En 1820, con el objetivo de «propagar las luces» y educar a la ciudadanía nació el Ateneo español. Quince años más tarde, en 1835 y bajo la regencia de María Cristina, surgió el Ateneo de Madrid. El Ateneo, símbolo de libertad de pensamiento y de difusión de la cultura y las artes, celebra este año su bicentenario.
Madrid no es una ciudad que destaque por sus famosos monumentos, como pueden ser otras capitales europeas. Pero sí puede presumir de albergar algunos de los museos más importantes del mundo. Sin embargo, en el famoso triángulo del arte que acoge el Museo Reina Sofía, el Museo del Prado y el Museo Thyssen, poca gente recala en el Ateneo de Madrid.
Subiendo por las calles del barrio de las letras, se encuentra el Ateneo de Madrid. Un refugio para ilustrados, difusor de la cultura y la ciencia, que ha cobijado a intelectuales y sobrevivido a dos dictaduras y una Guerra Civil. Este año, entre el 11 al 30 de abril, el Ateneo ofrece una serie de actividades artísticas y literarias abiertas al público celebrando su bicentenario.
Su origen en el trienio liberal
Cuando se sustituye la Monarquía absoluta por la monarquía constitucional, se garantiza al pueblo ciertas libertades. Los súbditos pasan a ser ciudadanos y se cultivan y defienden las artes. En 1820, con el llamado trienio liberal, los ilustrados pensaron en la necesidad de afianzar en el país una mentalidad liberal. El debate, la discusión abierta y la expansión del arte serían los pilares. Esa función se le asigna al Ateneo, que había sido fundado ese mismo año por Juan Manuel de los Ríos.
El Ateneo se convierte así en defensor de la libertad de pensamiento y expresión a través de la libre discusión. En su sede, podemos encontrar varias salas de reuniones y de exposiciones y su famosa biblioteca, que hoy en día es el mayor tesoro de la casa. Entre los ateneístas podemos encontrar nombres como el de Clara Campoamor, Almudena Grandes, Carmen Laforet, Concepción Arenal, Unamuno, Clarín, Valle-Inclán, Gregorio Marañón…
El Ateneo en los años del régimen
Durante la dictadura de Primo de Rivera, se cancelaron todas las actividades del Ateneo. Lo mismo pasó durante la dictadura franquista. Sin embargo, llama la atención que durante la Guerra Civil sí se mantuvo abierto.
En parte, fue gracias a Bernardo G. de Candamo, el único miembro de la Junta Directiva republicana que se quedó en Madrid durante el conflicto. Bernardo G. de Candamo pertenecía a la generación del 98 y al modernismo. Era periodista, crítico literario y socio del Ateneo de Madrid. En la Guerra Civil española permaneció en el Madrid sitiado y consiguió preservar las actividades del Ateneo y en especial cuidar su Biblioteca.
Con la llegada del régimen, el Ateneo se convirtió en un altavoz de la ideología franquista hasta que en democracia, la acción política fue perdiendo peso y dejando paso a las actividades artísticas y culturales de nuevo.
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