allí para la televisión de Aragón.
Es uno de los padres de la serie Élite de Netflix y le vienen muchas cosas en varios medios y si tengo que hablar de alguien pienso siempre en él.
¿Más de Cultura y menos de qué?
Y menos represión. Todo lo que sea represión, que desgraciadamente está tan en boca ahora mismo con todo el tema político, a mi me espanta.
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