Parece que empezamos a ver luz en esta pandemia, y la esperanza de que las salas de teatro abran de nuevo sus puertas sigue ahí. Lucía Carballal es una dramaturga que, aunque también escribe para cine y televisión, ha dedicado su vida al teatro. Entre sus obras más famosas se encuentran Las Bárbaras, Una vida americana y La resistencia. Todavía está asimilando eso de que los espectadores vayan con mascarilla y estén en butacas separadas, pero a pesar de eso, ha sacado unos minutos para charlar con nosotras.

En primer lugar muchas gracias por atendernos. ¿Cómo llegas a convertirte en uno de los nombres de referencia del teatro en España?

Gracias a vosotros por contar conmigo. Y gracias por colocarme en ese lugar. Si he crecido profesionalmente, ha tenido que ver, sobre todo, con que he trabajado mucho: el teatro ha sido una pasión obsesiva para mí y le he dado siempre lo mejor que tengo. Junto con eso, el hecho de que mucha gente ha apostado por mí en momentos decisivos: productores, directores, actores, críticos… He llegado a sentir que tengo un lugar en el teatro y eso es maravilloso, pero sé que también muy frágil. 

Supongo que hay muchas pero, ¿qué diferencias encuentras entre escribir textos teatrales y guiones para cine y televisión?

Efectivamente hay muchísimas diferencias puesto que son disciplinas distintas. Incluso en el seno de cada una de ellas hay tantas maneras diferentes de enfocarlo que… Pero mencionaré dos elementos clave. El primero es la trama, que es fundamental en el audiovisual, y el teatro la expulsa. Es decir, necesitas acontecimientos y giros en una serie, sea del tipo que sea, y pero no son imprescindibles en una obra teatral, que se sostiene sobre otros elementos. El segundo es el sentido de autoría: la obra de teatro la has escrito tú y eso impregna el proyecto completo. El guionista de cine o televisión trabaja en un mecanismo más amplio y complejo, su trabajo se diluye más en el conjunto.  

¿Es imposible dejar a un lado el tono autorreferencial a la hora de escribir?

Cuando escribo, necesito sentir que lo que estoy contando me importa mucho y que me estoy exponiendo mucho. Eso no significa que cuente detalles de mi vida personal, pero sí que comparto una visión íntima de las cosas. Cuando me he quedado un poco “fuera” de la historia o de la escena que he escrito, y me he limitado a ser más técnica, me ha quedado la sensación de trabajo incompleto. Insisto en que no hablo de “contar mi vida”, ese no es mi enfoque, hablo de ser completamente honesta y llegar al fondo de lo que estoy contando, y para hacer eso siempre tienes que acceder a tu experiencia de las cosas. Por eso rehúyo temas con los que no tengo un vínculo sincero.

Tus historias, como el caso de Las bárbaras, tratan personajes femeninos muy elaborados que nos hacen preguntarnos qué significa ser mujer hoy en día. ¿Crees que estos temas de los que hablaban Amparo Fernández, Ana Wagener y Mona Martínez siguen representando en cierta forma a generaciones más jóvenes?

Las bárbaras me hizo ver que mi generación no es tan diferente a la de nuestras madres. Comencé pensando que las diferencias son abismales y acabé comprendiendo que las grandes cuestiones, por ejemplo las relacionadas con la maternidad, siguen sin resolver. Ha habido avances, claro, pero si te describo a una mujer de treinta años, en su casa, con un bebé en brazos, que siente todo el peso de la crianza sobre su espalda y miedo de no poder recuperar su vida profesional… esa mujer puede ser del año 1975 o del año 2020. Esta idea de que hemos superado los problemas que ellas tuvieron es absolutamente falsa.

 

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En Una vida americana conseguiste crear una comedia a partir del dolor, de la ausencia, ¿fue difícil convertir lo que, a priori, debería hacer llorar al espectador en una sonrisa?

Suelo partir de materiales así para luego llevarlos a lo ligero, a una apariencia de sencillez que a veces es cómica, y eso siempre es complicado… Pero cuando lo consigo, siento que es mi tono favorito y con el que más me identifico. En Una vida americana encontré humor en el hecho de que la familia fuese muy moderna (la madre lesbiana, una hija género neutro, la otra hija obsesionada con el estilo de vida americano…) siendo, al mismo tiempo, profundamente de barrio y profundamente convencionales en lo esencial. Ese contraste era divertido. El viaje de estas mujeres en busca del padre americano ausente tenía, de repente, una connotación de país: España en busca de su propia modernidad. Intenté alimentar la comicidad que había ahí.

 

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¿Cómo crees que va cambiar la situación de la comunidad china en Madrid después de la pandemia? ¿Podrían intensificarse esos prejuicios y barreras de los que hablabas en Storywalker, el viaje de Qingtian a Usera?

Al comienzo, cuando el virus aún no había llegado a España, mis amigos chinos -que conocí gracias a ese proyecto- se quejaban del miedo que tenía la gente a estar en contacto con ellos. De hecho la comunidad china promovió una campaña que se llamó “No soy un virus” que fue en esencia una campaña antiracista. Hay mucha ignorancia en torno a la interculturalidad y las realidades migrantes. En España falta trabajo pedagógico a este respecto. En cualquier caso, quiero pensar que el efecto global de la epidemia nos ha hecho entender que esto no va de nacionalidades o razas.

 

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En cada momento vital escuchamos, leemos y vemos unas determinadas obras, pero hay algunas que nos acompañan durante toda la vida. ¿Cuál crees que es para ti la canción, libro o película de la que nunca te vas a cansar?

Voy a mencionar un clásico del teatro: La gaviota, de Chejov, en una escenificación que vi en el Teatro Nacional de Berlín (Deutsches Theater) a cargo del director Jürgen Gosch. Encontré allí una síntesis de texto, escena, poética, tradición y ruptura que me conmovió mucho. Recuerdo ese montaje muy a menudo.

Para lo que queda de confinamiento, ¿podrías recomendarnos alguna obra de teatro que merezca la pena ser leída?

Hace relativamente poco descubrí People, places and things de Duncan Mcmillan, que me fascinó. No sé si está traducida al castellano.

¿Tienes algún proyecto futuro en mente para cuando vuelvan a abrir los teatros?

Tengo muchos proyectos… No solo teatro, también cine y televisión; y espero que puedan realizarse a pesar de todo. Quiero pensar que, pronto, volveremos a ver los patios de butacas a rebosar. Aunque sepa que es necesario ahora, me cuesta aceptar la imagen de las butacas separadas, todos los espectadores con mascarilla, etc. Aún tengo que asimilarlo.

¿Más de cultura y menos de qué?

Más apoyo real a la cultura y menos instrumentalización de la cultura.