Fran Parreño es una persona que se define como un dibujante intruso en una profesión en la que no sólo sirve saber dibujar. En Más de Cultura hemos querido hablar con Fran Parreño para que nos cuente sobre su trabajo, sus planes, sus referentes y mucho más.
– Antes de nada, queremos preguntarte, ¿qué tal estás?
Por suerte, muy bien en todos los aspectos importantes. Y más agradecido aún dentro del contexto de la pandemia, ya que el hecho de ver peligrar cuestiones básicas de nuestro día a día como la salud, el bienestar o el trabajo, hace que tomemos mayor conciencia de su importancia.
– ¿Cómo decides dedicarte al mundo del arte?
Pues, sinceramente, nunca me he visto en la tesitura de tener que decidir. Como a casi todos, de pequeño me gustaba dibujar. De hacerlo con tanta pasión y dedicación, acabé sobresaliendo. Esto hizo que mis padres me apoyasen siempre en mi desarrollo como dibujante y de repente un día, sin ser demasiado consciente de cómo, empecé a ganar dinero dibujando.
Ahora, con algo más de perspectiva y consciencia, entiendo que he encontrado en la ilustración la forma de ganarme la vida dibujando, que es lo que realmente me gusta. De hecho, a veces dudo de que sea realmente un buen ilustrador, sino un dibujante intruso en una profesión en la que no sólo sirve saber dibujar.
– Si hablamos de inspiración, ¿cuál es tu fuente de inspiración?
Inspiración como tal, como concepto ambiguo, no sabría decir. Sí siento que hay días en los que todo fluye con mucha facilidad y otros en los que, por más que te ofusques, no sale ni una línea como quieres. Entendiendo esos procesos como algo natural que está fuera del alcance de mis decisiones, lo único que me queda es echar horas y volcarme en un proceso reflexivo que me asegure cubrir unos mínimos y que sí depende de mí.
Cuando no salen las cosas, buscar referentes siempre ayuda. Aunque con los años y debido a la necesidad de ser productivo por las fechas de entrega, también desarrollas metodologías internas propias para ser resolutivo en cualquier circunstancia, independientemente de tener el día “inspirado” o no.
Obviamente un ambiente favorable ayuda: el estudio, la música, evitar ciertas distracciones… Pero vaya, nada que no se sepa.
– ¿Cómo es el proceso creativo de tus obras?
Justo lo que comentaba antes. Con los años y la experiencia, uno desarrolla procesos y metodologías que te aseguran cubrir unos mínimos. En el caso de la ilustración editorial, por ejemplo, el proceso es bastante lógico:
Lo primero, leer el texto sin pensar que lo has de traducir en imágenes. Dejando fluir la imaginación sin pensar en que esas ideas, más tarde, tendrás que resolverlas a modo de ilustraciones.
Después, dibujando en pequeño y tratando de pensar en grande, trabajo el story-board. Teniendo en cuenta la narrativa y la estructura del propio libro y su secuencia de páginas.
Una vez resuelto este punto (normalmente ya con la aprobación del editor), se abordan las ilustraciones de manera más detallada y puntual. Aquí normalmente me gusta dejarme “contaminar” por algún referente que en ese momento tenga en la cabeza. Bien la obra general de otro ilustrador o bien un libro en concreto. La gama cromática, las composiciones, lo que sea. Es una forma de tratar de evolucionar y no estancarse. Aunque por desgracia, a veces los plazos de entrega te dejan poco margen para la investigación y tienes que ir a tiro hecho y no dudar.
El resto es simplemente echar horas: Desde terminar el dibujo a línea (normalmente lo suficientemente detallado para que el editor se haga una idea de lo que va a ser el definitivo), y después el color. Al trabajar especialmente con acuarelas, la técnica de por sí te pide un proceso bien ordenado y pautado.
Finalmente, por el hecho de tener que enviar siempre como obra final unos archivos digitales, aprovecho la digitalización de las acuarelas para hacer algún ajuste o retoque en caso de considerarlo oportuno.
Fran Parreño: «Guardo especial buen recuerdo de aquella ingenuidad al ver mi primer trabajo publicado»
– Si echas la vista atrás, ¿tienes algún trabajo del que guardes un recuerdo especial?
Muchos, tanto positivos como negativos. De hecho, lo complicado sería mantener una actitud neutral hacia cualquier trabajo propio ya que, como creadores de nuestra obra, al ser vocacional siempre hay algo visceral.
Pero, por mencionar uno, en el año 2000 gané un concurso de carteles de cierto prestigio en mi pueblo, sobre la cabalgata de los Reyes Magos. Para entonces estudiaba el Ciclo Formativo de Ilustración y lo presenté sin ningún tipo de expectativa, ya que presentarlo era parte del ejercicio de una asignatura. Al ganarlo, verlo colgado en la fachada del Ayuntamiento y ver las tiendas repletas con réplicas del cartel, fue la primera vez que pensé que igual sí podía vivir de esto de dibujar.
Guardo especial buen recuerdo de aquella ingenuidad al ver mi primer trabajo publicado.
– ¿Alguna vez has recibido algún encargo al que has dicho que no por tratar algunos temas o valores con los que no estabas de acuerdo?
No tanto por el contenido sino por la metodología. De hecho, en general, es bastante frustrante ver como hay muchos clientes que les importa poco la calidad de lo que van a producir. Que la prioridad es cumplir unas fechas que dictamina la industria y la única aspiración a conseguir algo de calidad depende de tu propio esfuerzo extra. Y pocas veces es recompensado.
Quizá trabajar así sea algo totalmente lícito, pero creo que esa forma de concebir y de hacer las cosas son la superficie de una filosofía con la que no me acabo de encontrar cómodo.
Sí he llegado a rechazar trabajos por falta de ética con el ilustrador. Pero evidentemente para poder vivir de esta profesión te toca encontrar el equilibrio y saber que hay veces que trabajas sólo por dinero y que de vez en cuando surgen proyectos que te reconcilian totalmente con el oficio.
– Estás especializado en ilustración editorial, pero tu obra abarca mucho más. ¿Es diferente la manera de trabajar en una ilustración editorial que en otro tipo de obras?
¡Totalmente! Las dificultades o pautas para resolver un encargo editorial son completamente opuestas a la hora de resolver un cartel, por ejemplo.
Como comentaba a la hora de explicar el proceso de trabajo, cuando trabajas en un libro los tiempos que va a tomar el espectador “leyendo” la imagen son muy diferentes a los que pide un cartel. Además, el libro se compone de una secuencia de ilustraciones que se suceden de una en una y en orden estipulado. Sin embargo para un cartel o una ilustración que se aplicará en un packaging, el tiempo de “consumo” visual es mucho más rápido y todo gira en torno a una sola imagen, no a una secuencia.
Incluso dentro del contexto editorial, las pautas para resolver la portada con respecto a las ilustraciones del interior son diferentes.
– ¿Cuáles son los referentes que tienes como artista?
Han sido muchos y muy variados. Ha dependido mucho de etapas, de descubrimientos o inquietudes según momentos en mi desarrollo. Pero que sigan pasando los años y permanezcan con la misma intensidad: Angus McBride (mi gran referente de la adolescencia, cuando descubrí El Señor de los Anillos y sus ilustraciones eran de la poca imaginería a la que se podía acudir), Bill Waterson y su excelso Calvin & Hobbes, pero por encima de todos, mi admiradísimo Norman Rockwell. Para mí hubo un antes y un después tras descubrirlo.
De otras disciplinas, Isidro Ferrer (pese a poder considerarlo también ilustrador, yo lo tengo en la categoría de “todopoderoso” por su grandísima versatilidad) o Chema Madoz.
Obviamente, me salto a los grandes maestros de la Historia del Arte, por aplastante lógica y por archiconocidos.
También me dejo a mis referentes del día a día. Personas de mi entorno que con su ejemplo diario, han sido tanto o más influyentes que los grandes artistas de los libros. Igual que me salto la diferencia entre referente e influencia. Ojalá hubiese sido capaz de influenciarme siquiera mínimamente de mis referentes.
Un trabajo atemporal, fuera de modas pasajeras y en busca siempre de ser un trabajo de calidad
– ¿Cómo describirías la obra de Fran Parreño ante alguien que no conoce tu trabajo?
¡Vaya pregunta complicada! Pues por encima de todo, diría que es la obra de un dibujante apasionado esencialmente ante el reto de dibujar. Preocupado por la destreza técnica, minucioso y, según escucho decir, muy pulcro.
A mí me gusta pensar que en general, es un trabajo atemporal, fuera de modas pasajeras y en busca siempre de ser un trabajo de calidad.
– ¿Algún plan de futuro que nos puedas contar?
Justo ahora han convergido varios proyectos de diferentes estilos y que me tienen entusiasmado.
Por una parte estoy trabajando, por fin y tras más de 30 publicaciones, en un álbum ilustrado de mi autoría, un proyecto personal y no un encargo. Además, el hecho de ser una apuesta personal (respaldada por la editorial Bromera) ha hecho que me imponga no desarrollar las ilustraciones con acuarela, sino darme un pequeño margen para investigar algún nuevo registro y salir de mi zona de confort.
Por otra, estoy en la fase final ya de un cartel para una obra de teatro. Pese a lo que me apasiona la cartelería, es una disciplina a la que profesionalmente me he dedicado menos de lo que me gustaría.
Y por último, he firmado un contrato con una escritora londinense para ilustrar una novela juvenil. Un proyecto largo que me asegura 11 meses de intenso trabajo.
Y hasta aquí puedo contar 🙂
– ¿Qué hace Fran Parreño cuando no está en el estudio?
Lo que todo el mundo: disfrutar de las rutinas diarias. Amigos, pareja, leer, salir a la montaña cuando puedo, algún viaje de vez en cuando. Nada digno de una película biográfica en la que se me muestre como una estrella del Rock.
Lo que sí intento a toda costa es desconectar del trabajo, aunque por dedicarme profesionalmente a mi vocación, no siempre puedo dejarme el trabajo únicamente en el estudio. Pero no soy de los que van al bar con un bloc y un lápiz, vaya.
– ¿Nos puedes recomendar el último libro, canción, película, obra de teatro, o cualquier expresión artística que te haya emocionado?
Por referenciar dos descubrimientos recientes:
Justo cuando fui a ver los ensayos de la obra de teatro para la que tengo que hacer el cartel, salí de allí fascinado. La obra se llamará “Feliz Cumpleaños” y desprende tanta intensidad que, de algún modo, te obliga a reflexionar sobre el prejuicio bajo el prisma de ser todos cómplices de una sociedad de dudosa moral. Desde luego la recomendaría a todo el mundo.
Y aún más reciente, una auténtica delicia: “100 años: lo que la vida te enseña”, un libro ilustrado fantásticamente por Valerio Vidali. Mi pareja y yo acabamos llorando como magdalenas, no sabiendo muy bien si de emoción, de alegría, de nostalgia… ¡Pero qué pedazo de maravilla de libro!
– Nuestra revista se llama Más de Cultura, por lo que nos gusta preguntar, Más de Cultura y ¿menos de…?
Prisas, menos estrés.
Desde Más de Cultura queremos darle las gracias a Fran Parreño por atendernos y le deseamos mucha suerte.
Deja tu comentario