Si pensamos en el surrealismo, seguro que se nos vienen a la cabeza nombres como Salvador Dalí, René Magritte, Pablo Picasso y, en el mejor de los casos, Frida Kahlo. El nombre de Maruja Mallo sigue siendo desconocido para el gran público. La pintora gallega es una de las figuras claves dentro del surrealismo. Artista de la Generación del 27, marcó el rumbo del movimiento de la vanguardia española.
Sin embargo, a pesar de la calidad de su obra y de su fuerte personalidad, es para muchos una anónima. La invisibilización de las mujeres artistas por parte de la historia y el hecho de que se tuviese que exiliar en Argentina a causa de sus ideas republicanas gran parte de su vida, contribuyeron a que el nombre de Maruja Mallo haya sido ignorado por muchos.
Mitad ángel, mitad marisco
Maruja Mallo (Viveiro, Lugo, España, 1902 – Madrid, España, 1995) ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Fue la única mujer que superó el examen de ingreso en su año, 1922. La artista destacaba por su activismo, su posición feminista y su fuerte personalidad. Renegó desde joven de los roles asignados a la mujer en su época.
La gallega tenía fuertes amistades con sus coetáneos. Salvador Dalí, que la definía como «mitad ángel, mitad marisco», Pablo Picasso, Rafael Alberti, María Zambrano, Margarita Manso o Concha Méndez.
En su pintura, que tiene fuertes influencias cubistas, podemos apreciar dos etapas. Una más colorista y con referencias a temáticas mágicas, como vemos en la serie Verbenas, y otra más sombría. Además, Maruja Mallo también era escenógrafa y trabajaba la cerámica. En la colección permanente del Museo Reina Sofía se pueden apreciar algunas de sus obras.
Una sin sombrero
Más allá de su talento artístico, Maruja Mallo también destacó por su fuerte activismo. La gallega forma parte del conocido grupo de Las sin sombrero. Se trata de un grupo de mujeres artistas que españolas nacidas entre 1898 y 1914. El nombre viene de una anécdota contada por la propia Maruja Mallo. Ella junto a Margarita Manso, Salvador Dalí y Federico García Lorca decidieron cruzar la Puerta del Sol y quitarse el sombrero en público en contra del protocolo que debían seguir los ciudadanos por aquel entonces. Quitarse el sombrero suponía un símbolo de rebeldía y liberación.
Asimismo, junto a la poeta Concha Méndez, paseaba por el centro de Madrid pegando su cara a los cristales de la taberna como manera de protesta por no poder entrar en ellas. Maruja Mallo fue la única mujer en formar parte de la Cofradía de la Perdiz.
Con el estallido de la Guerra Civil y debido a sus ideas republicanas, Maruja se exilió en Argentina. Consiguió llegar al país gracias a un salvoconducto ofrecido por la escritora Gabriela Mistral. Allí estuvo 25 años, hasta que regresó a Madrid y volvió a ser parte del movimiento cultural del país.
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