La Sala Nueve Norte acoge durante estos días invernales Nacer con culpa y sin nombre, una obra escrita e interpretada por Ale Lacour, bajo la dirección de Candela Solé. Ni el coronavirus, ni las nevadas, ni los meteoritos, están impidiendo que la sala se llene viernes tras viernes. Y es que todos estos sold out están más que justificados, porque Nacer con culpa y sin nombre es una obra que te llega a las entrañas con un final que quita la respiración.

Tanto el texto, como la extraordinaria interpretación de Ale Lacour, consiguen que los aplausos, llenos de ternura, traspasen la frontera de lo políticamente correcto convirtiéndose en verdaderas ovaciones. Una sensación que te sigue acompañando cuando sales a la calle y conectas con la realidad. Ale Lacour nos habla de ansiedades, traumas, de amores y desamores, la fragilidad de la maternidad… ¿Cómo es posible que con todos estos dramas salgamos con una sonrisa del teatro? Hemos hablado con Ale sobre este fenómeno y mucho más.

La primera pregunta es obligada, ¿cómo estás? ¿Cómo te está afectando esta situación entre nevadas y Covid?

Bastante lunática, la verdad (pero estoy acostumbrada porque soy cáncer), jajajaja. A Filomena no la voy a responsabilizar de nada más que de sacarnos inmensas sonrisas a todas y todos durante el fin de semana. Madrid emanaba juego y nos dimos cuenta de la fuerza que tiene la naturaleza para unirnos. Con el Covid estoy más enfadada. No creo que deba opinar mucho de forma pública sobre el tema, ya que es muy delicado. Pero en lo que a mí me concierne, podría expresar con firmeza que el arte es necesario y que la cultura es segura. Lo escribo y me suena panfletario, pero creo fervientemente que hay miles de cosas inseguras, no es el caso de la cultura.

En realidad, tu personaje en Nacer con culpa y sin nombre tiene un poco de esa angustia existencial que parece que ha aumentado con la pandemia. ¿Crees que gracias a esto las espectadoras pueden llegar a sentirse más identificadas?

Creo que no en esta obra. No negaré que podría cometerse en mi próxima obra, la cual escribí justo en el confinamiento. No tiene nada que ver con la pandemia, pero, quizás, el público sí puede sentirse reflejado con la misma sensación de estanque, de falta de avance y de limitada libertad.

En Nacer con culpa y sin nombre creo que todas las mujeres, sin importar edad, se pueden sentir identificadas con Estrella (la prota), únicamente, por el hecho de ser mujer y, por ende, (que a veces no nos dejan) ser humanas. Estrella se equivoca, se contradice y la caga. Queramos o no, hay miedos y sentimientos de los que nadie puede ausentarse. Una chica me dijo lo siguiente y yo me sentí halagada: “Todo lo que dices en la obra siento que podríamos decirlo todas, pero no nos atrevemos ni a verlo ni a entrar en ello y tú, sin miedo, nos lo enseñas. He caminado con tu dolor durante toda la obra, y he entendido que también era el mío”. Lo más fascinante de la reacción de los hombres es que llegan a entenderla (a Estrella). Y entender algo cuando ni siquiera puedes vivenciarlo me parece un acto generoso. Porque nos enseñaron a lo opuesto, ¿verdad? a competir.

 

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¿Cómo ha sido el trabajo con tu personaje bajo la dirección de Candela Solé? ¿Cuál fue el aspecto que más te implicó emocionalmente?

Gracias a Cande mi personaje es más gracioso y menos duro que en el primer boceto. Ella estaba escrita para que fuera una madre sin ningún tipo de apego con su feto, con referencias de Haberos quedado en casa, capullos de Rodrigo García. Es decir, ella mantenía un habla más cruda, inmoral y soez. Ahora no, ahora me parece la mujer más tierna del mundo, como he dicho antes, con sus fallos, sus carencias, sus incomprensiones, sus soledades, sus culpas y su herencia materno.paterno.filial de la que la obra habla mucho.

El aspecto que me implica más emocionalmente es haber recurrido a mis pensamientos, traumas, dolores y exponerlos. Y, para más inri, volver a sumergirme en ellos cada vez que hago la función. Da pánico quedarse en bragas, jajajajaja Siento que solo hablo del dolor, que evidentemente, está inmerso, pero quiero resaltar que el público se pasa la hora y veinte a carcajada viva. Casi que esa es la mayor magia, que parece una comedia.

Ale Lacour obra de teatro

¿Deberíamos recurrir más a la ironía y menos a la tristeza para afrontar aquello que nos atormenta?

Ojalá pudiéramos hacerlo siempre. Pero como en la vida nos cuesta más, ¿por qué no usarlo en el teatro? Siento que hoy no está bien visto decir nada que se aleje un poco de lo políticamente correcto, pues me toca la moral, deberíamos luchar por todo cambio desde dentro y con garra, pero que no nos aplaste el no poder reírnos de nosotras mismas. Y si yo me río de mi misma, déjame reírme de todo: del mundo, de Dios y de ti…

¿Cuándo nació tu pasión por el teatro? Si tuvieras que elegir entre interpretar y escribir, ¿con qué te quedarías?

Desde diminuta, recuerdo las obras de teatro a las que me llevaba mi madre, aunque reconozco que no fueron muchas. Me acuerdo vivamente enamorarme de Sweeney Todd. Fantaseo en llevar a mis hijos de forma rutinaria al teatro, seguro que aprenderán más de algunas obras que de muchos libros de texto.

Interpretar es mi primer y gran amor, aunque me lleve por caminos de ansiedad, angustia e inestabilidad emocional, obviamente también proporcionándome mi plena felicidad, aunque sea momentánea y efímera. Parecemos una relación tóxica, jajajajajaja, y no lo somos, lo prometo. Somos bellas, pero intensas. La escritura me impone más, así que se la voy a dejar a los y las grandes. Solo les pediré que de vez en cuando me dejen contar alguna historia.

¿Nos recomendarías algún referente que haya sido (o que sea) especialmente importante para ti?

Me encantaría mencionar nombres de los que hayáis oído hablar, que sean genios o claramente referentes. Pero no voy a poder evitar decir que una de mis más honestas referentes es mi madre, no quiero que suene cursi. Ella es pintora, me ha enseñado del arte, pero sobretodo es humana y me ha criado. Tal vez le joda lo que voy a decir, pero tiene fallas, está atormentada, se queja, es sensible, lista, fuerte, talentosa y capaz, y sobretodo sigue luchando con amor. Gracias a que mi madre me ha amado, yo puedo amar. Desgraciadamente, no todo el mundo tiene esta suerte. Supongo que ese es el regalo más grande. ¿Puedo mencionar a otro? Fernando Piernas, este sí que deberían apuntarlo todos los actores.

Sabemos que ahora mismo esta pregunta es un poco ciencia ficción pero, ¿tienes algún proyecto futuro en mente?

Qué bien que me preguntes esto, Alba, así puedo hacer publicidad de mis proyectos, jajajaja. Si la situación nos lo permite… en marzo estrenamos una comedia ácida llamada Háblame de sexo en la Escalera de Jacob (Lavapiés). Ha tenido una cálida acogida del público cuando era un microteatro, así que nos propusieron hacerla larga, y estamos trabajando en ella. Hay que verla, parece que el sexo solo se puede tocar de la misma forma que siempre, y nosotras rompemos con ese estereotipo y cliché. Otra vez, nos reímos de nosotras mismas, dando pie a que todos lo hagan.
También estrenaremos Veneno Azul Espera en el Umbral de Primavera. Ésta es la que te comentaba antes que escribí en este momento de pausa mundial. Es una tragicomedia que habla de la espera, del tiempo y de la falta de cambio. El equipo es muy potente, me apetece todo.

Para finalizar una pregunta relacionada con la revista. ¿Más de cultura y menos de qué?

Culpa.